Los daños que el botellón produce en los adolescentes a nivel celular, sobre todo en el ADN, se pueden combatir con la ingesta de ácido fólico. Así de sencilla, novedosa e interesante es la conclusión del estudio que han realizado expertos del departamento de Fisiología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla dirigidos por la catedrática Olimpia Carreras.

El perjuicio de consumir grandes cantidades de alcohol en un breve periodo de tiempo va más allá de la evidente, inevitable, resaca. Sobre todo entre los adolescentes, el colectivo en el que se centra en el estudio y el que más frecuenta esta forma de beber en atracón.

La doctora Fátima Nogales aclara que provoca «daños en el cerebro. Eso está bastante estudiado. Afecta a neuronas y neurotransmisores, y como la adolescencia es una etapa de desarrollo, también está interfiriendo en el crecimiento». Pero hay carencias en la descripción de otro tipo efectos.

La literatura científica en torno al fenómeno del botellón es escasa. Se ha estudiado más bien como fenómeno social. Ahora, esa literatura ha crecido con una aportación importante cuyo origen explica Olimpia Carreras: «Hemos hecho antes muchos estudios de alcoholismo y ahora, como el botellón es un problema social tan brutal, nos decantamos por estudiarlo».

El ácido fólico es bien conocido entre muchas mujeres, a quienes se les prescribe de manera habitual durante el embarazo. Es decir, que su ingesta en humanos está probada y no plantea problemas especiales. Además, al tratarse de una sustancia hidrosoluble, el propio cuerpo elimina el exceso.

La doctora María Luisa Ojeda explica que su experiencia les había indicado que «en los pacientes alcohólicos crónicos, la deficiencia nutricional mayoritaria es el ácido fólico, pero en los agudos, en el tema del botellón, no estaba nada claro. Probablemente también suceda, aunque el periodo de consumo sea corto». Y explica otra cuestión: «El alcohol, cuando se toma de forma aguda, tipo botellón, es muy prooxidante y el ácido fólico se sabe que es antioxidante. Entonces dijimos: puede ser que tengan menos de lo normal por consumir alcohol, pues a lo mejor dando un antioxidante, que probablemente esté disminuido, pues pueda ser beneficioso».

Hasta ahora, el experimento lo han realizado en ratas «adolescentes alcoholizadas». «La ventaja que tiene es que todo esto lo hemos hecho en sangre, por lo que sería extrapolable», explica María Luisa Ojeda. Aún así, pretenden realizar pruebas en humanos. No es fácil. «No es sencillo encontrar a alguien que se preste a hacer botellón dos o tres días y luego venga a que le saquemos sangre».

«Y está el problema de la financiación», insiste Olimpia Carreras. Han llegado a un punto, explica, en el que tienen que pagar de su bolsillo los reactivos. Además, todos los estudiantes que participan lo hacen por puro interés: ninguno está becado.

Combaten la escasez económica con trabajo e ideas. Por ejemplo, estudian ya otra línea de suplementación con selenio de la que obtienen ya resultados positivos, o preparan toda una estrategia empresarial para una bebida suplementada con ácido fólico, en principio, para las embarazadas, que a menudo no saben qué beber. El proyecto quedó aparcado, aunque sus posibilidades, no sólo para mujeres embarazadas, son evidentes.