Colonia Iulia Romula Hispalis

25 may 2017 / 21:59 h - Actualizado: 25 may 2017 / 22:10 h.
"Historia","La Sevilla romana"
  • Detalle del mosaico de la Medusa en el enclave arqueológico del Antiquarium. / Fotos: El Correo
    Detalle del mosaico de la Medusa en el enclave arqueológico del Antiquarium. / Fotos: El Correo

«Julio César fue el instaurador de Hispalis, a la cual dio el nombre de Julia Rómula haciéndolo derivar del suyo y del de Roma. Debe su denominación de Hispalis al lugar en que fue emplazada porque se levantó sobre un suelo palustre, sostenida por maderos fijos en el fondo de las aguas, para que no se hundiera en aquel terreno resbaladizo e inestable», escribió San Isidoro de Sevilla en sus Etimologías. La primera referencia escrita que aparece del nombre de Sevilla la hace Julio César en su Bellus civile (La Guerra civil).

La ciudad adaptó el nombre de Hispalis desde el año 206 a.C, y se convirtió en una de las principales colonias del sur de la Península Ibérica. Sevilla fue conquistada por los romanos a los cartagineses durante las Guerras Púnicas. A partir de entonces, este enclave estratégico se utilizó como capital mercantil, mientras que la aristocracia se instaló en la lujosa Itálica, donde nacieron Trajano, Adriano y Teodosio, los emperadores hispanos del Imperio. La consecuencia más importante de la Segunda Guerra Púnica fue que todas las ciudades tenían que pagar a Roma un tributo o stipemdium, con lo que es muy probable que Hispalis también estuviera en esta situación.

El proceso de riqueza en Hispalis se acelera tras el triunfo de César sobre Pompeyo en la Guerra Civil. Hacia el siglo I a.C. Hispalis se dota de una muralla y logra el título de Colonia Romana. Hispalis, a orillas del río Guadalquivir, se puede considerar la capital comercial e industrial de corte hispano-romana. Entre el 68 y el 65 a.C., se erigieron las murallas y sus torreones, sustituyendo a la antigua empalizada cartaginesa que protegía la ciudad. Julio César registró en su relato de la Guerra Civil contra Pompeyo que la Hispalis romana tenía muralla. La excelente relación de Cesar con Hispalis se vio nuevamente refrendada en el 45 a.C. cuando convierte a los sevillanos en ciudadanos romanos de pleno derecho.

Hispalis se encontraba geográficamente en una situación muy privilegiada al estar tan cerca del cauce de un río navegable, el Guadalquivir, y a su vez en la intersección de dos grandes ciudades, Córdoba y Cádiz. Todo esto provocó la aparición de una gran urbe por la gran fertilidad de sus tierras y por estar incluida en las rutas comerciales marítimas.

Cicerón en su obra Ad familiaris acusa a Balbo de haber arrojado a las fieras a un ciudadano romano de Híspalis por ser deforme. Este ciudadano da la pista de que parece que existía un anfiteatro. A mediados del siglo I a. de C. la ciudad estaba rodeada de una gran muralla con un importante puerto con astilleros y dotada de un foro y un anfiteatro para el espectáculo con fieras. También se han realizado excavaciones que han aportado datos de cómo era el urbanismo. La muralla estaba realizada con una base de piedras irregulares sobre las que se asienta el tapial.

La ciudad empezó a crecer por la zona norte del antiguo altozano. El perímetro recorrería desde la calle Muñoz y Pabón hasta la Plaza de Santa Catalina. De ahí partía la parte norte del Cardo Máximo, que se prolongaba por Alhondiga, Cabeza del Rey Don Pedro, Alfalfa, Corral del Rey y Abades. La localización del Decumano Máximo nacía en su parte este de la Puerta de Carmona, seguía por la calle Águila hasta cruzarse con el Cardo Máximo de la Alfalfa, siguiendo por la calle Alcaicería hasta llegar a la zona oeste de la plaza del Salvador.

Durante la primera mitad del s. I d. C. el proceso de expansión de la ocupación experimentó un avance sin precedentes hasta el momento, articulándose mediante el establecimiento de una trama urbana perfectamente organizada, distribuida en paralelo a la orilla del río. Desde fines del s. I, y sobre todo a partir del segundo cuarto del s. II, se produce una sustitución generalizada de antiguos ámbitos productivos/comerciales a favor de una ocupación doméstica, especialmente patente en la zona septentrional de la ciudad

Según la información epigráfica y arqueológica el momento más importante de Hispalis se ha de situar en el siglo II d. C. . Surge de un establecimiento agrícola, que desarrolla un intercambio comercial y de expedición de productos. Hispalis es el lugar de embarque de las ánforas olearias desde la fundación del Imperio con Augusto. Fue la capital del comercio, no solo de la Bética, sino del Mediterráneo romano del extremo Occidental, gracias a los productos del valle del Guadalquivir.

La navegabilidad del río Betis es fundamental para comprender el papel histórico de Hispalis y de establecer una fundación una colonia en sus orillas. Desde la época Augustea, la navegación por el río Betis se realizaba durante todo el año hasta Corduba, y estacionalmente a las cercanías de Cástulo.

Los arqueólogos que realizaron las catas previas al soterramiento de los contenedores de Lipasam se encontraron con la sorpresa de dar con una estructura de sillares romanos del siglo I que se corresponde muy probablemente a un dique, malecón, muelle o a la propia muralla de la ciudad que confirmaría que el cauce del Guadalquivir pasaba exactamente por el trazado de la actual calle Sierpes para, en épocas posteriores, ir desplazándose hacia la Plaza del Duque hasta llegar a la localización actual. Este muro también ofrece información fiable del límite de la ciudad. El río de entonces (el Baetis romano) era muy diferente al de hoy, un río muy mediterráneo y tan vivo como para ir paulatinamente desplazándose lateralmente en sentido Oeste hasta su ubicación actual, tal como se refleja en las investigaciones del profesor Francisco Borja.

Así pues desde los últimos años del siglo I a.C., este eje fluvial se convirtió en la principal salida de los metales extraídos en Sierra Morena, y de todas las actividades productivas llevadas a cabo en Hispalis. Alrededor de esta intensa actividad portuaria se desarrolló una importante industria naval, fabricándose naves de un cierto nivel y envergadura, repercutiendo además, en el trabajo de los astilleros en: reparación de velas, cascos, y los propios barcos. Se desarrolla la industria de la cerámica para el envase y transporte de los numerosos productos con los que se comercializaba: ánforas, contenedores y vasijas.

Centro agrícola y comercial de primera magnitud, siendo el distrito fiscal del valle del bajo Guadalquivir. Es una de las ciudades más importantes de la Bética. Su puerto se convirtió en el lugar de almacenamiento y distribución del aceite bético. Destacaba la producción de aceite que era exportado a Roma. Se sabe por el monte que se formó en las proximidades de Roma los restos de ánforas, que transportaban este producto, monte Testaccio.

También hay que destacar la ganadería, criada con los pastos inmejorables que tenían en sus valles y colinas, destacando la cría de caballos de una raza selecta que eran capaces de ganar las carreras en Roma.