Crónicas dominicales

El 28-F de 1980 los andaluces dijeron no a la manipulación de TVE

28 feb 2021 / 04:11 h - Actualizado: 27 feb 2021 / 21:14 h.
"Crónicas dominicales"
  • El 28-F de 1980 los andaluces dijeron no a la manipulación de TVE

En 1980 y años anteriores, el poder político -la Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez- no quería la autonomía para Andalucía ni para ninguna otra región del país que no fueran las llamadas tres nacionalidades históricas: Cataluña, Euskadi y Galicia. Por tanto, TVE, de forma similar a lo que hace hoy, repitió como un papagayo el eslogan de UCD: “Andaluz, este no es tu referéndum”. No había un contrapeso mediático similar a TVE entonces y aun así los andaluces fueron a votar y le dieron nones a la UCD y a su TVE.

¿Por qué actuaron así los andaluces?

En el mundo de las ciencias de la comunicación a este hecho se le llama disfuncionalidad del mensaje, lo cual se traduce en que los públicos no hicieron aquello que pretendía el mundo mediático más masivo, algo que demuestra que los ciudadanos aún no son del todo muñecos manejados a su antojo por la comunicación. TVE era un monopolio audiovisual de primera línea, hasta 1982-1983 no empezarían a nacer las televisiones autonómicas y hasta 1989-1990 no hicieron su aparición las privadas Antena 3, Tele 5 y Canal Plus.

¿Por qué reaccionaron de esa forma en un acto de desobediencia que afectó incluso al popular locutor de radio y presentador de TV Lauren Postigo que se hizo superfamoso en los años 70 gracias al programa de TVE Cantares, visto masivamente por los andaluces? Postigo fue utilizado por la UCD para que se sumara a su campaña contraria a la consulta.

Afirman algunos expertos que hay algo que el andaluz no tolera: el agravio comparativo, ser menos que nadie, tal vez le cueste manifestarlo con frecuencia por todos los tópicos que ha soportado y soporta. Tal vez en 1980 el andaluz tenía más coraje y más ilusión que ahora, de ahí que todos esos documentos audiovisuales que muestran peculiaridades del habla andaluza sean tan positivos, menos da una piedra porque el andaluz acaso haya sido despojado de aquel poder que como pueblo demostró en 1977 y en 1980, despojado no por el fascismo ese que está encerrado en Vox y en el actual gobierno andaluz, como dice la expresidenta Susana Díaz con todo el descaro del mundo ya que ha sido su partido quien ha creado una sociedad de vasallos, clientes y estómagos agradecidos, en nombre del socialismo, manteniendo a Andalucía en los puestos de cola en que estaba en 1982 cuando llegaron al poder. Claro que el PSOE llevó a cabo muchas actividades positivas, pero me estoy refiriendo a los grandes indicadores económicos que comparan a Andalucía con España y Europa. ¿Dónde quedó aquella idea propagandística de la Junta que en 1992 hizo correr con motivo de la Expo, consistente en que Andalucía podía convertirse en la California de España y de Europa incluso?

El gran papel del otro periodismo y de los intelectuales

La ilusión y el orgullo andaluz de entonces fueron decisivos para no seguir en aquel referéndum los dictados del gobierno y su televisión utilizada y manipulada. Pero hubo otros factores: los medios escritos apostaron por la autonomía plena. Abc lo hizo, su director, Nicolás Salas, que terminó su amplia carrera profesional colaborando en este diario, se arriesgó porque Salas fue un periodista muy polémico por distintas razones y sin embargo se la jugó por Andalucía cuando en 1972 publicó el libro Andalucía: los siete círculos viciosos del subdesarrollo. A su vez, Antonio Burgos hacía lo propio con su obra Andalucía, ¿tercer mundo? (1972 también). Manuel Barrios fue otro escritor destacado que junto a Iñaqui Gabilondo nos decían desde Radio Sevilla aquello de “Andalucía es una tierra grande, hermosa, vieja y sabia, ¡siéntase orgulloso de ser andaluz!”.

Estas personas dieron el callo por Andalucía y a ellas se sumaron muchos periodistas, incluidos los que formaban parte de El Correo de Andalucía. José María Javierre, director de este medio, ya era más andaluz que aragonés, de forma parecida a escritores como Enrique Iniesta o Carlos Ros. Otro director de El Correo, José María Requena, natural de Carmona, apostó igualmente por Andalucía y junto a ellos un numeroso grupo de intelectuales, nombres importantes estaban entonces vinculados al andalucismo (Lacomba, José María de los Santos, José Luis Ortiz de Lanzagorta, José Luis Ortiz Nuevo, José Aumente...) y mucha gente los conocía. Estalló a nivel nacional el movimiento de los narraluces o narradores andaluces (Alfonso Grosso, Julio Manuel de la Rosa, Federico López Pereira, el mismo Requena y el propio Manuel Barrios y también Lanzagorta). Manuel Clavero Arévalo demostró que colocaba a Andalucía por encima de sus ambiciones políticas y dimitió como titular de lo que entonces se llamaba Ministerio para las Regiones. La prensa y la radio, en general, se colocaron de parte de la autonomía por la vía del artículo 151, para no ser menos que las tres autonomías preferentes para la UCD. Y es que no en vano poco antes de que estallara la guerra civil en 1936, Andalucía tenía ya redactado el borrador de un estatuto de autonomía. Me dejo muchas circunstancias apasionantes, lo que quiero decir es que se palpaba en el ambiente un clima de entusiasmo con el que no pudo ni el monopolio de TVE.

En la actualidad ese periodismo “agresivo” y poderoso andaluz casi se ha perdido, dedicamos gran parte del tiempo a meternos en la dinámica de chismes políticos que nos llega desde Madrid y a escala global hemos sido colonizados por la filosofía narcisista e insolidaria de la posmodernidad. Existen grupos que siguen en la brecha pero casi desde la marginalidad, Andalucía ha pasado de otorgarle con sus votos cinco diputados al Partido Andalucista en Las Cortes a arrebatarle todo su apoyo hasta el punto de provocar la desaparición de este partido que a lo mejor ahora nos vendría bien para que no se fueran tantos privilegios para Cataluña -gracias a ERC- y a Euskadi por el PNV y Bildu.

No se es “esclavo” absoluto de los medios

Dije al principio que los públicos no son totalmente “esclavos” de los medios, en referencia a la reacción que protagonizaron el 28 de febrero de 1980. No es una apreciación sólo para aquel momento ni para España. El año 2016 ha sido decisivo para demostrar lo que acabo de afirmar. Contra el deseo de los principales grupos de comunicación de Estados Unidos, Donald Trump ganó las elecciones y en 2020 las perdió y a pesar de las durísimas críticas que ha recibido se ha ido a su casa con 74 millones de votos en el bolsillo.

En 2016 los votantes ingleses dijeron que se iban de la Unión Europea, contra la voluntad de grandes empresas multinacionales mediáticas y de otros sectores de la producción que tienen en los medios a correas de transmisión de sus opiniones. “50 grandes empresas europeas contra el 'Brexit', titulaba el diario económico 5 Días el 31 de mayo de 2016. Entre otras cosas, escribía: “En la European Round Table of Industrialists pensamos que nunca antes ha sido más acuciante la necesidad de que Europa trabaje y permanezca unida. Nuestra organización representa a más de 50 empresas europeas que dan trabajo a casi siete millones de personas en toda Europa”.

Entre estas empresas se encontraban Telefónica, Iberdrola, Inditex, Vodafone, L'Oréal, Royal Dutch Shell, BASF, Heineken, Nestlé, Rolls-Royce, Deutsche Telekom, Ericsson, Siemens, Volvo, BMW, Orange y, como suele decirse, un largo etcétera.

Había antecedentes de este fenómeno. En 2005 franceses y holandeses no hicieron caso a la propaganda mediática y votaron no a la llamada constitución europea. Y, por supuesto, en 1980, con mucha menor libertad de opinión y de expresión, Andalucía, a pesar de ese descuelgue coyuntural de Almería, terminó por llevarse el gato al agua en el asunto autonómico, peleando incluso contra las condiciones leoninas que se le impusieron: una pregunta enrevesada y capciosa y unas condiciones excepcionales para que el resultado fuera válido: que más del 50 por ciento del censo -no de los votantes sino del censo- de las ocho provincias, votaran sí. Otra cosa es cómo ha evolucionado después el estado de las autonomías, aquí de lo que se ha tratado es de constatar un asunto que demuestra la no total dependencia de los ciudadanos con relación a todas las intenciones de los medios más influyentes y masivos.