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Cerca de 7.000 kilómetros de ríos subterráneos

La extensa red de saneamiento y distribución de agua de la empresa metropolitana es tan desconocida como imprescindible para la ciudad

10 may 2017 / 21:17 h - Actualizado: 11 may 2017 / 08:51 h.
"Emasesa","La Sevilla subterránea"
  • El centro de control de Emasesa, donde se gestiona toda la actividad de la enorme red de la empresa municipal, en la lluviosa mañana de ayer. / Jesús Barrera
    El centro de control de Emasesa, donde se gestiona toda la actividad de la enorme red de la empresa municipal, en la lluviosa mañana de ayer. / Jesús Barrera
  • Un operario desciende hasta un colector. / El Correo
    Un operario desciende hasta un colector. / El Correo

Existe una Sevilla subterránea de la que depende la vida cotidiana de absolutamente todo el mundo. Entre esa intrincada red de suministros destaca la de agua, que en Sevilla y otros once municipios gestiona la Empresa Metropolitana de Abastecimiento y Saneamiento de Aguas de Sevilla (Emasesa). Algunos datos sobran para justificar la afirmación, más allá de la evidencia de que nadie a estas alturas se plantearía la posibilidad de que de sus grifos no saliera agua. La red de distribución cuenta con 3.865 kilómetros de tuberías y con 182.081 acometidas de agua. La red de saneamiento, por su parte, tiene una longitud de alrededor de 3.000 kilómetros, 1.900 ellos en Sevilla capital.

Ante semejantes magnitudes, mejor ir por partes.

La red de distribución es la que capta el agua en los pantanos y acaba por llevarla a cada cliente de los municipios a los que da servicio Emasesa: Sevilla, Dos Hermanas, Alcalá de Guadaíra, Mairena del Alcor, Coria del Río, Puebla del Río, San Juan de Aznalfarache, Camas, La Rinconada, Alcalá del Río, El Ronquillo y el Garrobo.

Otra cuestión obvia que también conviene recordar es que por las canalizaciones de Emasesa no circula sólo agua potable, sino también agua para baldeo –la que emplea Lipasam– y agua bruta, que es como se denomina el agua que se toma del río y se distribuye por la Cartuja para su empleo en labores de climatización. También en la Cartuja existe otra red, en este caso para su empleo contra posibles incendios.

Las redes de saneamiento, por otro lado, son las que trasladan el agua, una vez que ha llegado a la vivienda, el local o la industria, a la depuradora. Dicho de modo muy resumido, porque todo en las conducciones de agua requiere de una tremenda labor de ingeniería.

En las redes de saneamiento es donde están los grandes colectores, empezando por el de mayores dimensiones: el Emisario Puerto, que cuenta con un diámetro de hasta 5,2 metros. Por ese sendero subterráneo se puede caminar por Marqués de Paradas y Torneo hasta la estación depuradora del río Guadaíra, pegada a Palmas Altas, ya en la frontera de la SE-30.

Las medidas de seguridad han hecho que, en la actualidad, las visitas de los trabajadores se hayan restringido. Hasta hace algunos años, los operarios entraban en los colectores de 1,5 metros; ahora sólo bajan a partir de un diámetro de 1,8 metros. En los más pequeños, Emasesa realiza sus labores de control y acondicionamiento con diversos medios: pértigas equipadas con cámaras de televisión o pequeños robots. El futuro, probablemente no muy lejano, pasa por la incorporación de drones, cuestión en la que el Canal de Suez es pionero a nivel mundial.

Las cifras del departamento de saneamiento son, de nuevo, tremendas: limpian 1.000 kilómetros de redes cada año, periodo en el que limpian también unos 112.000 imbornales. Disponen de 60.000 imbornales en captación de superficie en la capital y otros de 60.000 en área metropolitana. Emasesa cuenta además con 40.000 pozos de registros, que son sus puntos de acceso a la red bajo tierra y que están separados entre 25 y 35 metros en la ciudad, y en torno a 75 o 100 metros en otras zonas.

La empresa dispone además de seis plantas depuradoras, que depuran «1.800.000 personas de población equivalente», una planta de compostaje, 24 estaciones de bombeo de aguas residuales por impulsión, 37 estaciones de bombeo de aguas pluviales y tres tanques de tormenta: en Alcalá de Guadaíra, en Dos Hermanas y en Sevilla capital, bajo la Alameda de Hércules.

Éste último tiene una planta circular de 25 metros de diámetro, una profundidad de 25 metros y un volumen de explotación de 11.000 metros cúbicos. Tiene la particularidad de que su vaso de retención se ideó como la estación de metro de la Alameda, ejecutada en los años 70 y abandonada para ese proyecto. Ahora, se ha convertido en un elemento que evita las inundaciones de una cuenca vertiente importante, con graves problemas históricos de drenaje y sin otro tipo de solución viable, puesto que se ubica en una de la zonas de Sevilla con menor altura sobre el nivel del mar, que corría un alto riesgo de inundaciones por la lluvia. Los días más lluviosos de la primavera del año pasado, el tanque de tormentas de la Alameda recogió 10.000 metros cúbicos de agua.

Un poco de historia

Que la red de Emasesa sea consecuencia de un largo y laborioso trabajo de ingeniería no quiere decir que los ingenieros no hayan mirado el terreno antes de trabajar sobre él. Al contrario. Porque el Guadalquivir, el Tamarguillo y el Tagarete ejercieron durante siglos de redes de alcantarillado de la ciudad, y eso mismo continúan siendo –además de más cosas en el caso del Guadalquivir–, pero soterrados y convenientemente domesticados. Hasta tienen sus afluentes y todo, como las tenían los ríos.

El hecho de que los colectores sean verdaderos ríos hace que precisamente los días de lluvia no se pueda bajar. El riesgo sería ser arrastrado sin solución por la corriente.

Ese mismo carácter de río, de corriente de agua, es un argumento que desmonta uno de las ideas que suelen aparecer en la cabeza de quienes piensan en las canalizaciones subterráneas sin conocerlas: la de la existencia de animales de todo tipo, con abundancia –en el tópico– de ratas y cucarachas. Que existen, pero no son dueños y señores del subsuelo, y menos en las grandes canalizaciones.

Trabajo coordinado

La ingente red de Emasesa y su plantilla se gestionan de manera coordinada. Para esa labor de centralización es fundamental la labor del Centro de Control de Operaciones y Planificación. Aquí llega información de las distintas instalaciones remotas de la empresa, que son alrededor de 200, que emiten unas 40.000 señales aproximadamente, que llegan en tiempo real.

A partir de ahí, realizan una priorización y una jerarquización. Se acometen luego actuaciones sobre las incidencias, bien de forma remota, bien con la movilización de equipos de redes o mantenimiento.

En el departamento de Planificación, que se ubica a un paso del centro de control, se reciben –y esto le interesa al ciudadano de a pie– todas las llamadas y avisos de clientes, incluida la clásica llamada de quien tiene problemas con el suministro. A_partir de ahí, se decide la manera de solucionar la incidencia en cuestión.

En ocasiones, supondrá la necesidad de descender al subsuelo, que es mucho descender. Emasesa tiene pozos de hasta 19 metros de profundidad, a los que hay que bajar, convenientemente asegurados. pero por una escalera, sin ascensor, ni montacargas.

No llegó tan abajo, pero sí que vivió en las canalizaciones durante cerca de un año el Lute con toda su familia, en la zona del Tamarguillo y la Ranilla. Salieron de los túneles por prescripción médica, porque la contaminación que acumulaban era más que peligrosa. De vuelta a la superficie, la Policía detuvo al famoso delincuente en un abrir y cerrar de ojos en Juan XXIII. Eran otros tiempos.

Una solitaria línea de metro de 19 kilómetros y tramos en superficie

El Metro de Sevilla es, evidentemente, la otra gran infraestructura del subsuelo sevillano. La línea 1, la única que existe, fue aprobada por la Junta de Andalucía en el año 2000 y aprovechó parte de la infraestructura construida en los años 70 y 80. La apertura de las primeras estaciones de la línea 1 se anunció inicialmente para verano de 2006, pero para esa fecha quedaban por ejecutar más de la mitad de las obras del trazado. Finalmente, quedó inaugurada el 2 de abril de 2009, Viernes de Dolores, y ese día ya se habló de la ampliación... hasta hoy. Esta solitaria línea conecta el sur del Aljarafe y Dos Hermanas, y cruza el casco urbano de Sevilla en sentido oeste-este, con 19 kilómetros de longitud. El Metro, como es sabido, trascurre tanto bajo tierra como en superficie. De sus 22 paradas, siete son en superficie y las 15 restantes, subterráneas.