La falta de una oportunidad laboral, la necesidad de mejorar en idiomas (principalmente el anglosajón), la obligación por contrato o la morriña de volver a casa fueron el billete de ida de más de 21.000 residentes sevillanos el año pasado. Así, la provincia encadena cuatro años de saldo migratorio negativo (se van más de los que llegan), concretamente 407 personas menos.
¿Cuál es su destino? Cualquiera que le brinde una oportunidad. Con los datos de la Estadística de Migraciones del Instituto Nacional de Estadística en mano está claro que el motivo laboral es uno de los más recurrentes si tenemos en cuenta que de los 5.772 sevillanos que salieron de la provincia, 3.205 tenían entre 22 y 40 años. Aquellos que optaron por el extranjero lo hicieron, en su gran mayoría (el 47,7 por ciento), a países de la Unión Europea, aunque también hubo un gran número de personas que optaron por cruzar el charco hacia Latinoamérica (1.219).
Desde el inicio de la crisis, 46.653 residentes sevillanos han salido al extranjero. 2013 fue el año en el que se produjo la mayor fuga con 8.154 personas.
Más de medio siglo después del gran éxodo que se produjo en España, la historia se repite. Algo inimaginable para los miembros de la Asociación Sevillana de Emigrantes Retornados, quienes creían que la salida de andaluces iba a acabar, «pero los ciclos migratorios van cambiando», apunta su secretario, Mario Alonso.
Cuando estalló la bomba económica se produjo la denominada fuga de cerebros. Recién licenciados y con una formación de envidia o echados a la cola del paro que decidieron coger la maleta llena de conocimiento y sacarle provecho en otros países. Sin embargo, según Alonso, con el paso del tiempo la fuga también fue de mano de obra. «Empezaron a irse encofradores, albañiles y muchos conductores».
Al igual que muchos andaluces de antaño, la mayoría han escogido Alemania, Reino Unido o Francia (sobre todo para campañas agrícolas) para empezar el camino laboral. Pero en los últimos tiempos, Estados Unidos y países emergentes en Latinoamérica como Colombia, Ecuador y Perú acogen a una gran comunidad de andaluces, asegura Alonso.
Aunque algunas historias las separan 60 años, los emigrantes, sean del XX o del XXI, «salen a la desesperada, buscando un futuro mejor, una oportunidad y desarrollarse personalmente», explica Alonso. «Siempre salen por una crisis económica, no por el espíritu aventurero», recalca el secretario de ASER. Eso sí, «ahora el viaje es menos penoso». Las conexiones aéreas permiten hacer escapadas a casa con mayor asiduidad.
Emigrar en casa
Pero la fuga no se da sólo allende las fronteras españolas. La gran mayoría emigra dentro. En total, 15.255 personas abandonaron la provincia en busca de una vida mejor. No se fueron muy lejos. Madrid, Cádiz, Málaga, Huelva, Barcelona o las Islas Baleares cuentan por millares a sevillanos. Desde el año 2008, el flujo migratorio en Sevilla ha sido de 3,9 millones de personas, siendo el año 2010 el que más entradas y salidas registró con 513.592.
Los jóvenes de entre 20 y 30 años conforman el núcleo poblacional más migrante. De los más de 1.524 sevillanos que perdió la provincia (resultado de restar las salidas y las entradas) el año pasado, cerca de un millar estaban en esta horquilla de edad.
Familias enteras se reparten por el territorio por motivos laborales. Es el caso de los hermanos Bellas. De cinco cuatro han tenido que salir de Sevilla para tener una oportunidad en un mercado laboral injusto. En la actualidad los más pequeños, Teresa (28) e Ignacio (25), siguen fuera, en Madrid.
Cansada de enlazar becas, cursos y programas de empleabilidad –como el Emple@ Joven de la Junta de Andalucía– desde que acabara su licenciatura de Administración y Dirección de Empresas apostó por emigrar. Aquello fue en 2012, un año que califica «en blanco; ni beca ni prácticas ni trabajar gratis». Por eso, cuando tres años después finalizó su curso de SAP, decidió echar suerte en la capital madrileña. Empezó a echar currículums en septiembre y «en menos de un mes» hizo tres entrevistas en Madrid, las que no había tenido en su ciudad natal en tres años. De una de ellas salió su primer contrato con destino a Barcelona desde donde la trasladaron a Madrid, donde reside desde enero.
Su hermano Ignacio optó por la capital consciente de que en Sevilla sería difícil tener una oportunidad. A finales de mayo de 2015 terminó el máster de Abogacía, echó una oferta en Madrid y a las tres semanas ya estaba en la ciudad trabajando. «La diferencia de oferta laboral es brutal», asegura. Mientras que en Sevilla ha tenido dos entrevistas en dos años, en Madrid ha hecho diez en siete meses y sostiene que, aunque no le hayan cogido, «es síntoma de que hay más oportunidades laborales». De hecho, desde hace dos semanas trabaja en otra empresa donde gestiona procedimientos hipotecarios de entidades financieras.
No son los únicos sevillanos que han encontrado un hueco en Madrid, aseguran que la mayoría de sus compañeros son foráneos. «En mi empresa, fácilmente el 70 por ciento somos andaluces», apostilla Teresa. A Madrid se desplazaron el año pasado 12.570 residentes en Andalucía, 2.312 procedían de Sevilla.
Málaga, la más migrante
Andalucía es la tercera comunidad con mayor flujo migratorio de España, por detrás de Cataluña y Madrid. Durante el año pasado, 92.398 residentes andaluces abandonaron la región por otros países o territorios españoles, el 13,11 por ciento del total nacional.
Sin embargo, a pesar de ser una de las comunidades con más idas y venidas es de las pocas a nivel nacional que incrementó su población. De hecho, a 1 de enero de 2016, 8.546 personas más habitaban en Andalucía, situando la población en 8.401.760 de personas.
Por delante de la capital andaluza, Málaga es la provincia más migrante tanto hacia el exterior como al interior. 30.806 residentes malagueños abandonaron la provincia el año pasado, la mayoría optó por cruzar las fronteras españolas (15.927 personas), siendo la única provincia de la región donde la salida al extranjero es mayor que a otras ciudades españolas.
Las cifras de migrantes se mantienen en cinco dígitos en Cádiz (16.336), Granada (15.979) y Almería (14.471). Algo más reducido pero igualmente llamativo es el flujo de idas y venidas en Jaén (9.847), Córdoba (9.809) y Huelva (8.432).
En España, más de 343.600 personas salieron del país bien en busca de un trabajo bien de vuelta a su origen por no encontrar el futuro prometido. 343.684 lo hicieron dentro del territorio.
Ya sea dentro o fuera de España, los actuales emigrantes andaluces están deseando volver a casa. Y es que aunque el mercado laboral les ha echado de su Sevilla del alma «pasados unos años quiero volver», confiesa Ignacio. Tanto él como su hermana y el novio de Teresa, también emigrante andaluz, coinciden en que prefieren perder un poco de nivel adquisitivo y volver a casa para echar raíces, «porque al final lo que pierdes en sueldo, lo ganas en calidad de vida».