Son y están

«Acaparar las vacunas para el coronavirus va a agudizar la desigualdad en el mundo»

Antonio María Rabasco Álvarez. Catedrático de la Universidad de Sevilla y presidente de Farmacéuticos sin Fronteras. A su labor investigadora en tecnología farmacéutica, aúna encabezar una ONG de cooperación al desarrollo y la creación de aplicaciones móviles desde la sevillana Cátedra Avenzoar para divulgar de modo ameno a toda la población fundamentos educativos sobre salud, medicamentos y ahora también una en seis idiomas con el fin de prevenir los contagios del coronavirus, que ha sido usada por más de 200.000 personas de 108 países.

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
22 nov 2020 / 08:32 h - Actualizado: 22 nov 2020 / 08:34 h.
"Son y están"
  • Antonio María Rabasco, presidente de Farmacéuticos sin Fronteras, reside en el barrio de El Porvenir, en Sevilla. / EL CORREO
    Antonio María Rabasco, presidente de Farmacéuticos sin Fronteras, reside en el barrio de El Porvenir, en Sevilla. / EL CORREO

“Estoy en una época de la vida en la que quiero devolver a la sociedad lo que me ha aportado. Soy una persona muy feliz, y muy afortunado por haber tenido cabida en ámbitos tan buenos y donde se hacen las cosas con esmero, como la Universidad de Sevilla y como el Colegio de Farmacéuticos de Sevilla. Se lo digo a mis pupilos y a mi equipo: hay que trabajar todos los días, hay que trabajar muchas horas, y también hay que tener suerte. Yo la he tenido”. Así se define Antonio María Rabasco, quien, a sus 65 años de edad, orgulloso de sus cinco hijos y tres nietos, también ha asumido encabezar la ONG Farmacéuticos sin Fronteras. Y mientras sube la temperatura en los mercados bursátiles de la aldea global por las noticias que anticipan la cuenta atrás en la distribución de las primeras vacunas para el coronavirus que ha enlutado el año 2020, a él no se le olvida que aún en muchos países hay epidemias que diezman a la población por falta de agua potable para lavarse las manos.

¿Cuáles son sus raíces?

Nací en Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Mis padres eran profesores de instituto y allí se conocieron cuando fueron a trabajar en los años cincuenta, porque mi madre es asturiana, y estudió Historia de América, y mi padre era alicantino, había cursado Filología Románica. Allí nacimos mi hermana y yo. Desde 1963 vivimos en Huelva porque mi padre consiguió plaza en el Instituto La Rábida. Llegué a Sevilla en 1973 para estudiar la carrera de Farmacia, soy de la primera promoción, y me decanté por la docencia e investigación, empecé en un departamento que se llamaba Farmacia Galénica. Toda mi trayectoria la he desarrollado desde Sevilla y resido en el barrio de El Porvenir.

¿Cuál ha sido su principal línea de investigación?

En tecnología farmacéutica. Y empezamos de cero. Cuando se creó la Facultad de Farmacia, no teníamos absolutamente nada. Ni siquiera hice prácticas durante la carrera porque no había equipamiento. Ni moldes para hacer supositorios. El profesor Claudio Faulí los consiguió y nos enseñó, fuimos los primeros y aún tengo guardados en mi despacho los primeros supositorios que se hicieron en nuestra facultad. En mi línea de investigación empezamos con excipientes, reología de polvos, sistemas matriciales, comprimidos. Creamos un grupo potente, para elaboración de medicamentos especiales, y desde comienzos del siglo XXI cambiamos el rumbo hacia la nanotecnología. Estamos haciendo liposomas, etosomas, niosomas...

¿Qué sinergias ha promovido entre el ámbito universitario y la actividad farmacéutica?

Soy vocal del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla, que creó la primera fundación farmacéutica española, la Fundación Avenzoar. Los patronos pensaron que era bueno impulsar una cátedra, como las que se constituyen con el modelo de colaboración universidad-empresa, y en 2010 se inauguró la Cátedra Avenzoar, de la que sigo siendo su director. Con un equipo multidisciplinar (ingenieros, matemáticos, bioquímicos, médicos, farmacéuticos,...) y para investigar y aplicar las tecnologías de la información y comunicación a la oficina de farmacia, a la farmacia comunitaria, a la farmacia asistencial. Por ejemplo, hemos trabajado en errores de medicación, y en segmentación de pacientes, para orientar a quienes se especializan en pacientes diabéticos, o geriatría, etc.

¿Tienen iniciativas para fomentar la cultura científica y la educación sanitaria?

Sí, tenemos una aplicación para móviles, Avenzoar Farmacia, que es como un Trivial Pursuit para jugar y aprender con preguntas planteadas de modo sencillo sobre botánica, microbiología, farmacología, tecnología, bioquímica,... Se la han descargado 12.000 personas. Vamos a lanzar otra, Avenzoar Medicamentos. Y ante la pandemia del coronavirus hemos publicado una app y web de educación sanitaria, Covid Avenzoar, que han usado ya más de 200.000 personas de 108 países. Está en seis idiomas: español, inglés, alemán, francés, portugués e italiano.

¿En qué consiste?

Tiene un cuestionario de 10 preguntas sobre uso de mascarillas, lavarse las manos, el tiempo de estancia en lugares sin ventilación, los ascensores, el dinero en metálico,... Cuando respondes la encuesta, te sale automáticamente una puntuación sobre tu prevención de los contagios, y consejos para mejorar tus hábitos y comportamientos.

¿Cabe achacar a una peor educación en salud pública parte de la mayor incidencia que la pandemia ha tenido en España respecto a otros países de nuestro entorno? ¿Somos un país demasiado acostumbrado a confiar en que la hospitalización nos lo resuelve casi todo?

Creo que en España fue mucho más dura la primera ola de la pandemia porque habitualmente hacemos mucha más vida fuera de casa que en otros países europeos. Somos más ruidosos, tenemos que hablar más alto, y así se emiten más gotículas que pueden contagiar.

¿No ha echado en falta campañas impactantes de concienciación como las que hace la Dirección General de Tráfico para reducir el número de accidentes mortales?

Me ha encantado el video de un joven canario para concienciar sobre la responsabilidad que tienen los jóvenes de no poner en riesgo la vida de sus mayores. Hay que divulgar más el conocimiento sobre las gotículas, para entender la importancia de convivir manteniendo la mascarilla y la mayor distancia interpersonal posible. Porque las gotículas más grandes caen más rápido al suelo por efecto de la gravedad. Pero las más pequeñas quedan suspendidas en el aire. A mayor cantidad de gotículas con carga viral que estén en el ambiente, en lugares como un ascensor, por ejemplo, más riesgo de contagio. En general, uno de los problemas de la sociedad moderna es que, teniendo los medios para transmitir el conocimiento, falla la comunicación y continúa habiendo tanta gente que no se entere o no se quiera enterar. Y lo reafirmo con mi experiencia en un proyecto internacional.

Explíquela.

En los años 2011 y 2012 formé parte de un grupo de seis investigadores a quienes la Federación Internacional de Farmacia nos encargó un estudio relacionado con los planes de natalidad y de protección de la salud de los menores que hubiera en cada país del mundo. En 2016 volvimos a analizar qué resultados daban esos planes y eran llamativas las estadísticas sobre la gran cantidad de embarazos no deseados en países que no te lo esperas por su nivel de vida. Es la distancia que hay de los planes a su materialización. Si hablamos de la crisis covid ¿quién no ha escuchado en España cientos de veces los mensajes sobre mascarillas, lavado de manos con gel hidroalcohólico, etc.?

Un consejo a las autoridades españolas.

Tanto a las nacionales como a las autonómicas y locales: Que no aguarden tanto a tomar medidas restrictivas de movilidad para contener la curva de contagios y fallecimientos, cuando empieza a crecer mucho porcentualmente la fase ascendente. Porque los matemáticos y epidemiólogos ya han explicado cómo cuando hay muchas víctimas mortales por coronavirus, se deben a contagios sucedidos un mes antes.

¿Por qué, estando tan colapsado el sistema sanitario por la falta de médicos y enfermeros para afrontar la avalancha de contagios del coronavirus, hay tantas resistencias para aceptar el ofrecimiento de incorporar a los farmacéuticos a la realización en las farmacias de pruebas de detección, para agilizar la atención y desatascar los centros de atención primaria? ¿Tampoco se va a aceptar que en las farmacias se pongan las vacunas, cuando se avecina la necesidad de desarrollar la campaña de vacunación más multitudinaria?

Las farmacias son recintos sanitarios. Tienen el estatus de establecimiento sanitario público de titularidad privada. Unas tienen más amplitud que otras. Este debate no ocurriría si en 2005 se hubiera resuelto al regularse el plan de estudios de la profesión farmacéutica y cuáles son sus competencias. Se perdió una gran oportunidad para que se estipulara que el farmacéutico no solo es especialista en el medicamento, sino también en la relación con el paciente, y en la relación de éste con el medicamento. En otras profesiones sí se define mejor la presencia del paciente. En la situación española actual, cómo no tener en cuenta a la red de 22.000 farmacias y la formación de los farmacéuticos para que se hagan los test, siendo lugares tan accesibles y cercanos a la mayoría de la población. Pensemos en las farmacias de pueblos pequeños, donde los farmacéuticos, cuando llega la hora de cierre, hacen un recorrido para dejarle en la puerta los medicamentos a los ancianos que no pueden o no deben salir de sus hogares.

¿Qué envergadura tiene Farmacéuticos Sin Fronteras como ONG?

En 2020 ha cumplido 30 años, se celebró en enero con una jornada en el Caixaforum. La fundaron 18 farmacéuticos vascos y navarros a raíz de su experiencia distribuyendo medicamentos en Perú durante una epidemia de cólera en 1990. Tenemos más de 700 socios. Cualquier persona puede asociarse, no es imprescindible ser farmacéutico. El equipo técnico tiene su sede en Madrid, formado por cuatro personas expertas en cooperación al desarrollo, en proyectos, en comunicación, en la dirección técnica farmacéutica. Ellos sí tienen contrato y salario, los integrantes de la junta directiva nos dedicamos como voluntarios. Queremos incrementar el voluntariado, hay mucho que hacer. Quien me involucró fue otro sevillano, Rafael Martínez Montes, una persona excepcional, que durante muchos años ha sido el presidente. Empecé asesorando en formación.

¿Cuáles son las principales actividades?

El Proyecto Boticarios, con el que se forma a farmacéuticos para misiones de cooperación al desarrollo, sobre todo en países como Haití. Las campañas Más Saludable, de educación sanitaria para colectivos desfavorecidos en España. El Banco de Medicamentos, con el que solventamos situaciones puntuales de personas sin acceso a fármacos.

¿Colaboran con mayor continuidad en algunos países?

En países africanos como Uganda provisionamos algunos botiquines en pequeñas aldeas, en colaboración con diversas entidades españolas. Descubrimos que la Organización Mundial de la Salud cubre sus necesidades de vacunas pero en numerosas aldeas no hay neveras, con lo que los médicos que están allí, muchas veces son voluntarios, no pueden usarlas porque necesitan estar conservadas en frío y no a las temperaturas del clima tropical. Lo hemos podido remediar en algunos casos comprando neveras por 200 o 300 euros y enviándolas.

¿Aún no se ha normalizado el conocimiento sobre la temperatura a la que deben conservarse vacunas y medicamentos?

Hay casos en los que se ignora, por desgracia cuando más necesarios son,como en las crisis humanitarias por terremotos, huracanes, guerras,... Por ejemplo, en una epidemia en Uganda, hubo organizaciones internacionales que enviaron decenas de miles de dosis de vacunas. Pero cuando llegaron a dicho país, en lugar de guardarlas en un almacén mantuvieron las dosis dentro del camión, que estaba al aire libre bajo el sol. Vacunaron a miles de niños con esas vacunas, pero no surtieron efecto. También conozco casos de tratamientos de fertilización in vitro cuyo uso ha sido inútil porque en su transporte habían estado dentro de un coche al sol.

¿Qué están impulsando más en su mandato como presidente?

Aumentar la base social, tener más personas asociadas. Pensemos, por ejemplo, en quienes se jubilan, tengan 65 o 70 años. Si tienes buena salud, ¿no puedes dedicar unas horas a la semana a colaborar? Porque a esas edades somos personas con muchos contactos. Y las necesidades se solventan en bastantes ocasiones gracias a llamar por teléfono a alguien que conoces, o al que accedes a través de quien te conoce a ti. Por ejemplo, para conseguir frigoríficos que enviar a zonas rurales de países pobres, y en los que puedan conservar los medicamentos. O para lograr que nos sea asumible el coste de enviar esos electrodomésticos. Es un reto para nosotros. ¡Con la de frigoríficos seminuevos que se tiran a los 'puntos limpios' de reciclaje!

¿Otras iniciativas?

En nuestra plataforma formativa, Más Saludable, que funciona muy bien, y por ello debe felicitarse al director, Ángel Huélamo, quiero incorporar también la atención psicológica. Es una vertiente cada vez más necesaria en la educación sanitaria. Y también me satisface haber puesto en marcha en Brasil el capítulo local de Farmacéuticos sin Fronteras España, por mis contactos en dicho país, donde soy académico de su Academia de Ciencias Farmacéuticas.

¿Las organizaciones internacionales de médicos, farmacéuticos, etc., van a poder conseguir que desde primera hora un equitativo porcentaje de las vacunas para el coronavirus se destinen a los países más pobres, y éstos no tengan que aguardar a que se vacune toda la población de los países más poderosos?

Desgraciadamente, los más pobres serán los últimos de la fila. Los gobiernos más poderosos están comprando por adelantado a los laboratorios farmacéuticos la mayor parte de la producción posible de las diversas vacunas para el 2021. La desigualdad es la gran pandemia que sigue sin resolverse en el mundo. Y acaparándose las vacunas, se va a agudizar. La desigualdad en el mundo es muy profunda, no se arreglará solo con donaciones, sino cambiando las estructuras. Eso comienza haciendo realidad el principio de que no te limites a darle un pez, mejor enséñale a pescar.

En paralelo al desarrollo científico de la medicina personalizada, ¿se están sentando las bases de la dispensación farmacológica personalizada? Y el punto de partida es una sociedad que se automedica en exceso, con los daños que la polimedicación desmedida causa por ignorancia.

Esa personalización es una de mis líneas de investigación. En Estados Unidos, las compañías de seguros están invirtiendo en hacer análisis genéticos. No solo por eficiencia médica sino también por ahorro económico: si se reduce el número de casos en los que una medicación no es efectiva, o causa toxicidad, se reducen las hospitalizaciones y los costes que conllevan.

Ponga un ejemplo de los que usted señala en España.

El tamoxifeno, que se utiliza para el cáncer de mamá. Y no es realmente un fármaco, es un profármaco. Hace años, había mujeres que le decían al médico que no mejoraban, y lo que decidían era subirle la dosis. Pero, por mucho que le incrementaran la dosis, el tratamiento no les servía. Hasta que se supo que un 30% de mujeres en países europeos como España tienen déficit de una enzima que cataliza la reacción para que el tamoxifeno influya en su metabolismo. Y el aumento de dosis les causó efectos tóxicos, que hoy en día se siguen manifestando. Un ejemplo positivo en España es el del Hospital Universitario de Salamanca y sus investigaciones para hacer tests genéticos que ayuden a personalizar la medicación con antirretrovirales. Si en España la política no fuera tan cortoplacista, se invertiría más para materializar estos objetivos de medicación personalizada.

Desde hace muchos años está analizado que en España íbamos a padecer una gran carencia de médicos y enfermeros. Para solucionarlo, es imprescindible aumentar mucho la oferta de plazas en el sistema universitario. ¿Por qué no se ha remediado ese problema que perjudica al bienestar de todo el país?

Porque no se abordan los problemas a largo plazo. Porque en política se piensa más en la reelección que en la planificación. En nuestro ámbito, tenemos un factor limitante. Si se quieren aumentar un 30% las plazas en primer curso de las facultades de Medicina, necesitamos incrementar en el mismo porcentaje las camas hospitalarias para prácticas clínicas. Y eso tampoco se improvisa de la noche a la mañana.