Cuando del tópico a la fobia solo hay un paso

El colectivo LGTBI convive con toda una suerte de estereotipos, falsos en su mayoría, que suponen una losa contra la que pelean diario, tanto desde lo individual como desde las instituciones

02 nov 2016 / 08:00 h - Actualizado: 03 nov 2016 / 07:12 h.
"Sociedad","LGTBI","Sevilla multisexual"
  • La exposición con motivo del Día del Orgullo en la avenida de la Constitución levantó cierta polémica entre algunos sectores. / Efe
    La exposición con motivo del Día del Orgullo en la avenida de la Constitución levantó cierta polémica entre algunos sectores. / Efe
  • La manifestación del Orgullo Gay siempre es reivindicativa. / José Luis Montero
    La manifestación del Orgullo Gay siempre es reivindicativa. / José Luis Montero

«Ni estoy confusa en mi orientación ni soy más promiscua por ser bisexual». A sus veintipocos años, Carmen, una joven sevillana estudiante de Periodismo y que se busca la vida en trabajos temporales, se enfada y entristece cuando escucha afirmaciones como éstas. No en vano, ella mantiene una relación «monógama, estable y duradera al mismo tiempo», además de tener perfectamente «claro» lo que le gusta. En la misma línea se expresa Álvaro, al que le «irrita» que la sociedad asocie ser gay con «tener pluma» o ser lesbiana con ser «una machorra».

Ambos creen que estos estereotipos, junto a otros muchos como que tienen un alto poder adquisitivo, que consumen más drogas o que son más propensos a padecer determinadas enfermedades –de transmisión sexual, sobre todo, dada la imagen de promiscuidad que algunos le atribuyen– no solo son falsos en su mayoría, sino que suponen una auténtica losa con la que el colectivo de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales (LGTBI) carga a diario. Y no solo es que pese, sino que llega a generar entre la sociedad «confusión, incomprensión y rechazo», y del tópico al odio hacia el colectivo solo hay un paso, además de un término asignado: LGTBIfobia.

Las consecuencias de perpetuar los tópicos son, además, terribles: «Estos falsos estereotipos lo único que traen en consecuencia es generar más fobia, llegando a un desentendimiento por parte de la población, que no solo genera agresiones de tipo físico y verbal, sino el acoso psicológico, pudiendo derivar en temas tan graves como que una persona esconda su identidad sexual por miedo al rechazo hasta, en casos muy fuertes, el suicidio», señala el coordinador provincial del Área de Libertad de Expresión Afectivo-Sexual (Aleas) de Izquierda Unida (IU) en la provincia de Cádiz, Antonio Luis García –también conocido como Anlu–, vecino de la localidad gaditana de Alcalá de los Gazules.

Un rincón desde el que intenta, a través de su institución –pero también a nivel individual–, «defender una educación respetuosa con la diversidad afectivo-sexual, luchar contra la discriminación y la precariedad en el mundo laboral, por la visibilidad lésbica, el pleno reconocimiento de los derechos de las personas transexuales y contra la LGTBIfobia en todas sus formas y expresiones», entre otros.

Para Anlu, vivir en una zona rural, a pesar de contar con el apoyo de su familia desde el principio, ha sido una «dificultad» añadida a la hora de hacerse visible sin reparos, una máxima que comparte Álvaro, si bien su caso es más llamativo dado que está de Erasmus en Polonia, «un país sumamente homófobo donde los prejuicios salen con mayor facilidad a la luz y donde hechos como ir de la mano con una pareja de tu mismo sexo por la calle es algo impensable o incluso de alto riesgo».

UNA LUCHA QUE NO CESA

Los que aquí se describen son testimonios reales que, a estas alturas de la vida, pueden resultar increíbles pero, tal y como reza la web de Aleas, «un colectivo que aún necesita explicarse para ser respetado es un colectivo llamado a revolucionarse, a propagar el compromiso con la libertad y la emancipación propia y del conjunto de la Humanidad». De ahí que su lucha sea imprescindible.

Y aunque hay tantas formas de pelear como personas que lo componen, los argumentos que manejan son, como no podía ser de otro modo, muy similares: educación, visibilidad, activismo... «Aún tenemos que hacer uso de la pedagogía», apunta Carmen, «para intentar liberar a las personas de estos pensamientos pero, sobre todo, tenemos que visibilizar lo que somos, desde el activismo en las redes sociales hasta llenar las calles».

«Mi manera de luchar contra estos prejuicios es vivir mi vida sin importarme lo que me digan y sin tener miedo a lo que otras personas digan sobre mí», explica Álvaro, añadiendo que la mayor carga y el mayor reto al que se enfrentan las personas LGTBI es la ignorancia de la sociedad. «La gente es homófoba por ignorancia en un alto porcentaje, por eso hay que normalizar los comportamientos» y, en ese sentido, la celebración del Día del Orgullo Gay, que más allá del ambiente festivo logra que cale entre la gente su trasfondo reivindicativo es, según Álvaro, «absolutamente necesario».

El coordinador provincial de Aleas Cádiz, por su parte, afirma que contra estos prejuicios se combate, «a nivel individual, llevando una vida contra la norma, eliminando prejuicios, en coherencia contigo mismo». Y desde las instituciones, en el caso del área de IU, «promoviendo iniciativas institucionales, que promuevan leyes de apoyo y respeto hacia la diversidad, manifestándonos en las calles y haciendo campañas de sensibilización y educación ciudadana» de manera continua.

De hecho, la pelea contra la LGTBIfobia, lejos de cesar, se arma constantemente de instrumentos como el recientemente creado Observatorio Andaluz contra la Homofobia, Bifobia y Transfobia. Y es que, desgraciadamente, de los 142 delitos de odio denunciados en Andalucía durante el año pasado, 15 se produjeron por la orientación sexual o identidad de género.