Es una casa que comienza a construirse a finales del siglo XV y principios del XVI. Es el palacio de los Adelantados Mayores de Andalucía pero popularmente conocida como la Casa de Pilatos.
Su auge y época de mayor esplendor es en pleno siglo XVI, es el I Marqués de Tarifa, hijo de los Adelantados Mayores de Andalucía, quien acomete las grandes reformas. Don Fadrique Enríquez de Ribera que había estado en Italia, se impregna de la arquitectura renacentista y la traslada a su palacio sevillano. Grandes modificaciones se hacen en estos años, el patio principal de entrada pasa de ser rectangular a cuadrado, abre los pórticos laterales, se traen todas las columnas de Italia y la fuente central se encarga en un taller de Génova, el taller de Aprile. Las cuatro esculturas colosales que se sitúan en cada esquina del patio fueron traídas de Italia y son copias romanas de originales griegos, las trae Don Perafán de Ribera, I duque de Alcalá y II marqués de Tarifa que fue virrey en Nápoles. También este aristócrata trajo todos los bustos de emperadores clásicos que se encuentran salpicados en este espectacular lugar y donde encontramos desde los más antiguos hasta Carlos V.
Es una época de esplendor con los Reyes Católicos y hay que recordar que don Pedro Enríquez era familia de los monarcas, de la casa de los Trastamaras.
Es relevante resaltar que en el siglo XVII es cuando la casa de los Enríquez de Ribera se une al linaje de los Medinaceli, que desde entonces hasta ahora rigen la Casa. Doña Victoria Eugenia Fernández de Córdoba, la décima octava Duquesa de Medinaceli, es la que en el año 1978 constituye la Fundación Casa Ducal de Medinaceli. Una Grande de España que fallece en el año 2013, que vivió gran parte de su vida en Sevilla y que marcó un antes y un después en esta aristócrata familia por todo el esfuerzo y empeño que puso en mantener el patrimonio conseguido durante siglos de historia de uno de los títulos más antiguos de España, creado en 1479 por la Reina Isabel la Católica.
El Salón del Pretorio es uno de los salones reformados en el siglo XVI, el artesonado es bellísimo y tiene los escudos nobiliarios de la Casa, de los antepasados de don Fadrique. En esta estancia son muy relevantes los azulejos que son ya de Cuenca y tiene una técnica que permitió que se pudieran hacer muchos moldes diferentes, hay hasta ciento cincuenta azulejos distintos.
El Jardín Chico es un lugar singular que le da más importancia a esta Casa si cabe. Es de las pocas casas privilegiadas que tenía agua de pie, agua que venía directamente de Los Caños de Carmona, una distinción que sólo tenían unas veinte casas y que concedía el Alcázar.
El Salón del Descanso de los Jueces es donde se encuentra la Capilla de la Flagelación que conserva el suelo original de ladrillo vidriado y las bóvedas góticas.
El jardín Grande, una de las joyas de este palacio, era en principio una huerta y en el siglo XVI el I duque de Alcalá Perafán de Ribera, envía a su arquitecto Benvenuto Tortello a que construya las impresionantes logias abiertas al jardín para albergar su construcción escultórica. En los tondos y todas las hornacinas hay esculturas. La gruta con La Ninfa Dormida también se encuentra en este lugar y es un tipo de construcción que gustaba mucho en el renacimiento, prueba de ello es que en el Alcázar está la galería de grutescos.
En 1518 el segundo propietario, don Fadrique, hizo una peregrinación a Jerusalén y, durante ese viaje, contando los pasos descubrió que entre la casa verdadera de Pilatos y El Calvario había la misma distancia que entre su casa palacio de Sevilla y la Cruz del Campo. Por esta coincidencia creó un viacrucis entre estos dos puntos. La primera estación de penitencia sería en la plaza, en la fachada, en este lugar hay una cruz y en ella se contaba el momento en que Pilatos se lavaba las manos, Jesús ante Pilatos. Por ello en aquella época el pueblo comenzó a relacionar la casa con el nombre de Pilatos, es un nombre popular. Se dice también que ese viacrucis podría ser el origen de la Semana Santa en Sevilla.
La planta alta también la construye don Fadrique y lo hace pensando en que la finalidad sea la segunda vivienda, la estancia de invierno. Una gran colección pictórica y gran parte del mobiliario se conserva en esta planta. Estas estancias han tenido un uso diario hasta hace relativamente poco y hoy día aún se utilizan esporádicamente de manera familiar. Una de las más llamativas es la sala de Pacheco, Francisco Pacheco, maestro y suegro de Velázquez, sevillano internacional y llamada así por sus pinturas que decoran la sala y donde se hace alusión a las virtudes, a los vicios y a Hércules como modelo a seguir y por su vinculación con la fundación de Sevilla.
Reformas al gusto romántico, ejecutadas a mediados el siglo XIX, completan su pintoresca fisonomía, síntesis armoniosa del gótico-mudéjar, el renacimiento y el romanticismo.
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