¿Cómo que Halloween?

Sevilla importa esta fiesta entre huesos de santo y visitas al cementerio

31 oct 2017 / 07:44 h - Actualizado: 31 oct 2017 / 07:47 h.
"Halloween","Sevilla Al Minuto"
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Estamos viviendo unos meses esperpénticos en todos los sentidos. Llegó un otoño cuyas temperaturas no se dejan notar, Cataluña de repente se cree que es independiente, y ahora resulta que desde este fin de semana pasado se festeja nada más y nada menos que Halloween. Si ya el hecho de celebrarlo la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre no tiene ningún sentido porque no se conmemora absolutamente ningún hito histórico en nuestra tierra, celebrarlo antes de tiempo es el colmo de lo absurdo. Y además durante este pasado fin de semana han sido muchísimas las salas que hicieron fiestas con este mortuorio motivo. ¿Cómo que truco o trato? A esta ciudad no hay quien la entienda.

Por un lado, me encuentro con que gran parte de los más de 700.000 sevillanos participan cada fin de semana de infinidad de procesiones que salen a la calle, haciendo de la ciudad un lugar alegre, por supuesto, y entregado a sus tradiciones. Pero, por otro lado veo a una mitad que se ve que necesita importar costumbres de otros países porque con la nuestra no les basta.

No me queda claro en qué momento se ha puesto de moda disfrazarse de zombie ni con qué objetivo, cuando lo que se ha hecho de siempre ha sido almorzar en familia, merendar huesos de santo, acudir al cementerio para rezar a los seres queridos que faltan, y por qué no, descansar del trabajo ya que es festivo. Pues nada. Esta ciudad cada día se adueña de un sentimiento patriótico distinto y vive a caballo entre el inmovilismo y la adquisición de patrones extranjeros de temática tétrica.

Sin embargo, no veo a nadie asistiendo con el mismo entusiasmo a las muchas exposiciones que se han inaugurado en el Caixafórum, ni congratulándose porque en algunos barrios deprimidos poco a poco se vayan solucionando los problemas habitacionales gracias a la ampliación que recientemente ha hecho el Ayuntamiento del parque público de vivienda. Ni por supuesto me he topado con nadie que espere ansioso la gran exposición que se convertirá en el pistoletazo de salida del esperado Año Murillo.

No comprendo esta dualidad. No me gusta que se piense que una cosa está bien y la otra mal. Al menos, confío en que Sevilla –y ya puestos, España en general— tenga algún día mucha más personalidad y más carisma para vivir con la misma pasión asuntos que por lo que analizo, solo me importan a mí, y a un ínfimo porcentaje de la población.