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Biografía gráfica del Guadalquivir

08 ene 2018 / 09:53 h - Actualizado: 08 ene 2018 / 09:53 h.
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  • Mapa histórico del Guadalquivir.
    Mapa histórico del Guadalquivir.
  • Biografía gráfica del Guadalquivir
  • fos. / Gf
    fos. / Gf
  • Portada del libro-catálogo de la Exposición sobre el Guadalquivir en el Archivo General de Indias.
    Portada del libro-catálogo de la Exposición sobre el Guadalquivir en el Archivo General de Indias.
  • Mapa inédito de la riada de 1948 realizado por el profesor Jesús Solís Ruíz. Zonas inundadas en la ciudad de Sevilla en 1948 por la rotura -en cinco puntos- del muro de contención del arroyo Tamarguillo. Archivo General de la Administración- Archivo Municipal de Sevilla. Plano de las zonas inundadas en Sevilla en 1948, elaborado por Jesús Solís Ruiz, a partir de los datos del Archivo General de la Administración y el Archivo Municipal de Sevilla. La gran inundación de Sevilla por la rotura del muro de defensa del Tamarguillo en el año 1961 cuenta con unos antecedentes, poco conocidos, durante las inundaciones de 1947, en el que la inundación de la ciudad se produjo por la rotura en cinco puntos del muro de defensa del arroyo Tamarguillo.
    Mapa inédito de la riada de 1948 realizado por el profesor Jesús Solís Ruíz. Zonas inundadas en la ciudad de Sevilla en 1948 por la rotura -en cinco puntos- del muro de contención del arroyo Tamarguillo. Archivo General de la Administración- Archivo Municipal de Sevilla. Plano de las zonas inundadas en Sevilla en 1948, elaborado por Jesús Solís Ruiz, a partir de los datos del Archivo General de la Administración y el Archivo Municipal de Sevilla. La gran inundación de Sevilla por la rotura del muro de defensa del Tamarguillo en el año 1961 cuenta con unos antecedentes, poco conocidos, durante las inundaciones de 1947, en el que la inundación de la ciudad se produjo por la rotura en cinco puntos del muro de defensa del arroyo Tamarguillo.
  • Biografía gráfica del Guadalquivir
  • Biografía gráfica del Guadalquivir
  • Biografía gráfica del Guadalquivir
  • Profesor Jesús Solís Ruiz.
    Profesor Jesús Solís Ruiz.

El Archivo General de Indias de Sevilla tiene expuesta una Exposición sobre el río Guadalquivir desde el día 10 de octubre pasado y hasta el día 18 de marzo de 2018. Se titula Guadalquivir, mapas y relatos de un río. Imagen y Mirada. Organiza la Exposición la Biblioteca de la Universidad de Sevilla y se apunta un tanto digno de agradecer y felicitar, pues el río es la base histórica de la existencia de la ciudad, su origen y al que debe todo su desarrollo. Estamos, pues, ante un acontecimiento excepcional, y esperamos que los visitantes justifiquen el esfuerzo organizativo y editorial del libro catálogo, que es una obra de arte además de un instrumento infamativo sin antecedentes. Quizá el elemento más moderno de la exposición en el tiempo contemplado sea un mapa croquis realizado por el profesor Jesús Solís Ruiz, que refleja la extensión de terrenos de la ciudad inundados por la riada de 1948, una de las más importantes de las sufridas por Sevilla en la historia. La Exposición está abierta de martes a sábado de 9.30 horas a 17 horas. Y los domingo y festivos desde las 10 horas a las 14 horas. Entregan al visitante un folleto explicativo de la Exposición.

La Exposición está explicada en seis apartados, que son los siguientes: El río como recurso, por José Peral López y Joaquín Cortés José; El río como amenaza, por Manuel Peña Díaz; El río domesticado, por Leandro del Moral Ituarte y Víctor Fernández Salina; El río como mito, por Manuel Parodi Álvarez y Javier Verdugo Santos; El río como proyecto por Víctor Pérez Escolano y José Peral Luque, y El Río gestionado, por Juan Saura Martínez, Nicolás Carbajal Ballet, Rodrigo Carbajal Ballet y José A. Carbajal Navarro. En estos seis apartados se incluyen centenares de imágenes que contribuyen a comprender mejor las realidades que aporta el río a la historia de Sevilla.

«Partiendo del hallazgo de un manuscrito del silgo XVIII, obra del arquitecto Matías José de Figueroa, sobre el río Guadalquivir, esta exposición quiere acercar al visitante a la realidad del que es, sin duda, eje vertebrador de las tierras del Sur de España, definidos geográficamente, en esencia, por el Valle que lleva su nombre, Guadalquivir».

En su conjunto expositivo, la muestra «Esa mirada nos ayuda a descifrar las claves de la interacción que define la naturaleza de todas las culturas fluviales. Así, en su recorrido de seiscientos, cincuenta y siete kilómetros desde su nacimiento en la Sierra de Cazorla, hasta su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda, el río Guadalquivir presenta frente al lado amable de su condición de proveedor de recursos, el de los estragos que causan sus avenidas, que darán lugar a una búsqueda, varias veces secular, de remedios que domeñen su ímpetu».

Una de las evidencias más espectaculares de la exposición es comprobar la evolución que ha sufrido el recorrido del cauce principal de río, especialmente entre Sevilla y Sanlúcar de Barrameda. Las numerosas cortas realizadas han encauzado el caudal del Guadalquivir hasta dominar en gran parte sus ímpetus, produciendo un cambio casi total en el curso de las riadas, azote más conocido del río embravecido.

Impresiona ver los mapas, planos, gráficos y dibujos sobre el río desde la Sierra de Cazorla hasta Sanlúcar de Barrameda. La inmensa mayoría desconocidos y otras inéditas hasta ahora en una exposición.

Historia

«La relación de Sevilla con el río va mar¬cada por un intento de acercarse al mar. Y no por casualidad, sino porque a lo largo de muchos siglos Sevilla debió su esplendor a la circunstancia de contar con un magnifico puerto interior. Hace doscientos años, el recorrido del Guadalquivir desde Sevilla hasta la desembocadura de Bonanza era de ciento veinticuatro kilómetros, distan¬cia que ha disminuido hasta setenta y nueve kilómetros, en 1981. Seis cortas se han trazado en ese periodo, con la intención de acercar nuestra ciudad al mar, aumentar la productividad de la tierra y disminuir los riesgos de desborda¬mientos. Hay que significar que hace dos mil años el recorrido del río se producía por lo que hoy es el centro de la ciudad. Ello nos da una idea de las im¬portantes modificaciones que se realizaron a su paso por Sevilla. La historia de la ciudad, su esplendor y su deca¬dencia van ligados al Guadalquivir.

Hace dos siglos, el recorrido del Guadalquivir desde Sevilla hasta Bonanza, en la desembocadura, era de ciento veinticuatro kilómetros. Hoy, esa distancia se ha reducido a setenta y nueve. Seis cortas realizadas en el trazado primitivo del río entre 1795 y 1972 han permitido aproximar Sevilla al mar, facilitar la navegación, evitar los frecuentes desbordamientos y aumentar la productividad de la tierra en sus márgenes. El cauce del Guadalquivir ha sufrido también importantes modificaciones a su paso por Sevilla capital: el que conocemos ahora no tiene nada que ver con el de hace dos mil años. El hecho de que el río fuera navegable hasta Sevilla ha condicionado la historia de la ciudad, que se ha ido adaptando a él para favorecer su comunicación marítima. No ha sido gratuito este interés: a lo largo de muchos siglos, Sevilla debió su esplendor y su desarrollo al hecho de contar con un magnífico puerto interior, como comenta Carlos Conradi Alonso en un documentado trabajo incluido en Guadalquivires, libro publicado por la Confederación Hidrográfica en su cincuentenario.

Al llegar a las inmediaciones de Alcalá del Río, las aguas del Guadalquivir tie¬nen ya la misma altura que las del mar, lo que provoca que las aguas marinas penetren en él, convirtiendo su último tramo en una ría, sometida al régimen de mareas y navegable. Sólo durante las grandes avenidas, tras fuertes precipita¬ciones, se ve correr el agua hacia la desembocadura. La presa construida en 1931 para el salto hidroeléctrico de Alcalá es hoy la barrera que separa el río de la ría. En la antigüedad esta ría del Guadalquivir era mucho más corta, porque el mar pe¬netraba por lo que hoy son las marismas, llegando hasta el lugar en donde actual¬mente está el pueblo de Los Palacios. Esa zona, en tiempos de los romanos era todavía un lago abierto, el Lago Ligustino, que se unía al mar por cuatro bocas, que luego quedaron reducidas a dos. Importantes arrastres cegaron este lago, formando el estuario y alargando el curso del río hasta su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda. El ancho del estuario llega a ser de hasta cuarenta ki¬lómetros en algunas zonas.

La mano del hombre ha modificado ya las características naturales de la ma¬risma. Se buscaban tres objetivos distin¬tos: mejorar las condiciones de desagüe del río, facilitar la navegación y aumen¬tar la productividad de tan extensa su¬perficie, que hasta entrado el siglo XX tenía un valor prácticamente nulo desde el punto de vista de la agricultura y muy escaso desde el de la ganadería.

Estas tierras, que antes sólo estaban habitadas por ganaderos que cuidaban de toros y ovejas y a las que sólo se podía llegar en barca o a caballo, están hoy al alcance de cualquier vehículo de turismo.

Las obras para facilitar la navegación del Guadalquivir han consistido, funda-mentalmente, en la supresión de las nu¬merosas curvas que antes existían en la parte alta de la ría, mediante la apertura de cauces artificiales o cortas. Con esto se consiguió acortar la longitud a re¬correr por los barcos y se facilitó la na¬vegación al no obligar a las embarcacio-nes a pasar por trayectos en curva, mu¬chas veces cerradas, donde además se sedimentaban los arrastres, con la con¬siguiente pérdida de calado. Por orden cronológico estas cortas han sido:

+ 1795: La corta Merlina, situada frente a Coria del Río, que, con una longitud de seiscientos metros, evitó un torno de diez kilómetros.

+1816: La corta Fernandina o de Bo¬rrego, efectuada aguas arriba de la Isla Menor, que sustituyó, con un trazado de 1.600 metros, el recorrido de dieciséis ki¬lómetros que tenía el cauce natural.

+ 1888: La corta de Los Jerónimos, que con una longitud de seis kilóme¬tros seiscientos metros ahorraba trece kilómetros respecto al cauce primitivo. Las tierras comprendidas entre este cauce y la corta realizada, arrebatadas también a la Isla Menor, pasaron a for¬mar parte de lo que se conoce como la Isla Mínima.

+1926: La corta de Tablada, entre Se¬villa y la Punta del Verde, tiene una longitud de seis kilómetros y en ella están enclavados los muelles actuales y las instalaciones del puerto. Con esta obra se suprimieron los codos de las Delicias, Tablada y Punta del Verde y se acortó el cauce del río en cuatro kilómetros.

Tras el corte de Chapina, construido años después, esta zona se convirtió en una dársena que quedó fuera del cauce vivo del Guadalquivir. La corta de Tablada tuvo una gran importancia, ya que se crea, un nuevo puerto, con ochocientos metros de longitud, y el puente basculante de Alfonso XIII. Esto hizo que la mayor parte del tráfico marítimo de la capital se organizara en los nuevos muelles, de mejores características, alejándolos así del Paseo Colón y permitiendo el embellecimiento de este lugar.

+ 1949: Terminación de la esclusa de la Punta del Verde, al sur, y ejecución del tapón de Chapina, al norte, con inmediatas ventajas de tipo portuario. Su fin era evitar la inundación de los muelles y la paralización de las operaciones durante las avenidas, al quedar todas las instalaciones dentro de la dársena.

+ 1971: Corta de la Punta del Verde que, a diferencia de la anterior, no es recta, sino un arco de circunferencia de dos kilómetros de radio. Tiene una lon¬gitud de tres kilómetros y sólo en su parte final la navegan los barcos. Favorece la navegación en épocas de riadas al suprimir el codo tan acusado que formaba allí el río a la salida o entrada de la esclusa. Además, esta obra mejoró el desagüe del Guadalquivir en Sevilla, y, por consiguiente, las condiciones de seguridad de la población y la vega.

Con estas construcciones y otras de menor entidad se ha conseguido que la distancia de Sevilla a la boca baja del brazo Este, que antes era de ochenta y un kilómetros haya quedado reducida a solo treinta y seis, de las que casi dos tercios corresponden a los cauces artificiales de las cortas. En ambas márgenes, las plantaciones de algodón y, so¬bre todo, arroz han tenido un éxito ex¬traordinario a lo largo del siglo XX. El que la provincia de Sevilla sea hoy la de mayor producción arrocera de España se debe, entre otras cosas, a trabajo de contención y canalización de nuestro río. Unas veinticuatro mil hec¬táreas que lindan con el bajo Guadal¬quivir, en las marismas, están dedicadas a las plantaciones arroceras. Sin embar¬go, la amenaza de dificultades en la co¬mercialización, por el posible exceso de este producto, debería frenar la expansión de la superficie dedicada a este cultivo.

La Sevilla de los romanos, Híspalis, tenía su puerto en lo que hoy es la calle Sierpes. El Guadalquivir pasaba por lo que en la actualidad es el centro de la ciudad. Después se retiró hacia el Al¬jarafe y desde hace varios siglos ha con¬seguido acercarse a la población de tal forma que se hubiese introducido en ella de no habérselo impedido los responsa¬bles de su defensa. La ciudad se fundó y se desarrolló dentro del cauce de ave¬nidas de un río extremadamente torrencial y por consiguiente con crecidas de caudal muy importantes que desaguaban mal, porque en los muchos kilómetros de la ría, de Sevilla hasta el mar, la pendiente es casi inexistente. Estas circunstancias desfavorables se agravaban por el hecho de que a la altura de Se¬villa desembocaban el Tagarete, el Tamarguillo y el Guadaíra, también torren¬ciales y con avenidas capaces de pro¬vocar inundaciones. Distintas obras a lo largo del siglo XX han llegado a encauzar artificialmente al Guadaíra y al Tagarete y el Tamarguillo.

El Archivo General de Indias de Sevilla tiene expuesta una exposición sobre el río Guadalquivir desde el día 10 de octubre pasado y hasta el día 18 de marzo de 2018. Se titula Guadalquivir, mapas y relatos de un río. Imagen y Mirada. Organiza la Exposición la Biblioteca de la Universidad de Sevilla y se apunta un tanto digno de agradecer y felicitar, pues el río es la base histórica de la existencia de la ciudad, su origen y al que debe todo su desarrollo. Estamos, pues, ante un acontecimiento excepcional, y esperamos que los visitantes justifiquen el esfuerzo organizativo y editorial del libro catálogo, que es una obra de arte además de un instrumento infamativo sin antecedentes. Quizá el elemento más moderno de la exposición en el tiempo contemplado sea un mapa croquis realizado por el profesor Jesús Solís Ruiz, que refleja la extensión de terrenos de la ciudad inundados por la riada de 1948, una de las más importantes de las sufridas por Sevilla en la historia. La Exposición está abierta de martes a sábado de 9.30 horas a 17 horas. Y los domingo y festivos desde las 10 horas a las 14 horas. Entregan al visitante un folleto explicativo de la Exposición.

La Exposición está explicada en seis apartados, que son los siguientes: El río como recurso, por José Peral López y Joaquín Cortés José; El río como amenaza, por Manuel Peña Díaz; El río domesticado, por Leandro del Moral Ituarte y Víctor Fernández Salina; El río como mito, por Manuel Parodi Álvarez y Javier Verdugo Santos; El río como proyecto por Víctor Pérez Escolano y José Peral Luque, y El Río gestionado, por Juan Saura Martínez, Nicolás Carbajal Ballet, Rodrigo Carbajal Ballet y José A. Carbajal Navarro. En estos seis apartados se incluyen centenares de imágenes que contribuyen a comprender mejor las realidades que aporta el río a la historia de Sevilla.

«Partiendo del hallazgo de un manuscrito del silgo XVIII, obra del arquitecto Matías José de Figueroa, sobre el río Guadalquivir, esta exposición quiere acercar al visitante a la realidad del que es, sin duda, eje vertebrador de las tierras del Sur de España, definidos geográficamente, en esencia, por el Valle que lleva su nombre, Guadalquivir».

En su conjunto expositivo, la muestra «Esa mirada nos ayuda a descifrar las claves de la interacción que define la naturaleza de todas las culturas fluviales. Así, en su recorrido de seiscientos, cincuenta y siete kilómetros desde su nacimiento en la Sierra de Cazorla, hasta su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda, el río Guadalquivir presenta frente al lado amable de su condición de proveedor de recursos, el de los estragos que causan sus avenidas, que darán lugar a una búsqueda, varias veces secular, de remedios que domeñen su ímpetu».

Una de las evidencias más espectaculares de la exposición es comprobar la evolución que ha sufrido el recorrido del cauce principal de río, especialmente entre Sevilla y Sanlúcar de Barrameda. Las numerosas cortas realizadas han encauzado el caudal del Guadalquivir hasta dominar en gran parte sus ímpetus, produciendo un cambio casi total en el curso de las riadas, azote más conocido del río embravecido.

Impresiona ver los mapas, planos, gráficos y dibujos sobre el río desde la Sierra de Cazorla hasta Sanlúcar de Barrameda. La inmensa mayoría desconocidos y otras inéditas hasta ahora en una exposición.

Historia

«La relación de Sevilla con el río va marcada por un intento de acercarse al mar. Y no por casualidad, sino porque a lo largo de muchos siglos Sevilla debió su esplendor a la circunstancia de contar con un magnifico puerto interior. Hace doscientos años, el recorrido del Guadalquivir desde Sevilla hasta la desembocadura de Bonanza era de ciento veinticuatro kilómetros, distancia que ha disminuido hasta setenta y nueve kilómetros, en 1981. Seis cortas se han trazado en ese periodo, con la intención de acercar nuestra ciudad al mar, aumentar la productividad de la tierra y disminuir los riesgos de desbordamientos. Hay que significar que hace dos mil años el recorrido del río se producía por lo que hoy es el centro de la ciudad. Ello nos da una idea de las importantes modificaciones que se realizaron a su paso por Sevilla. La historia de la ciudad, su esplendor y su decadencia van ligados al Guadalquivir.

Hace dos siglos, el recorrido del Guadalquivir desde Sevilla hasta Bonanza, en la desembocadura, era de ciento veinticuatro kilómetros. Hoy, esa distancia se ha reducido a setenta y nueve. Seis cortas realizadas en el trazado primitivo del río entre 1795 y 1972 han permitido aproximar Sevilla al mar, facilitar la navegación, evitar los frecuentes desbordamientos y aumentar la productividad de la tierra en sus márgenes. El cauce del Guadalquivir ha sufrido también importantes modificaciones a su paso por Sevilla capital: el que conocemos ahora no tiene nada que ver con el de hace dos mil años. El hecho de que el río fuera navegable hasta Sevilla ha condicionado la historia de la ciudad, que se ha ido adaptando a él para favorecer su comunicación marítima. No ha sido gratuito este interés: a lo largo de muchos siglos, Sevilla debió su esplendor y su desarrollo al hecho de contar con un magnífico puerto interior, como comenta Carlos Conradi Alonso en un documentado trabajo incluido en Guadalquivires, libro publicado por la Confederación Hidrográfica en su cincuentenario.

Al llegar a las inmediaciones de Alcalá del Río, las aguas del Guadalquivir tienen ya la misma altura que las del mar, lo que provoca que las aguas marinas penetren en él, convirtiendo su último tramo en una ría, sometida al régimen de mareas y navegable. Sólo durante las grandes avenidas, tras fuertes precipitaciones, se ve correr el agua hacia la desembocadura. La presa construida en 1931 para el salto hidroeléctrico de Alcalá es hoy la barrera que separa el río de la ría. En la antigüedad esta ría del Guadalquivir era mucho más corta, porque el mar pe¬netraba por lo que hoy son las marismas, llegando hasta el lugar en donde actualmente está el pueblo de Los Palacios. Esa zona, en tiempos de los romanos era todavía un lago abierto, el Lago Ligustino, que se unía al mar por cuatro bocas, que luego quedaron reducidas a dos. Importantes arrastres cegaron este lago, formando el estuario y alargando el curso del río hasta su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda. El ancho del estuario llega a ser de hasta cuarenta ki¬lómetros en algunas zonas.

La mano del hombre ha modificado ya las características naturales de la marisma. Se buscaban tres objetivos distintos: mejorar las condiciones de desagüe del río, facilitar la navegación y aumentar la productividad de tan extensa superficie, que hasta entrado el siglo XX tenía un valor prácticamente nulo desde el punto de vista de la agricultura y muy escaso desde el de la ganadería.

Estas tierras, que antes sólo estaban habitadas por ganaderos que cuidaban de toros y ovejas y a las que sólo se podía llegar en barca o a caballo, están hoy al alcance de cualquier vehículo de turismo.

Las obras para facilitar la navegación del Guadalquivir han consistido, fundamentalmente, en la supresión de las numerosas curvas que antes existían en la parte alta de la ría, mediante la apertura de cauces artificiales o cortas. Con esto se consiguió acortar la longitud a recorrer por los barcos y se facilitó la navegación al no obligar a las embarcaciones a pasar por trayectos en curva, muchas veces cerradas, donde además se sedimentaban los arrastres, con la consiguiente pérdida de calado. Por orden cronológico estas cortas han sido:

+ 1795: La corta Merlina, situada frente a Coria del Río, que, con una longitud de seiscientos metros, evitó un torno de diez kilómetros.

+1816: La corta Fernandina o de Bo¬rrego, efectuada aguas arriba de la Isla Menor, que sustituyó, con un trazado de 1.600 metros, el recorrido de dieciséis ki¬lómetros que tenía el cauce natural.

+ 1888: La corta de Los Jerónimos, que con una longitud de seis kilómetros seiscientos metros ahorraba trece kilómetros respecto al cauce primitivo. Las tierras comprendidas entre este cauce y la corta realizada, arrebatadas también a la Isla Menor, pasaron a formar parte de lo que se conoce como la Isla Mínima.

+1926: La corta de Tablada, entre Sevilla y la Punta del Verde, tiene una longitud de seis kilómetros y en ella están enclavados los muelles actuales y las instalaciones del puerto. Con esta obra se suprimieron los codos de las Delicias, Tablada y Punta del Verde y se acortó el cauce del río en cuatro kilómetros.

Tras el corte de Chapina, construido años después, esta zona se convirtió en una dársena que quedó fuera del cauce vivo del Guadalquivir. La corta de Tablada tuvo una gran importancia, ya que se crea, un nuevo puerto, con ochocientos metros de longitud, y el puente basculante de Alfonso XIII. Esto hizo que la mayor parte del tráfico marítimo de la capital se organizara en los nuevos muelles, de mejores características, alejándolos así del Paseo Colón y permitiendo el embellecimiento de este lugar.

+ 1949: Terminación de la esclusa de la Punta del Verde, al sur, y ejecución del tapón de Chapina, al norte, con inmediatas ventajas de tipo portuario. Su fin era evitar la inundación de los muelles y la paralización de las operaciones durante las avenidas, al quedar todas las instalaciones dentro de la dársena.

+ 1971: Corta de la Punta del Verde que, a diferencia de la anterior, no es recta, sino un arco de circunferencia de dos kilómetros de radio. Tiene una longitud de tres kilómetros y sólo en su parte final la navegan los barcos. Favorece la navegación en épocas de riadas al suprimir el codo tan acusado que formaba allí el río a la salida o entrada de la esclusa. Además, esta obra mejoró el desagüe del Guadalquivir en Sevilla, y, por consiguiente, las condiciones de seguridad de la población y la vega.

Con estas construcciones y otras de menor entidad se ha conseguido que la distancia de Sevilla a la boca baja del brazo Este, que antes era de ochenta y un kilómetros haya quedado reducida a solo treinta y seis, de las que casi dos tercios corresponden a los cauces artificiales de las cortas. En ambas márgenes, las plantaciones de algodón y, sobre todo, arroz han tenido un éxito extraordinario a lo largo del siglo XX. El que la provincia de Sevilla sea hoy la de mayor producción arrocera de España se debe, entre otras cosas, a trabajo de contención y canalización de nuestro río. Unas veinticuatro mil hectáreas que lindan con el bajo Guadalquivir, en las marismas, están dedicadas a las plantaciones arroceras. Sin embargo, la amenaza de dificultades en la comercialización, por el posible exceso de este producto, debería frenar la expansión de la superficie dedicada a este cultivo.

La Sevilla de los romanos, Híspalis, tenía su puerto en lo que hoy es la calle Sierpes. El Guadalquivir pasaba por lo que en la actualidad es el centro de la ciudad. Después se retiró hacia el Aljarafe y desde hace varios siglos ha conseguido acercarse a la población de tal forma que se hubiese introducido en ella de no habérselo impedido los responsables de su defensa. La ciudad se fundó y se desarrolló dentro del cauce de avenidas de un río extremadamente torrencial y por consiguiente con crecidas de caudal muy importantes que desaguaban mal, porque en los muchos kilómetros de la ría, de Sevilla hasta el mar, la pendiente es casi inexistente. Estas circunstancias desfavorables se agravaban por el hecho de que a la altura de Sevilla desembocaban el Tagarete, el Tamarguillo y el Guadaíra, también torrenciales y con avenidas capaces de provocar inundaciones. Distintas obras a lo largo del siglo XX han llegado a encauzar artificialmente al Guadaíra y al Tagarete y el Tamarguillo