Científicas, la investigación se feminiza pero no la dirección de equipos

Crecen las mujeres en ramas de ciencias pero hay un techo de cristal

07 mar 2017 / 23:10 h - Actualizado: 07 mar 2017 / 23:15 h.
"Día de la Mujer"
  • De izda. a dcha: Alejandra Guerra, bioquímica y trabaja en el Instituto de Investigaciones Químicas, y Asunción Fernández, del Instituto de Ciencias de Materiales.
    De izda. a dcha: Alejandra Guerra, bioquímica y trabaja en el Instituto de Investigaciones Químicas, y Asunción Fernández, del Instituto de Ciencias de Materiales.

Alejandra Guerra (29 años) viene de familia de músicos y artistas plásticas pero cuando «estando en 3º de Primaria rebotó una puerta y yo pregunté por qué» o cuestionaba «por qué por las noches no veía los colores», su madre se dio cuenta de que lo suyo no eran las artes sino las ciencias y empezaron a regalarle telescopios y a llevarla a exposiciones didácticas. «Desde chica yo quería ser científica, lo que sabía era en qué rama», explica, hasta que se decantó por la bioquímica, que estudió en la Universidad de Sevilla en aulas en las que la mitad del alumnado eran chicas y donde recibió clases de varias profesoras e «incluso ya había catedráticas». Hoy trabaja en el Instituto de Investigaciones Químicas (centro mixto del CSIC y la Hispalense), y en su equipo hay 13 miembros, de los que cinco son mujeres.

Sabe que «cada vez se van mejorando las condiciones, recuerdo que tenía compañeras que sus becas de investigación no contemplaban el permiso de maternidad y la mía ya sí». Pero también ve que aún quedan retos, sobre todo, en la incorporación de la mujer a cargos de poder. En su equipo, hay una dirección mixta pero si bien Guerra reconoce que ve más equilibrio de género entre los colegas investigadores, sobre todo en el campo de las ciencias sanitarias «más que en las tecnológicas», aún detecta que en los puestos directivos y de jefes de equipo «imperan más los hombres» aunque reconoce que «depende del campo» y de la mayor o menor presencia de mujeres en éste. Eso se nota también en que «para componer un tribunal, no siempre se puede hacer igualitario porque no hay mujeres o no que tengan los méritos requeridos», explica.

Es la misma sensación que tiene Asunción Fernández, una de las primeras investigadoras que entró en 1986 en el Instituto de Ciencias de Materiales de Sevilla (también un centro mixto del CSIC y la Hispalense) creado ese año. Fernández se licenció en Química en la Universidad de Cádiz en 1980 y recuerda que «ya había varias mujeres estudiantes, incluso monjas que hacían la carrera para luego dar clase en sus colegios, y también profesoras». En 1983 terminó su tesis en la Universidad de Dortmund (Alemania) y de regreso a España entró en el Departamento de Química de la Universidad de Sevilla hasta que al poco se creó el Instituto de Ciencias de Materiales. En este tiempo «nunca hemos tenido diferencias de salarios ni nada» y asegura que «el mundo científico siempre ha sido más abierto y progresista que otros porque es muy universal e internacional» por lo que no ha experimentado situaciones de recelos o discriminación con sus colegas hombres.

Son las «limitaciones del contorno social para una profesión que es muy demandante, en la que necesitamos movernos mucho y pasar temporadas largas en otros centros por ejemplo» las que, a su juicio, hacen que mientras que la presencia de hombres y mujeres se va equilibrando entre los investigadores que están haciendo la tesis o en los primeros estadíos de los equipos, «en los niveles más altos es donde ya hay discrepancias», señala Fernández en coincidencia con Guerra. Pone un ejemplo: «En mi grupo de clase somos 22 y una catedrática de Universidad y yo profesora de investigación del Instituto de Ciencias de Materiales».

«Las cosas van cambiando pero no en la proporción que esperarías para el número de alumnas que hay. Eso va más rápido que la evolución en los niveles más altos», admite. Y curiosamente por su experiencia en el extranjero no es una cuestión en la que España sea distinta a otros países europeos. «Al contrario, en otros países las mujeres tienen más asumido por ejemplo acogerse a medias jornadas», dice, y eso tiene su repercusión al acceder a puestos altos.