Diez consejos sobre cómo prepararlos para la vuelta al cole

El Colegio San Francisco de Paula de Sevilla sugiere a los padres dar a los niños ejemplos de optimismo entre otras recomendaciones

04 sep 2015 / 23:02 h - Actualizado: 04 sep 2015 / 23:18 h.
"Educación"
  • Reencuentro de niños sevillanos en su vuelta al colegio. / José Luis Montero
    Reencuentro de niños sevillanos en su vuelta al colegio. / José Luis Montero

En los próximos días los niños se enfrentarán a la vuelta al cole. Enfrentarse: una expresión que encierra en sí misma un pensamiento negativo sobre el regreso a la actividad escolar, que no es el más propicio para los niños. El Colegio San Francisco de Paula ha publicado en su web una serie de recomendaciones para todos los padres interesados en que los niños vivan el regreso y los primeros días de colegio como una experiencia positiva. La primera es predicar con el ejemplo: hay que mostrarse optimistas en la vuelta al trabajo. «Si vivimos este retorno de forma angustiosa, transmitiendo pesimismo y negatividad, difícilmente el niño verá de forma positiva la vuelta a su particular oficina.

A partir de ahí, una forma estimulante de afrontar la vuelta al colegio es propiciar que los niños se centren en los aspectos que más ilusión pueden hacerles. Si en lugar de eso todo se resume en que hay que levantarse tres horas antes o que hay que dedicar un tiempo a estudiar y hacer las tareas, difícilmente se logrará motivarlos.

Hay que hablarles de sus amigos; del reencuentro con sus compañeros, de episodios del pasado o de actividades futuras con ellos, de cómo estarán y qué habrán hecho durante el verano.

«Invítelos a que se marquen sus propios retos», recomienda el colegio, en cuarto lugar. «No estamos hablando solo (ni siquiera fundamentalmente) de rendimiento académico y notas. Estamos hablando de cómo se ven a sí mismos ellos como personas y cómo les gustaría verse. Estamos hablando de que se marquen retos para hacerse mejores y más autónomos».

En relación con esto, también hacer que sean consecuentes e invitarlos a que se marquen el camino para alcanzar esos retos.

Hay que ayudarlos a disipar sus temores, «empezando por oírlos y dejar que los expresen» y cuenten sus cosas. «Porque por tontas que puedan parecernos a la luz de nuestra experiencia, para ellos no lo son, así que ojo con ridiculizarlas o despacharlas frívolamente. Es mucho mejor escuchar y dar argumentos para que ellos mismos se convenzan».

Y contraatacar: «Cuénteles su propia experiencia. ¿Qué hizo usted cuando estaba en Cuarto de EGB? ¿Cómo fue ese curso de Séptimo? ¿Qué recuerdos tiene? ¿A quién conoció? ¿Cómo fueron sus profesores? ¿Qué asignatura se le hizo más hueso? ¿Qué anécdota divertida le sucedió? A ellos les encantará que les cuente sus batallitas, sobre todo cuando son pequeños. Y sobre todo les encantará ver que recuerda esos tiempos con cariño, y que usted también tuvo problemas y temores, y no pasó nada».

Tres últimos consejos: sentido del humor («no hay nada más persuasivo ni más seductor que una sonrisa»); subrayar los placeres de la vuelta a la rutina (su cama, su ducha, el café de la mañana, los periódicos del día, la televisión, el sofá, las noches un poco más fresquitas, sus series de la tele. Ellos imitan; y por último, «la vida no son las vacaciones ni los fines de semana». Si se les prepara solo para disfrutar de esas excepciones, «serán infelices o, en el mejor de los casos, se perderán la posibilidad de ser felices durante la mayor parte de sus vidas. La vida son los domingos, y los meses de julio y agosto, pero también los lunes y los jueves, y los meses de febrero y marzo», y eso también se aprende.