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A punta de pistola o con un butrón

Robos. Las joyerías son el blanco favorito para bandas organizadas que utilizan métodos sofisticados para lograr un buen botín, pero también para delincuentes habituales que solo buscan un golpe rápido

17 abr 2017 / 16:25 h - Actualizado: 17 abr 2017 / 16:28 h.
"Sucesos","La joyería se recompone"
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Oro, diamantes, relojes de alta gama. Las joyerías siempre han sido un objetivo de los delincuentes por los suculentos botines que en poco tiempo pueden conseguir. El sector sufre por ello pérdidas no solo provocadas por los pequeños hurtos que se producen en todo comercio o por los atracos a mano armada que un delincuente habitual pueda cometer, sino porque las bandas criminales organizadas han puesto en este negocio su punto de mira, utilizando para ello sofisticados métodos. El último de estas características que tuvo lugar en Sevilla fue en la Joyería Shaw en Plaza Nueva, en plenas campanadas del año 2015.

El sector de los joyeros estima que en los últimos años los robos ha descendido «un 50 por ciento con respecto a los niveles medio de 20006 a 2012», indica Fernando Jiménez, portavoz del Comisionado de Andalucía de Industria y Comercio para el sector Joyeros, Plateros y Relojeros. Las joyerías en Sevilla han venido sufriendo oleadas de robos, como ocurrió en el año 2002 y posteriormente entre 2006 y 2012. Sin embargo, la adopción de medidas «policiales, legislativas y judiciales» y a la implantación sistemas de seguridad y últimas tecnologías en sus locales –que supone entre «un cinco y un diez por ciento»–, han logrado rebajar la cifra de robos.

Aún así, las mafias organizadas son capaces de burlar estos sofisticados sistemas de seguridad. El último ejemplo, el de la Joyería Shaw, lo deja patente. Aún no hay detenidos por este impresionante robo gestado y ejecutado al milímetro. Los ladrones tenían claro que el momento de entrar era la madrugada del 1 de enero, aprovechando el ruido de la gente en la calle y el sonar de las campanadas. Nadie se percató de que varias personas entraron en un local de la calle Jaén, contiguo a la joyería, ni escuchó que desde el mismo hicieran un agujero, el conocido como método del butrón, por el que accedieron a su objetivo.

El plan era perfecto, un trabajo fino que la Policía desde el principio ha atribuido a una banda con conexiones internacionales y que les permitió hacerse con joyas valoradas en más de 400.000 euros. Nada más abrir el agujero, en un edificio vacío porque es íntegro de oficinas, colocaron inhibidores de frecuencia, cortaron la línea telefónica para evitar que saltara la alarma e hicieron lo mismo con el sistema de videovigilancia y se llevaron las grabaciones. Una vez dentro se dedicaron a abrir una de las cajas fuertes, la que contenía las joyas de mayor valor, para lo que utilizaron un soplete. En cuanto terminaron volvieron a salir por el local contiguo y echaron la persiana antes de marcharse con su botín. No había huellas, ni rastro de estos delincuentes.

Un robo de película que no era la primera vez que se daba en Sevilla, pues el 22 de julio de 2001 la Joyería Román, en la calle Rioja, fue saqueada de una forma muy similar, en un robo que tampoco nunca se llegó a esclarecer. Ni siquiera era el primer robo que sufría esta joyería de la Plaza Nueva, pues el 5 de mayo de 2004 sufrió un atraco en el que los ladrones dejaron un coche robado en la puerta para impedir que los trabajadores pudieran salir y perseguirlos. Y no sería el único, pues el 13 de octubre de 2011 dos hombres, ataviados con gorros y gafas de sol para intentar que no fueran reconocidos, entraron en la joyería. Se trataba de dos extranjeros que intentaron dar un golpe a punta de pistola, aunque luego las armas resultaron ser simuladas. Sin embargo, en esta ocasión no lograron su objetivo porque fueron detenidos en la misma calle gracias a la colaboración ciudadana, que retuvo a los atracadores hasta la llegada de la Policía.

Días después del espectacular robo en la Joyería Shaw, el 14 de enero de 2015, se producía un atraco en Orojoya Triana, en la calle Manuel Arellano, donde dos jóvenes ladrones, uno de 20 años y el otro de tan solo 16 años, entraron en el local y esgrimiendo un objeto contundente exigieron al propietario los objetos de valor. Llegaron incluso a golpearle, pero el joyero logró escaparse y refugiarse en el baño, donde avisó a la Policía que detuvo a la pareja de atracadores.

Un fallecido en 2002

Pero antes de todos estos atracos se vivieron en Sevilla años de sonados asaltos a joyerías, hasta el extremo de que un joyero falleció en uno de ellos. Rafael Esteban Fraile fallecía pocos días después de recibir una paliza por parte de dos ladrones. Rafael salió a la calle el 9 de marzo de 2002 con mercancía y fue seguido por dos encapuchados que le asaltaron poco después, manteniendo un forcejeo.

Un trágico episodio al que le siguieron atracos el 31 de mayo en la calle Cerrajería, el 1 de agosto en el centro comercial Los Arcos donde empotraron un vehículo contra el escaparate y el 29 de julio se volvía a producir otro gran robo con butrón. Esta vez en Orobriz de la plaza del Duque, justo un año después del robo en Román. Los ladrones accedieron desde un garaje de la calle San Eloy hasta una tienda de ropa, donde sustrajeron la caja así como algunas prendas, y desde ella, a través de un butrón que realizaron en la pared de la zona de probadores –aunque intentaron acceder en un primer momento por la zona del baño–, se introdujeron en la joyería. Una vez dentro anularon las alarmas y abrieron la caja fuerte mediante una lanza térmica, haciéndose con un botín de 840.000 euros.

Orobriz, pero de la calle Asunción, sufrió un robo en 2003 donde forzaron la puerta; y en 2005 una joyera de la calle Cruz Roja sufrió una paliza por parte de unos atracadores. Otros golpes sonados fueron los que se sucedieron en cuatro almacenes de joyas entre septiembre y octubre de 2015. En uno de ellos, en Nervión, también utilizaron el procedimiento del butrón. La Policía detuvo a seis personas por estos robos.