Cómo protegerse bien del sol

El cuerpo necesita los rayos de sol, pero hay que extremar las precauciones porque no se puede tomar libremente y a todas horas. El cáncer acecha cada vez más

10 jun 2017 / 21:45 h - Actualizado: 10 jun 2017 / 21:45 h.
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  • Una mujer aplica crema protectora en la espalda de su acompañante. / Efe
    Una mujer aplica crema protectora en la espalda de su acompañante. / Efe

El cáncer de piel es uno de los más frecuentes y está provocado por una excesiva exposición a los rayos ultravioletas (UV), ya sean directamente del sol o a través de las cabinas de bronceado. Estos rayos penetran en la piel dañándola, pero sus efectos secundarios no son instantáneos (salvo el cambio de color de la piel) sino que los verdaderamente perjudiciales como el cáncer pueden aparecer mucho después.

Aunque es uno de los tipos de cáncer que se puede tratar más fácilmente y que es más sencillo que otros detectar a tiempo, los ciudadanos siguen sin estar plenamente concienciados del enorme peligro que supone tomar el sol demasiado.

Para evitar esta enfermedad mortal, los expertos insisten en que hay que seguir una serie de consejos básicos para no sufrir la enfermedad. Lo primero y más importante que hay que hacer es evitar la exposición al sol en las horas centrales del día ya que los rayos del sol son más perjudiciales y fuertes entre las doce de la mañana y las cuatro de la tarde. Por ello siempre recomiendan llevar a la playa una sombrilla o, si se está caminando –ya sea por la ciudad o por el campo– intentar siempre ir por la sombra.

Lo siguiente que recomiendan los expertos es utilizar siempre fotoprotectores que, dependiendo del tipo de piel de cada uno, deberá ser de mayor o menor intensidad. Empero, nunca deberá ser inferior al factor 30. También es importante que la crema protectora se aplique antes de la exposición al sol y no cuando ya se esté bajo los rayos del sol. Además, habrá que echarse de nuevo la crema cada dos horas y después de cada baño.

Antes de ponerse al sol, también es conveniente conocer los índices de ultravioletas e infrarrojos que hay ese día y que se pueden consultar en la página web de la Asociación Estatal de Meteorología (Aemet). Según sea el índice, habrá que tomar más o menos precaución, teniendo especial cuidado durante los meses de verano. También hay que tener en cuenta si se estará al sol en la playa, el campo o la nieve dado que el reflejo del sol es distinto. Así, en el agua o en la hierba las radiaciones se reflejan un diez por ciento mientras que en la arena el porcentaje aumenta hasta el 25 por ciento. Cuando se vaya a la nieve habrá que extremar aún más precauciones dado que el reflejo del sol aumenta hasta en un 80 por ciento.

También habrá que tener en cuenta la ropa que se lleve. Los tejidos oscuros protegen más del sol que los claros, y se aconseja también que la indumentaria sea holgada y no vaya ceñida al cuerpo. No hay que olvidar que habitualmente algunas zonas del cuerpo no quedan cubiertas por la ropa (empeines, orejas, cuello), por lo que habrá que extremar las precauciones con ellas.

Los ojos también son muy importantes y, por lo tanto, también han de protegerse. Así, los expertos recomiendan usar gafas de sol grandes que envuelvan todo el ojo. Las gafas, además, tienen que comprarse en un centro especializado, ya que las que se venden en mercadillos y demás suelen llevar cristales que además de no proteger del sol, hacen que las radiaciones solares sea aún más dañinas.

Con los niños también habrá que extremar las medidas de prevención, y antes de los tres años de edad habrá que aplicarle con mucha frecuencia protección solar e incidir igualmente en la ropa, gafas de sol, gorra, etc. Durante la infancia también es muy importante ir educando a los menores para que tomen conciencia del peligro que supone la exposición al sol sin ningún tipo de protección.

Para prevenir el cáncer de piel también es necesario erradicar esa obsesión por tener la piel bronceada. Por ello, los médicos dermatólogos y las organizaciones de la salud aconsejan no utilizar las cabinas bronceadoras, dado que su uso conlleva riesgos. También se desaconseja, lógicamente, que la usen los niños.

Todos estos consejos no tendrían sentido alguno si uno no se examina con cierta frecuencia la piel. Una autoexploración cada dos meses resulta suficiente. En caso de que se vea que hay un lunar nuevo o que alguno ha sufrido algún tipo de cambio, es conveniente acudir al dermatólogo para que lo examine a fondo.

En caso de que se haya producido algún tipo de quemadura, hay que evitar cualquier contacto con el sol hasta que la quemadura haya desaparecido. Además, es conveniente aplicar geles calmantes en la zona afectada y, si el dolor resultara intenso, no sería descartable tomar algún tipo de analgésico como el paracetamol o el ácido acetilsalicílico. Siempre en la farmacia le podrán aconsejar de la forma más correcta tras una primera exploración visual de la quemadura.