Casa de los Pinelo. Seis siglos latiendo en Santa Cruz

Su fundador, Francisco Pinelo, fue el banquero de los Reyes Católicos. Hoy su casa es sede de tres academias

05 mar 2018 / 15:49 h - Actualizado: 06 mar 2018 / 09:11 h.
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  • La Casa de los Pinelo, con seis siglos de historia, se alza en la calle Abades del barrio Santa Cruz. / Fotos: Jesús Barrera
    La Casa de los Pinelo, con seis siglos de historia, se alza en la calle Abades del barrio Santa Cruz. / Fotos: Jesús Barrera
  • Escultura de Ismael Lagares en la colección de arte contemporáneo. / J. B.
    Escultura de Ismael Lagares en la colección de arte contemporáneo. / J. B.
  • Vista parcial del patio de acceso que puede verse desde la calle.
    Vista parcial del patio de acceso que puede verse desde la calle.
  • Detalle de la colección de arte oriental.
    Detalle de la colección de arte oriental.
  • Biblioteca de la Real Academia de Buenas Letras. / J. B.
    Biblioteca de la Real Academia de Buenas Letras. / J. B.
  • Detalle del interior de la Casa de los Pinelo. / J. Barrera
    Detalle del interior de la Casa de los Pinelo. / J. Barrera
  • Salón principal. / J. B.
    Salón principal. / J. B.
  • Vista parcial de la Capilla de la Casa de los Pinelo. / Jesús Barrera
    Vista parcial de la Capilla de la Casa de los Pinelo. / Jesús Barrera

Si el barrio de Santa Cruz es sinónimo constante de asombro; cuando perdidos por la calle Abades contemplamos el compás que, abierto de par en par, nos muestra el patio principal de la Casa de los Pinelo, el gesto se torna casi en genuflexión hacia un edificio que se alza ejemplarmente conservado y en el que confluyen nada menos que seis siglos de historia.

Como toda casa, el visitante se acerca con prudencia, mira como si se sintiera vigilado e inmortaliza esa primera estancia con la cámara. Sin embargo, todo el inmueble es visitable. Construido y habitado originalmente por la familia genovesa de los Pinelo; su fundador, Francisco Pinelo, fue banquero de los Reyes Católicos, amigo de Cristóbal Colón y mecenas de la Casa de Contratación en las Indias.

Propiedad del Ayuntamiento de Sevilla trasvasada a la Junta de Andalucía, durante los próximos 75 años la Casa de los Pinelo continuará siendo residencia y, en buena medida responsabilidad, de las tres academias que residen en ella, la de Buenas Letras, la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría y la de Medicina. Cada una tiene sus propias estancias, compartiendo otras. «Esta casa está en el corazón de la ciudad, en la zona más alta de Sevilla; en tiempos la hoy calle Abades era una arteria principal», explica Ramón Queiro, arquitecto conservador de los Pinelo y miembro de la Real Academia de Bellas Artes.

El perfil institucional de la casa hace que hoy pase desapercibida a muchas personas que creen que sus muros son infranqueables. «Nada más lejos de la realidad, agradecemos las visitas y estamos convencidos de que este sitio tiene mucho que aportar», defiende Queiro. En esencia, los Pinelo es un gran titán cultural, no solo por las mentes privilegiadas que atesora y que se reúnen en sus tres academias, también por el aspecto puramente patrimonial y expositivo.

Por ejemplo puede contemplarse aquí una copia «excepcional» de 1874 de la obra de Murillo Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos, debida a Eduardo Carrió. Y más desconocida aun es la Colección de Arte Oriental. «Hace un año que creamos una sala dedicada a la donación del Padre Fernando García Gutiérrez, de la Compañía de Jesús», dice Queiro. «Más de un centenar de objetos de China y Japón, entre los que se encuentran pinturas, esculturas, cerámica, piedras duras y platería... es una de las mejores de España», asegura el arquitecto.

Las tres academias que concurren aquí están por la labor de «fomentar las visitas colectivas y guiadas». «No buscamos tanto incrementar a toda costa el número de visitantes; lo que queremos es que este lugar sea apreciado en toda su dimensión; mostrar la Casa de los Pinelo como lugar de cultura y de conocimiento», explica Queiro. Algo que puede hacerse, por ejemplo, mediante las visitas nocturnas, a puerta cerrada, que propone un par de veces al mes la empresa Engranajes Culturales.

El recorrido parece pequeño en comparación con otras casas palacio en la que priman los jardines y la construcción en sí. Veremos aquí también imponentes artesonados, salones –como el principal de la casa– y columnas genovesas adornadas con medallones que representan a hombres y mujeres ilustres. O una escalera por la que subiremos y que da acceso a una de las salas en las que, cuenta la leyenda, nació San Juan de Ribera.

Sin embargo, lo que más nos llama la atención cuando deambulamos por los Pinelo es la riqueza cultural que han ido depositando en ella sus distintos moradores. Encontramos aquí, por ejemplo, las actas de nacimiento y defunción de Bartolomé Esteban Murillo, un creador además muy presente durante este año con una gran cantidad de reproducciones de su obra. También se conserva un manuscrito por el cual el pintor sevillano daba por fundada la, así llamada, Academia del Arte de la Pintura.

En el patio que antecede a la Academia de Medicina, una armoniosa escultura de la diosa romana Pomona preside el jardín, una obra que hace años estuvo en la fachada principal del Mercado de la Encarnación. «No hay ningún museo en Andalucía ni ninguna otra casa palacio que atesore una colección de escultura contemporánea como la nuestra», considera Ramón Queiro. En efecto, creaciones de Antonio Gavira, Juan de Ávalos y Taborda y Enrique Pérez Comendador, entre otros, circundan toda la galería superior.

La colección de pintura, menos conocida que la de otros espacios sevillanos, no es menos relevante. En la Sala Murillo contemplaremos un intimista y muy singular Retrato de su madre de Alfonso Grosso, así como varias obras de Manuel Cabral Bejarano. Sorprende encontrarnos, de pronto, con un pequeño óleo de Picasso, Negro danger, de 1907, que tras una azarosa historia fue a parar a los Pinelo perfectamente reconocido como una obra original del malagueño. No es la única obra contemporánea que veremos, la Real Academia Santa Isabel de Hungría realiza cada otoño una Exposición Internacional de Pintura y Escultura; fruto de la cual ha ido atesorando creaciones como la muy singular escultura del onubense Ismael Lagares, Thor, un pequeño perro que es todo un estallido de color, una estatua pop que, por el contraste en un contexto como este, ha resultado estar entre lo más retratado de toda la casa.

La visita quedaría incompleta sin pasar por la capilla, presidida por una talla de la Virgen de la Hiniesta con el Niño, reproducción de la original, tallada en los siglos XII-XIII. Además, dos bibliotecas visitables y cuyo acceso está permitido previa petición conviven aquí. De un lado la dedicada a la historia del arte, propiedad de la Academia de Bellas Artes, en la planta alta; de otra, la de Buenas Letras, consagrada a temas sevillanos, poesía y literatura, en la planta baja. Rejas góticas, frisos de estuco, una espectacular araña de cristal... los Pinelo parece agrandarse a medida que se nos van abriendo sus puertas. Una estrechísima escalera de caracol nos lleva al torreón. Vemos el barrio de Santa Cruz y nos sentimos parte de la historia.