Son y están

«Apasiona ser desde Andalucía pioneros en el mundo aplicando una terapia»

Andrés García León. Jefe de Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital de Valme. Es el coordinador del proyecto pionero en el mundo, que se está llevando a cabo con pacientes en Andalucía desde la red de hospitales públicos, de una terapia de fabricación personalizada de fragmentos de venas que se implantan para tratar la insuficiencia venosa profunda.

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
30 oct 2022 / 10:13 h - Actualizado: 30 oct 2022 / 10:15 h.
"Son y están"
  • El doctor Andrés García León dirige desde 2009 la Unidad de Gestión Clínica de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital de Valme.
    El doctor Andrés García León dirige desde 2009 la Unidad de Gestión Clínica de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital de Valme.

“El objetivo está claro: llegar a ofrecer esta terapia de modo convencional al grupo de pacientes que a día de hoy no tienen otra alternativa”. Lo tiene en mente a diario el doctor Andrés García León, jefe de servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital de Valme, en Sevilla. Nacido hace 45 años en Terrassa (Barcelona), hijo de emigrantes andaluces, encabeza a un amplio equipo de profesionales en hospitales andaluces que están llevando a cabo una experiencia pionera a nivel mundial: aplicar a personas con insuficiencia venosa profunda, y ya han intervenido a las tres primeras personas elegidas para este ensayo clínico, una terapia basada en la personalización de venas de paciente fallecido (y donadas) para convertirlas mediante ingeniería de tejidos en implantes de medicina regenerativa con válvulas sanas que permitan la correcta circulación sanguínea. El reto tiene gran trascendencia, pues la enfermedad venosa crónica es la patología vascular más frecuente en la población española.

¿Cuáles son sus orígenes familiares?

Son humildes. Por parte de madre, los orígenes están en Écija. Mi abuelo era arriero y mi abuela trabajaba en el campo y luego sirviendo en casas. Una familia que en los años 60 emigra y se traslada a Terrassa (Barcelona), donde tenía fuerza la la industria textil. Por parte de padre también las orígenes son humildes. Mi abuelo era de Bornos, de los pueblos blancos de Cádiz, y emigró al Pirineo aragonés. Mi padre ya pudo acceder a estudios y fue profesor hasta su jubilación, acabó dirigiendo colegios. Mi padre y mi madre se conocieron en Terrassa. No hay tradición médica en la familia, pero sí cultura del esfuerzo. Todo lo que tenemos ha sido conseguido a base de esfuerzo, de promocionar la educación, para que tanto yo como mis hermanas tuviéramos acceso a una profesión de titulación superior. Una es arquitecta y la otra psiquiatra.

¿Qué le impulsó a dedicarse a la medicina?

En las vacaciones de verano íbamos a Huesca, donde vive mi abuelo, que ha cumplido 100 años. Acompañaba yo a mi tía que era practicante, iba por los pueblos haciendo muchos kilómetros en carretera para realizar curas, administrar medicaciones. Era muy querida. Ella me hizo ver la parte asistencial y surgió en mí la vocación de querer ser médico. Hice la carrera de Medicina en la Universidad Autónoma de Barcelona, con actividad en el Hospital Valle de Hebrón. Mi primer contacto con el Servicio de Angiología y Cirugía Vascular fue en tercero de carrera, cuando se hacen rotaciones para que los estudiantes conozcan diversas especialidades. Me especialicé haciendo el MIR en Barcelona en el Hospital del Mar.

¿Cómo se asentó en Andalucía?

Por amor, mi esposa es sevillana. En 2009, yo trabajaba en Barcelona, y surgió en Sevilla una vacante por jubilación del doctor José Antonio Gutiérrez del Manzano, que era en el Hospital de Valme jefe de servicio de esta especialidad, y realizó una labor formidable, fue el primer hospital andaluz donde empezó a formarse especialistas. En España aún somos pocos.

¿Por qué esa escasez de expertos en el sistema sanitario español?

La cirugía vascular es reconocida como especialidad hace 50 años. Surge de la necesidad de dar un tratamiento diferencial a pacientes que tienen patología arterial y venosa periférica, es decir, aquellos pacientes que tienen problemas de circulación fuera de lo que es el corazón o la cabeza, que es lo más estudiado. Como le digo, hace medio siglo se empiezan a crear en España unidades especializadas en angiología y cirugía vascular. Aún es una especialidad muy poco conocida incluso entre la propia comunidad médica, pese a la gran cantidad de pacientes que hay que atender, en muchas zonas del país son tratados por especialistas que no son cirujanos vasculares.

Ponga un ejemplo.

En España hay algunos hospitales a nivel provincial que no disponen de la especialidad de angiología y cirugía vascular. Por lo tanto, no hay un profesional que unifique el tratamiento que necesitan estos pacientes, la atención se ofrece de una forma más fragmentada. Le pongo un ejemplo: si viene un paciente con un problema de isquemia de miembros inferiores, lo habitual es que el angiólogo y cirujano vascular que lo vea en consulta le ponga el tratamiento médico. Si hay que hacerle una prueba no invasiva, como una ecografía, el mismo cirujano se la hace. Si posteriormente ese paciente necesita de una prueba más invasiva, como un cateterismo, el especialista a la vez que genera el diagnóstico también puede intervenir con una desobstrucción para que recupere el flujo sanguíneo adecuado. Si le hace un bypass como cirugía abierta convencional, es quien posteriormente lo va a ver en consulta. Por lo tanto, todo el tratamiento está unificado, el paciente no tiene que estar de un médico a otro para que le hagan las pruebas y para que decidan ponerle el tratamiento.

¿Cuántas personas conforman su equipo y qué área de población abarcan desde el Hospital de Valme?

Somos seis especialistas, y contamos con cinco personas más en periodo rotatorio de formación. Atendemos pacientes de la provincia de Sevilla, nuestra área de atención engloba a casi 500.000 habitantes. Son necesarios más especialistas. En patología venosa hacemos cada año cientos de intervenciones y en patología arterial también realizamos anualmente cientos de arteriografías y cientos de 'bypass'.

En el incremento de las patologías que usted atiende, ¿cómo están influyendo el sedentarismo, la obesidad y otros factores crecientes en las pautas de vida cotidiana de nuestra sociedad?

Está claro que, por ejemplo, a mayor índice de tabaquismo por fumar, más problemas hay después por falta de riego sanguíneo en las piernas. Hay mayor prevalencia de la enfermedad arterial por el sedentarismo, por lo disparados que están los índices de colesterol y de diabetes. Hay mayor presencia de aterosclerosis en las arterias, y también más artemiopatía diabética. El análisis del impacto de esos factores ha de tener en cuenta el aumento general de la esperanza de vida de la población, y los avances que se logran con tratamientos y terapias que antes no se podían ofrecer. Por ejemplo, en el tratamiento de la patología aneurismática (ensanchamiento anormal de una parte de la arteria por debilidad en la pared del vaso sanguíneo), antiguamente solo se podía ofrecer la cirugía abierta. Y no es lo mismo tener que abrir en canal a una persona que poder solucionarle el problema a través de la inserción de un catéter por las ingles. Hay pacientes con más de 80 años de edad a los que se logra darles más calidad de vida en el tiempo que les quede por delante. Otro ejemplo: antes no era posible hacer bypass a pacientes diabéticos con problemas en los pequeños vasos sanguíneos. Hoy se les aplican catéteres y técnicas mínimamente invasivas, cuando hace décadas estaban abocados a la amputación.

¿Qué grado de influencia tiene la herencia genética en estas patologías?

Cada vez se va generando más conocimiento al respecto. Es indudable que hay un componente genético. El típico caso de alguien que te dice: “Mi abuela tenía varices, también mi madre, y ahora yo”. Ello obliga a controlar hábitos de vida más aún que en otras personas: haga ejercicio, pierda peso, oara no potenciar los factores de riesgo, y le ponemos una terapéutica adecuada a la raigambre de la patología.

¿Cómo se puso en marcha el proyecto de crear con la empresa sueca Verigraft implantes venosos personalizados y colocárselos a pacientes?

Es un proyecto apasionante y único en el mundo. Intentar ofrecer terapias que eran irrealizables. En 2017, la Fundación Progreso y Salud, que coordina todos los proyectos de investigación en el sistema público sanitario de Andalucía, me informó del interés de Verigraft por trabajar juntos en ese reto. Lo puse en conocimiento de los compañeros en la Sociedad Andaluza de Cirugía Vascular, de la cual formo parte desde sus inicios, y a todos nos pareció interesante porque aborda un problema al que aún no se ha logrado llegar a una solución. Están participando con entusiasmo los equipos de angiología y cirugía vascular de los hospitales andaluces: el Virgen de las Nieves de Granada, donde se hizo la primera operación a cargo del doctor José Patricio Linares; el Virgen de la Victoria en Málaga; el Puerta del Mar en Cádiz; el Torrecárdenas de Jaén; el San Cecilio granadino; el Virgen del Rocío sevillano. Y es también fundamental la implicación de los equipos de la red de trasplantes, y de la red de terapias para que desde sus laboratorios se desarrolle el material venoso que implantar. Hay un gran equipo técnico detrás de todo este proyecto.

¿Qué rol desempeña la empresa Verigraft en todo este proceso?

Desarrolla la tecnología de ingeniería tisular. Primero el modelo artificial, posteriormente el modelo animal y una vez que se validó para aplicar en seres humanos, buscaron un área que reúna las características donde se pueda llevar a cabo. ¿Qué necesitan? Un buen sistema de donantes, una red de trasplantes, una red de investigación con experiencia en terapias avanzadas que permita hacer todo el proceso de ingeniería tisular y una red de servicio de angiología y cirugía vascular. Comprobaron que todo eso existe en el sistema público de salud en Andalucía. Y es un proyecto de investigación donde se busca un beneficio mutuo. Los cirujanos vemos que puede ser una terapia de éxito aplicada a nuestros pacientes, y Verigraft puede desarrollar tecnología con el conocimiento de casos reales.

Explique el reto que están afrontando.

Los seres humanos nos caracterizamos por estar de pie y movernos a pie, no a cuatro patas. Obligamos a que nuestro sistema circulatorio esté luchando constantemente contra la gravedad. Para bombear la sangre está el corazón, pero luego esa sangre tiene que volver y necesita un óptimo retorno venoso para seguir luchando contra la gravedad. El cuerpo humano, dentro de las venas, ha creado un sistema de válvulas para que conforme la sangre va retornando no se quede estancada en los pies. Cuando esas válvulas fallan, bien porque hay un defecto genético o porque esa persona ha sufrido una trombosis venosa profunda y un coágulo dentro de la vena, las válvulas se acaban perdiendo o dañando, se produce un reflujo patológico y esa persona acaba con una insuficiencia venosa, que causa hinchazón de piernas, oscurecimiento de piel, dermatitis, aparición de úlceras crónicas de difícil curación. Esa insuficiencia venosa profunda resta mucha calidad de vida. Hasta ahora, se podía aplicar terapia compresiva, pero no se abordaba de forma exitosa el problema de ausencia de válvulas que impidan ese reflujo venoso. Hasta ahora, en cirugía había fracasado el intento de reconstrucción de la válvula. Por eso nos hemos implicado en este proyecto. Aborda el problema de forma diferente gracias a las técnicas de ingeniería de tejidos, la ingeniería tisular. Utilizamos la vena de un donante de órganos, pues también se pueden donar arterias y venas. Se comprueba que esa vena tiene sanas sus válvulas, se le quitan las células a la vena del donante y se le implantan células del paciente que va a recibirla. Para que cuando se le implante, su organismo la integre mejor como suya.

¿Cuánto tiempo dura el proceso de adaptación del implante venoso dentro del paciente?

Entre 7 y 10 días dura ese proceso de siembra y crecimiento celular. Una vez está sembrado en 48 horas tiene que estar implantado mediante un bypass. Previo a la siembra, ese tejido procedente de donación puede estar preservado durante meses a la espera de que se le asigne un destinatario.

¿A cuántas personas tienen previsto durante los próximos meses operar con este modelo de implantes venosos personalizados?

Hasta ahora se ha intervenido a tres pacientes. Dos han tenido una mejoría muy buena y el tercero no ha tenido mejoría. Durante los próximos 12 meses está previsto llegar a la cifra de 15 pacientes operados con esta terapia avanzada.

¿Cuál fue el criterio de selección de las tres primeras personas a las que operar?

Es un ensayo clínico y, por lo tanto, todo se hace de forma muy controlada, para minimizar los riesgos e intentar que sean los menores posibles. Se ha ofrecido a pacientes que cumplan ciertos criterios de edad, entre los 18 y los 75 años. Que no tengan patología importante de otro tipo, que no padezcan enfermedades trombóticas que puedan provocar trombos adicionales. Habitualmente son pacientes que han tenido una trombosis venosa profunda previa y que han quedado con esa pierna dañada y con merma en la calidad de vida, con la aparición de úlceras. Son personas a las que hasta el día de hoy no se les podía ofrecer otro tipo de solución a su enfermedad crónica.

¿Llegará el día en que se fabriquen venas personalizadas sin depender de la donación de quien fallece?

Eso es lo ideal. Que nos llegue a la consulta una persona con estos problemas, sea posible imprimir en 3D una vena nueva con material creado a partir de su propio tejido venoso, y después implantarlo en su cuerpo. Esa es la medicina regenerativa a la que aspiramos.

¿Qué tamaño tiene el fragmento de vena que introducen?

Aproximadamente unos 10 centímetros de longitud. Para conseguir eso, al donante de órganos se le hace una extracción completa de la vena femoral, igual que de la arteria femoral. El objetivo es implantarle un fragmento que incluya una válvula. De un donante podemos sacar de cada pierna dos o tres fragmentos, por lo que acabamos teniendo cuatro fragmentos de tejido para hacer 4 bypasses de unos 10 centímetros cada uno.

¿Cuál será la siguiente fase tras la operación y seguimiento de las primeras 15 personas intervenidas?

Si vemos que todo va bien en este ensayo clínico, con la monitorización externa prevista a esas personas, y el beneficio de este modelo compensa el riesgo quirúrgico, el siguiente paso es ofrecerla a los pacientes como una terapia avanzada ya de uso convencional. Conforme pase el tiempo, como sucede con todas las tecnologías médicas, el conocimiento que se va generando con la experiencia permite su mejora continua. Ahora estamos en una fase preliminar donde las cautelas son máximas.