Jesús Mena es diseñador gráfico y actor, pero también es sordo y esto, lamentablemente, pesa más en una entrevista de trabajo que su currículum. «Estoy formado y preparado, pero cuando en la entrevista de trabajo descubren que soy sordo ya no me dan el empleo», explica. Es una realidad que «tristemente» se repite a diario para el colectivo de personas sordas, quienes lamentan que «aún existan muchas barreras sin superar».
En una cafetería nos reunimos con Jesús, Joaquín, Raúl y Santiago, acompañados de Rocío, una de las intérpretes de la Asociación Cultural de Personas Sordas de la Provincia de Sevilla. En el bar ya los conocen, sobre todo a Santiago, que ya no necesita ni decirle al camarero qué es lo que quiere. ¿Cómo hacéis para algo tan cotidiano como pedir en un bar? «Pues por gestos nos entendemos o si no lo escribimos», explica Joaquín Solís, miembro de la directiva y expresidente. Él destaca la falta de compromiso de las administraciones «porque seguimos como hace años».
«Las personas que son oyentes parecen que tienen miedo a relacionarse con un sordo» y esto queda en evidencia cuando acuden a una entrevista de trabajo. «Hay muchos sordos que están muy preparados, son muy buenos profesionales, pero no los seleccionan». Solís indica que hay ciertas profesiones, como puede ser profesor, que es complicado que puedan realizarla, pero existen muchos campos en los que pueden realizar su trabajo como cualquier oyente. «Al final casi todas las personas sordas terminan trabajando en el ámbito de la limpieza», señala, cuando «ellos sienten que tienen formación y vocación para otros trabajos».
Es el caso de Jesús. Él está harto de ir a entrevistas de trabajo y que le digan que cumple todos los requisitos. «Pero al final no me llaman», dice. Él también es actor y en este campo lo tiene aún más complicado, incluso ha llegado a presentarse a casting sin decir previamente que no puede oír. Sin embargo, puede acreditar su trabajo porque «siempre ha sido el que se ha encargado de la cartelería de la asociación». De hecho, el último que ha realizado es el que conmemora el Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas y «también ha hecho trabajos para el 010», precisa Solís.
Jesús, que en la actualidad está en paro, lamenta que estas situaciones ya no solo suponen no poder realizarse como persona en el ámbito profesional, sino que «hacen que te sientas cortado, te generan inseguridad, porque al final acabas pensando que realmente no estás capacitado para realizar ese trabajo, cuando no es así. Podemos realizar muchos trabajos y comunicarnos sin problema».
Pero las barreras no solo se las encuentran en el ámbito laboral, sino en su día a día. Acudir a un médico, algo tan simple, es para ellos todo un escollo a superar. ¿Cómo explicáis los síntomas que tenéis?, les preguntamos. «Pues por signos, gestos y la única opción que nos queda es acabar escribiendo y que nos escriban las cosas» porque, lejos de lo que comúnmente se cree, «no todos los sordos saben leer los labios. Algunos saben hablar y leer los labios, pero no todos. Eso depende de la formación que hayan tenido desde niño y a lo que estés acostumbrado», explica Santiago Vázquez, el actual presidente de la entidad.
Solicitar la ayuda de los servicios de emergencias se convierte en otro de los graves problemas a los que se enfrentan. «No podemos llamar. Existe la teleasistencia para las personas mayores, pero nosotros no contamos con ningún medio especial para poder ser atendidos», critica Solís, algo que hoy en día con las nuevas tecnologías sería «sencillo». «A las personas mayores les cuesta adaptarse, pero los jóvenes sí se adaptan bien a este tipo de herramientas».
En este sentido, Raúl Ruiz explica la situación que viven en su casa. Él es sordo y sus padres también y el único que es oyente en su familia es su hermano. «Así que recurrimos a él para todo. Mis padres ya son mayores y los acompaña al médico para hacerles de intérprete. O si tenemos llamadas de teléfono siempre tenemos que acudir a él. Somos tres personas que dependemos de una», señala. Ruiz dice que él poco a poco va utilizando nuevas tecnologías como pueden ser las videollamadas, «pero para mis padres es complicado».
La asociación también echa en falta la implicación de las administraciones, que disponen «de servicios adaptados para personas con otras discapacidades pero no para nosotros. Incluso cuentan con intérpretes de otras lenguas, pero no de la nuestra. Muchas veces un extranjero puede comunicarse en inglés y le van a atender mucho mejor que yo que soy español», se queja Solís.
Un ejemplo claro: los museos. «Casi todos disponen de audioguías, pero no cuentan con sistemas adaptados para las personas sordas». Su queja, además, ya no es solo por la falta de adaptación y la verdadera ruptura de las barreras, sino que incluso se convierta en una vía de empleo para este colectivo. «A mí me encantaría llegar a un museo y que me atienda una persona sorda, que habla mi lengua. No digo ya un intérprete, que lo hacen muy bien y nos ayudan mucho, sino una persona que hable mi lengua». Para Solís esto incluso sería un «estímulo para los niños sordos, que podrían ver que tienen salidas profesionales. El otro día les ocurrió en una visita a Doñana, les atendió una persona sorda y eso a ellos les llamó la atención».
«Se trata de romper las barreras para todos de verdad. Ponen rampas, audioguías pero se olvidan de nosotros, dice Solís, quien lamenta que, además, cuando existen los recursos «no se aprovechen ni se desarrollan adecuadamente». A su lado Santiago apunta «el 4 de diciembre es la fecha límite para la accesibilidad completa de los discapacitados». Así, lo establece la Ley de Accesibilidad. «A partir de ahí se podrá sancionar a las empresas y administraciones que no estén adaptadas», apunta.