Cuatro documentos del siglo XIX para combatir el pesimismo coronavírico

El Archivo Histórico de Sevilla presenta la exposición Documentos para la esperanza: De cómo Sevilla salió de las epidemias de XIX

Julio Mármol julmarand /
04 feb 2021 / 14:07 h - Actualizado: 04 feb 2021 / 14:10 h.
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  • Cuatro documentos del siglo XIX para combatir el pesimismo coronavírico

Cada mes, desde hace años, el Archivo Histórico de Sevilla selecciona varios documentos de entre los miles que constituyen su fondo, y organiza una exposición sobre ellos: Las ha habido sobre piratas, sobre Bécquer (este noviembre, con motivo de su aniversario) o sobre la esclavitud. La de este mes versa sobre la esperanza.

Documentos para la esperanza recopila cuatro archivos del siglo XIX. A través de ellos, el visitante puede asomarse a una Sevilla a la que, paradójicamente, no reconocerá en absoluto y que le resultará muy familiar: Una Sevilla azotada por epidemias contagiosas. La fiebre amarilla y la cólera-morbo fueron las dos enfermedades que, a principios del siglo XIX, hicieron estragos en la ciudad hispalense, llegando a cobrarse la primera de ellas la vida de un 18% de la población.

Con el propósito de establecer un plan de acción coordinado contra la enfermedad, en el castillo de San Jorge, a orillas del Guadalquivir, se instalaron cuatro médicos socios de la Regia Sociedad Medicina y una diputación de la ciudad. Eran la Junta de Sanidad de Sevilla: A falta de la declaración de confinamientos (que entonces, como hasta hace bien poco, significaba únicamente el enclaustramiento de una persona en un lugar distinto a su domicilio) y la prescripción de mascarillas, la Junta de Sanidad ordenó la creación de lazaretos en los que se aislaban a los enfermos contagiosos de fiebre amarilla (denominada, también, con el pavoroso nombre de “vómito negro”) o la prohibición de celebrar enterramientos en las iglesias. La fiebre amarilla desembarcó en Sevilla proveniente del Caribe y, haciéndose primero con Triana, se enseñoreó de la ciudad durante un año: desde finales de julio hasta mayo de 1801. Entre tanto, se cerraron las puertas de la ciudad, se suspendieron las corridas de toro, se levantaron hospitales de urgencia y se expidieron documentos para que los vecinos de Triana pudieran cruzar al otro lado del río.

Treinta años después, una Sevilla que empezaba a olvidar el embate de la enfermedad tuvo que arrostrar un nuevo enemigo: la cólera-morbo, esta vez oriunda del Ganges, y que había llegado a la capital de Andalucía (a la que aún le quedaba más de un siglo para constituirse como tal) desde Huelva y el Algarve portugués. Los teatros cerraron sus puertas, los toreros guardaron a buen recaudo sus trajes de luces y las calles fueron limpiadas concienzudamente. De igual forma, los hospitales de campaña, uno de ellos en el Convento de San Jacinto, acogieron a los que padecían aquella extraña enfermedad. Como ya había ocurrido con la fiebre amarilla, cuando la epidemia de cólera-morbo empezó a moderarse, se cantó un Te-Deum, un himno litúrgico de agradecimiento, desde la Giralda. Aun así, la cólera volvió, con intermitencias, a lo largo del siglo XIX, para desaparecer con un último brote en el año 1885.

Hoy, existen tratamientos mucho más efectivos contra la fiebre amarilla y la cólera-morbo que los practicados en el siglo XIX. Las condiciones sanitarias de Sevilla, por lo demás, no tienen nada que ver con las de la Sevilla decimonónica. Frente a la procesión de rogativas, Lignum Crucis mediante, con la que se intentó paliar el azote de la fiebre amarilla, actualmente se cuenta con vacunas para esta enfermedad; la cólera, por su parte, puede tratarse con sueros y antibióticos.

Desde el Archivo Histórico señalan que en Documentos para la esperanza podrá encontrarse lo que Emilio Lledó, el premio Princesa de Asturias de Comunicación y las Humanidades, llamó “la presencia de otro pasado que, como historia, llega infinitamente más lejos”. En ese pasado, Sevilla ha superado dos epidemias de dos enfermedades distintas cuyo daño, de no ser por los archivos, no habría memoria.

Horarios

La exposición Documentos para la esperanza puede visitarse de lunes a viernes, entre las 9:00 y las 14:00, en el Archivo, ubicado en la calle Almirante Apodaca, número 4. Los documentos también se encuentran en la página web del Archivo, donde se compilan anteriores exposiciones.