"El mundo necesita mucha Esperanza": La Macarena recibe la Rosa de Oro, símbolo de una devoción universal

La plaza de la Esperanza Macarena se ha teñido de verde este martes. Se ve en las corbatas de los señores, en las bufandas y pañuelos de las señoras y, por supuesto, en los cordones de las medallas, hoy todo el mundo la luce con especial orgullo. “La Virgen es la esperanza y el mundo necesita mucha esperanza”, dice un hermano mientras espera entre los primeros en la cola para entrar a la basílica. 

Este 3 de diciembre, la Virgen de la Esperanza Macarena es condecorada con la Rosa de Oro, la máxima distinción que el Papa Francisco le puede otorgar a una devoción mariana. En España, solo la Virgen de la Cabeza en 2009 y la Virgen de Montserrat en 2023 han sido distinguidas con semejante reconocimiento. 

“Reconoce una fe universal, que va más allá de los sevillanos porque ha viajado por todo el mundo”, explica una devota en la entrada de la basílica. Son las 10.30 de la mañana y la cola de los hermanos se extiende por momentos en la plaza que lleva el nombre de la Virgen. Hay quienes guardan una invitación para poder entrar al interior, solo 500 hermanos tienen esa fortuna. Otros, se inscribieron hace días para poder disfrutar del acto fuera, en unas sillas que la Hermandad ha puesto en el atrio a disposición de los hermanos.

Y aunque el acto está organizado con un estricto protocolo, todavía hay algún despistado que intenta entrar sin la invitación, por supuesto sin éxito. A dos horas de que el acto comience, los nervios se palpan en el ambiente y aunque éste es totalmente amistoso, las chispas saltan cuando alguien intenta colarse en la fila. 

“Me emociono porque hace 70 años que soy hermano, toda mi vida, y esta rosa es símbolo del fervor de la ciudad", dice Felipe, que fue vecino de la basílica durante más de 20 años. Este martes es uno de los días más grandes para los macarenos y la emoción se traduce en nervios, inquietud y orgullo. “Estamos atacados”, comenta Luis Ruiz, un hermano jubilado que acaba de mudarse a Sevilla tras una vida en Cornellà, donde era diputado de Culto de la Hermandad de la Esperanza Macarena de Cornellà. 

Son las 11.45 y por la puerta lateral de la calle San Luis entran los acólitos, los monaguillos, el coro, los músicos y la prensa. Aunque de otra forma, en este rincón también se vive este día con entusiasmo. “Tome, es la última estampita que me queda”, le dice el vigilante de seguridad a una músico que espera para entrar, mientras saca de su riñonera una estampa de la Macarena.  

Los jóvenes monaguillos, que muestran una relación de amistad entre ellos, se abrazan, se ríen y se hacen bromas, están a escasos minutos de plantarse ante la mirada de la Virgen y emocionarse con absoluta seriedad y respeto. 

La ceremonia del año

A las 12.58 de la tarde, la junta directiva de la Hermandad ya está sentada en primera fila, al otro lado está el presidente del Parlamento, Jesús Aguirre, el alcalde de Sevilla, Jose Luís Sanz, la consejera de Cultura, Patricia del Pozo, y el delegado de Fiestas Mayores, Manuel Alés. 

“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. La ceremonia con motivo de la entrega de la Rosa de Oro ha empezado. Tras la llegada de los acólitos y los monaguillos, entra en la basílica el arzobispo Edgar Peña, enviado del Papa Francisco para entrega de la condecoración, que llega hasta el altar junto al arzobispo José Ángel Saiz.

Para tal acontecimiento, la Esperanza Macarena luce en el presbiterio alto de su basílica en una veneración extraordinaria. La imagen está ataviada con el manto de tisú realizado por Rodríguez Ojeda en la primera mitad del siglo XIX y la corona de oro con la que la dolorosa fue coronada en 1964. También destaca la presencia del Señor de la Sentencia en la embocadura del camarín del altar mayor ataviado con la túnica de los cardos también obra de Juan Manuel Rodríguez Ojeda.

En una misa religiosa de apenas 45 minutos, el arzobispo Edgar Peña ha sido contundente con sus palabras: “María será en la iglesia peregrina, la que presenta al hijo las necesidades de otros hijos y los orienta al encuentro con Jesucristo. Así lo ha vivido el pueblo cristiano desde los inicios de la iglesia y así lo vivimos aquí esta mañana en esta basílica, donde todos nos encontramos a los pies de nuestra madre, María Santísima de la Esperanza Macarena”.

Finalmente, ha concluido su intervención insistiendo en que “la Virgen Macarena da una instrucción: haced lo que él os diga”. Por último, el arzobispo trasladado un “saludo afectuoso” de parte del Papa Francisco y su bendición para todo el pueblo sevillano. 

Cuando el acto había terminado y la música sonaba mientras los hermanos se ponían de pie, uno de los sacerdotes de la Hermandad ha interrumpido para pedir silencio ante las palabras de agradecimiento que el arzobispo Jose Ángel Saiz ha querido dedicar en público.

Un "símbolo de amor, pureza y sacrificio"

“Esta distinción nos llena de júbilo y refuerza nuestro compromiso de vivir la fe con humildad”, ha destacado. Asimismo, el arzobispo ha insistido en que la Rosa de Oro es “símbolo de amor, pureza y sacrificio” y debe servir como una “poderosa motivación para entrar decididamente hacia una profunda espiritualidad, ya estamos ahí, pero tenemos que hacerlo con más intensidad”. 

El himno dedicado a la Esperanza Macarena, así como los intensos aplausos han retumbado en la basílica para celebrar que la Virgen ya tiene la tan deseada Rosa de Oro.