Cuando la escuela se convierte en un aliado

Método de éxito. El colegio Calderón de la Barca aplica fórmulas que potencian las capacidades de estos niños

26 feb 2017 / 07:09 h - Actualizado: 26 feb 2017 / 07:09 h.
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  • Fachada del colegio Calderón de la Barca, en San Marcos, donde se fomenta la afición por la música. / El Correo
    Fachada del colegio Calderón de la Barca, en San Marcos, donde se fomenta la afición por la música. / El Correo H.R.

Aunque no debería ser así, lo cierto es que los niños con problemas de aprendizaje encuentran muchas veces una dificultad añadida en la escuela. Por eso es digna de encomio la labor que realizan centros como el colegio concertado Calderón de la Barca, donde se imparte Educación Infantil, Primaria y Secundaria y donde se aplican métodos que potencian las capacidades de cada niño.

Fundado en 1963 y ubicado en la calle Castellar, este colegio siempre ha atendido a la diversidad, como explica su director, Ricardo Salvador García: «Estamos en la zona más desfavorecida del casco histórico, cerca de la Alameda, San Luis o el Pumarejo. Un sitio donde antes había mucha droga y prostitución, con todo lo que eso conlleva. Con el tiempo entraron también niños que no dominaban la lengua española, por lo que tuvimos que formarnos en español para extranjeros. Y luego fueron llegando otros con dificultades como dislexia, asperger o autismo».

Un alumnado variopinto que ha ayudado a que el colegio sea «un islote en el océano», afirma orgulloso su director a sabiendas de que el centro es un polo que atrae a los niños con dificultades de toda índole. La clave es «el aprendizaje por competencias. El alumno participa en su propio aprendizaje. No hay exámenes. Un niño con dislexia, por ejemplo, cuando se enfrenta al tradicional examen escrito, se bloquea. Suelen ser alumnos brillantes, si les das un portátil o usan ciertos programas consiguen los objetivos y son felices», dice Ricardo García antes de recalcar que «esta enseñanza participativa se basa en pruebas orales. Los niños pueden expresar lo que van investigando, esa es la clave».

La máxima autoridad del Calderón de la Barca lamenta que «cuando salen del colegio, se encuentran con algo anacrónico que es la Selectividad, que es para ellos un muro», si bien más adelante la cosa mejora: «Por fortuna hay módulos de acceso directo a la Universidad. Un itinerario por el que los alumnos de ciencias experimentales, por ejemplo, entran en Ingeniería u otras carreras, lo que sería imposible con los esquemas de siempre».

García entiende que «la Consejería va por el camino adecuado, pero todo es muy lento. Se está impulsando la educación competencial y se está formando al profesorado en nuevos sistemas de evaluación, pero no empezamos hasta el año pasado», explica antes de concluir resumiendo el secreto del centro que dirige: «El reconocimiento de las capacidades de los niños. Utilizamos el sentido común y la experiencia, que es el mayor valor porque hay poco escrito sobre esta materia».

Una escuela inclusiva

La atención a la diversidad en este centro es en gran medida responsabilidad de Victoria Eugenia Ortiz, jefa de estudios y psicopedagoga: «Somos una escuela inclusiva. Atendemos a la diversidad incluso antes de que se empleara esa palabra porque tenemos una población de niños muy variada. Nuestra forma de trabajar se basa en que todos los niños desarrollen sus capacidad al máximo dentro de sus limitaciones», expone.

Para ello aplican un método cooperativo, con grupos flexibles, trabajos entre iguales, dos profesores por aula en muchas ocasiones, utilización de herramientas TIC, programas de conciencia fonológica, métodos de lectura diversos y adaptados a cada alumno según le venga bien (globalizados para los disléxicos), mucha incidencia en la memoria visual, los juegos de mesa...

Ortiz señala que «nuestro punto fuerte, yo creo, es que como siempre hemos trabajado así somos un centro en el que el profesorado detecta rápidamente cuando un niño tiene alguna dificultad. Ponemos el parche antes de la herida para evitar que eso vaya a más». Es por ello que cobijan a un elevado número de alumnos con dislexia (tienen un convenio con Asandis) o TDA-H. «En las reuniones de coordinación semanales, si un profesor detecta un problema en algún alumno enseguida ponemos en marcha un plan de trabajo», explica esta psicopedagoga, para la que «lo primero es subirles la autoestima porque muchos se ven incapaces de hacer determinadas cosas pero tratan de ocultar esa incapacidad».

Pendientes del acoso

El colegio pone especial énfasis asimismo en evitar el temido acoso escolar: «Siempre prestamos una especial protección a los niños que sabemos que son más vulnerables. Se dice que hay niños crueles pero en realidad son inconscientes. Trabajamos con el resto de la clase y estamos pendientes de que no digan cosas que puedan hundir a los niños con dificultad. Tratamos de que todos vean que cada cual tiene sus dificultades y sus capacidades y a nadie le gusta que destaquen sus dificultades ni que ensombrezcan sus capacidades», concluye.