Son y están

«El aburrimiento es un motor creativo fundamental y lo estamos perdiendo en esta sociedad tan saturada de estímulos»

Rosa Berbel García. Poeta. Con solo 24 años de edad, y dos libros, titulados ‘Las niñas siempre dicen la verdad’ (2018) y ‘Los planetas fantasma’ (2022), publicados por las mejores editoriales españolas de poesía, la joven escritora estepeña está siendo valorada muy positivamente como uno de los mayores talentos que emergen en la literatura nacional.

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
25 ago 2022 / 08:39 h - Actualizado: 25 ago 2022 / 08:42 h.
"Son y están"
  • La poeta Rosa Berbel vivió sus primeros 17 años en Estepa y desde la Universidad de Granada ha dado el salto al panorama literario español con sus dos primeros libros, por los que ha recibido importantes premios y respaldos. / Foto: Fátima Rueda
    La poeta Rosa Berbel vivió sus primeros 17 años en Estepa y desde la Universidad de Granada ha dado el salto al panorama literario español con sus dos primeros libros, por los que ha recibido importantes premios y respaldos. / Foto: Fátima Rueda

'Tenemos cuarenta años y un trabajo que odiamos / que nos hace pagar las facturas, / llegar a fin de mes, / tener eso que llaman dignidad / y que se siente igual que tristeza'. Versos iniciales del poema 'Planes de futuro', de la poeta Rosa Berbel, nacida en Estepa (Sevilla) en 1997. Elegido por ella para la portada de su blog en internet. La inusitada calidad y originalidad de sus poemas es fuente de elogios en público por parte de escritores y críticos que no tienen ninguna relación con su itinerario personal y profesional. Detrás de 'Las niñas siempre dicen la verdad' y 'Los planetas fantasma' está una mujer con sólidos fundamentos cimentados desde la Universidad de Granada, donde ha completado una licenciatura y dos máster, y tiene en marcha su periodo de investigación y tesis doctoral. Y siempre viviendo la poesía como una dimensión de personalidad abierta, también social y políticamente, evitando el arquetipo de los creadores ensimismados y encerrados en sí mismos.

¿Cuáles son sus raíces biográficas?

Mi madre es maestra de Primaria en el Colegio Santa Teresa, de Estepa. Ella nació en Exfiliana, pueblo granadino cercano a Guadix. Y mi padre trabaja administrativo en el Ayuntamiento de La Roda de Andalucía, su pueblo natal. Viví en Estepa hasta los 17 años, estudié en el Colegio Santa Teresa y después en el Instituto de Secundaria Aguilar y Cano, donde acabé el bachillerato. Después me trasladé a Granada para comenzar mi carrera universitaria de Literaturas Comparadas. Tengo una hermana más pequeña, que tiene 20 años de edad y en Granada estudia Derecho y Ciencias Políticas.

¿Qué lecturas le dejaron más huella en su adolescencia?

Me hice socia de la biblioteca de Estepa y se abrió ante mí descubrir un mundo apasionante. Supongo por la inercia de la edad, fui necesitando ciertos modos de expresión para desahogarme y para conocerme, para pensar sobre las cuestiones de la edad. Y encontré ahí un cauce de expresión. Azaroso. Me llamaba mucho la atención la Generación del 27, sobre todo Lorca, que sigue siendo para mí una figura importante y una fuente de motivación. Y fue crucial descubrir la poesía hispanoamericana de escritoras como Alejandra Pizarnik, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni... Esa conexión me viene acompañando desde entonces. También me ha cautivado mucho la poesía de José Ángel Valente.

¿Qué la impulsó a formarse en Literaturas Comparadas?

Aúna muchos de mis intereses, por sus conexiones con otras artes: lo audiovisual, la música,... Y no se limita a una tradición nacional en concreto, eso me genera mucha curiosidad. Tras acabar la carrera, hice el Máster en Estudios Literarios y Teatrales, y después el Master de Profesorado. Ahora estoy en el doctorado y haciendo la tesis sobre poesía y ecología, sobre todo el concepto de ecopoema en la poesía hispanoamericana. Partiendo del libro 'Ecopoemas' que publicó el chileno Nicanor Parra en 1982, y a partir de ahí las contribuciones de otros poetas como Ernesto Cardenal, Raúl Zurita, etc., hasta los más recientes. Estoy en contacto con muchos autores e investigadores latinoamericanos. La relación entre poesía y ecología no es un panfleto de reciclar. Muchos autores piensan sobre la relación entre la naturaleza y lo humano.

¿Tiene alguna beca de investigación?

Sí, tengo un contrato predoctoral para cuatro años, que comenzó el pasado mes de febrero. Me permite también ser docente en la Universidad de Granada, me gusta mucho dar clases. He impartido una asignatura que me interesa bastante: el teatro hispanoamericano del siglo XX.

¿Fue difícil conseguir que publicaran su primer libro de poemas, 'Las niñas siempre dicen la verdad'?

Lo conseguí directamente porque ganó en 2018 el Premio Antonio Carvajal. Era el primer certamen al que presentaba un libro. Un premio que seguía con interés por su prestigio y porque habían publicado a poetas que me interesan mucho. Concursé porque era para menores de 25 años y pensaba que tendría menos competencia que en otros premios literarios cuyas bases permiten que se presenten menores de 35 años. Para mí fue un gran placer publicar en la editorial Hiperión, cuyo catálogo es maravilloso, y trabajar con su artífice, Jesús Munárriz.

¿Las niñas siempre dicen la verdad?

El título tenía la intención irónica de dar la vuelta al refrán popular, a este dicho sobre que los niños siempre dicen la verdad. Me parece un refrán muy tramposo y muy mentiroso, porque creo que los niños mienten todo el rato. Y además, al darle la vuelta al género, me parecía que tenía algo de amonestación femenina, como de sermón sobre lo que las niñas tienen o deben hacer. A todo el libro le sobrevuela cierto sarcasmo sobre la realidad. Porque la infancia está muy presente, y la cuestión sobre si la poesía es un discurso de verdad o de mentira.

¿Y cuál es su posición al respecto?

Me interesaba desviarme de esa idea de la poesía como un discurso honesto, en el que tienen que estar todas nuestras emociones verdaderas y auténticas, y pensar si la poesía no es también una forma de ficción, igual que asumimos que el resto de discursos lo son. Por qué pensamos que la poesía es siempre un pacto de verdad. Me parece que la poesía inaugura su propia verdad en el poema, que puede coincidir o no con la verdad empírica, con la verdad real. No tiene por qué coincidir. Y considero que el poema tiene sus propias reglas, y crea su propio mundo, y tiene un acceso a la verdad que no es exactamente la verdad con la que mercadeamos diariamente, sino que es otra forma de verdad quizá superior, quizá más profunda, como dicen.

Recomiende un poema de ese libro, por el que además le concedieron el Premio Andalucía de la Crítica a la mejor ópera prima, y el Premio Ojo Crítico de Poesía – Radio Nacional de España.

El poema final. Bastante más extenso que el resto, aunque yo no escribo poemas excesivamente largos. Y es un poema narrativo, como especulativo, sobre unas mujeres que están atrapadas en una sala de espera de un hospital. Y se crea una situación como de ficción especulativa en la que nadie sabe muy bien qué pasa, por qué no pueden salir. Están ahí como en la película 'El ángel exterminador', de Buñuel. No pueden salir a la calle, pero tampoco nadie les atiende en el hospital. Se genera una especie de comunidad efímera, interesante, dentro de la sala de espera. Es un poema que recoge todas las preguntas que sostiene el libro. Es una buena puerta de entrada para tirar luego de los hilos a lo largo del libro. Tiene fuerza no solo poética, sino también escenográfica, teatral, cinematográfica. A la manera del cuento 'La autopista del sur' de Julio Cortázar. Me interesa cómo un poema crea narraciones que no son iguales que las de prosa y puede construir personajes dentro del poema.

En mayo de 2022 se ya publicado su segundo libro, 'Los planetas fantasmas', es otro gran salto porque lo ha editado Tusquets.

Y en su colección 'Nuevos Textos Sagrados', que es fascinante, canónica, en la que casi no hay autores jóvenes. Aún me sorprende verme ahí rodeada de poetas a los que llevo leyendo tantos y admiro, como Chantal Maillard, Jorge Riechmann, Luis García Montero y otros que para mí son centrales en el sistema poético español. Para no centrar el asunto en mi persona, creo que hay un momento muy propicio para la poesía joven, está en un momento de efervescencia, con propuestas muy diversas y muy heterogéneas. Eso es muy positivo, habla bien de la salud de la poesía en España. Un género al que se le ha diagnosticado la muerte muchas veces, que parece periférico y marginal, pero resurge y sigue conectando con los lectores.

¿Qué poema recomienda para adentrarse en 'Los planetas fantasma'?

También elegiría el poema más largo del libro, está en la parte central. Traza un arco curioso con el poema largo del libro anterior, es también un poema narrativo a su manera, sobre la peregrinación de una pareja por el desierto. Y hay algo en él como de tensión narrativa casi a la manera del cuento. Un vacío, una oquedad de significado que tiene que ser rellenada... Me parece sugerente.

¿Cuál es la órbita de esos planetas?

Es un libro al que le pasó por encima la pandemia covid. El libro se articula en tres partes. En la primera hay un tono posapocalíptico, en la central va hacia lo apocalíptico y en la última sección prima una clave utopista que hay en la última sección. El centro del libro hace de bisagra, pregunta qué viene después del fin del mundo, y cómo encontramos refugio después del colapso y de las catástrofes posibles, que en el libro son catástrofes colectivas, pero también son íntimas y personales. Creo que funciona ahí bien como corazón del libro.

¿Su poética es también la dimensión política de su personalidad?

Para mí, y está presente en mis libros, la poesía tiene una relación muy estrecha con lo político y con la política. Cómo nos relacionamos con los otros, cómo estamos en el mundo. En los dos libros lo he trabajado bastante y de formas diversas. En el primero hay una denuncia de las condiciones materiales, sobre todo de las mujeres, porque es un libro bastante atravesado por el feminismo. En el segundo se cuestiona qué hacemos con este mundo que parece avanzar hacia su destrucción, y que está tan deteriorado. Cómo pensamos mundos mejores, cómo planteamos otras formas políticas de reparto, a partir de este mundo que tenemos medio en ruinas...

Su itinerario, desde la universidad y como investigadora y docente, es muy distinto al de jóvenes promocionados desde Youtube. ¿Qué tiene o no en común?

En los últimos años, la poesía se ha abierto a lo mediático por medio de las redes sociales, y ha surgido un grupo de poetas que venden muchísimo y tienen enorme visibilidad. Parece que el fenómeno empieza a perder fuerza. Como lectora, no tengo gran inquietud por estos poetas. Es un grupo heterogéneo, en el que hay gente más interesada por la literatura, gente con más bagaje lector, y gente con menos. Me interesa observar cómo la poesía, históricamente un género marginal por minoritario, de repente se convierte en 'bestseller' como las novelas. Es un fenómeno con el que hay que aprender a convivir, igual que en otros géneros culturales conviven propuestas más masivas con otras más orilladas.

¿Es poesía para tiempos de romanticismo exprés en formato redes sociales?

A nivel estético, creo que explotan el elemento más romántico o más sentimental de la poesía. Con juegos de palabras y con un discurso emocional. Reafirma un prejuicio colectivo sobre qué es la poesía, de qué tiene que hablar la poesía, qué puede hacer la poesía... En general, la sociedad presupone que la poesía tiene que hablar de amor y de los sentimientos. Ellos aprovechan ese prejuicio y lo explotan a su favor para vender.

Uno de los rasgos de la vida actual, individual y colectiva, es la omnipresencia de la comunicación, que nos llega inducida a través de algoritmos desde todo tipo de dispositivos digitales y asistentes virtuales. ¿Cómo le impacta?

Sí, estamos absolutamente rodeados de estímulos por todas partes. Y estamos saturados. La poesía también puede ayudar a filtrar todo este exceso de comunicación y de información, y enseñarnos a separar el grano de la paja. Porque la información no es exactamente conocimiento. Y creo que la poesía puede servir para hacer ese proceso de digestión, y transformar la información en conocimiento. En relación a esos estímulos, me inquieta mucho la pérdida de capacidad para aburrirnos.

Explíquelo.

Me parece que el aburrimiento es un motor creativo fundamental, un empuje creativo de primer orden. Considero que todo lo que creamos, y todas las grandes creaciones a lo largo de la Historia, han surgido del aburrimiento y de cierta insatisfacción con las cosas que nos rodean, como ciertas apatías hacia lo que nos rodea. Y creo que esa capacidad del aburrimiento está ausente en nuestro día a día, porque estamos saturados de tantas cosas, de tantas imágenes, de tantas noticias, de tantos ruidos, de todo este tipo de contaminaciones, que no hay momentos para pararse a pensar o a imaginar un tiempo de otra forma, como el que exige la literatura. Creo que la literatura exige una visión del tiempo distinta, más pausada, menos eufórica. Es algo que me preocupa y me inquieta personalmente, no encontrar en mi día a día momentos para el aburrimiento.

Entre la búsqueda de aburrimiento para ser creativa y atender sus obligaciones (elaborar la tesis, impartir las clases, participar en actos literarios,...), ¿cómo fluye el proceso de la escritura? ¿Cómo se organiza?

Cuando termino un libro, suelo dejar pasar un periodo de tiempo sin pensar en escribir otro libro. Creo que hay que dejar la escritura en barbecho para no seguir con las mismas obsesiones o para no acabar reescribiendo de nuevo el mismo libro. Es una tentación que tenemos todos cuando cerramos un libro, seguir escribiendo el mismo libro, y seguir encontrándole matices a lo mismo. Tampoco soy una persona de escribir excesivamente ni tengo una escritura muy torrencial. Escribo de forma bastante esporádica y de forma bastante aislada, más bien por etapas. Por lo general, suelo escribir poemas sin proyectar la idea de libro, hasta que llega cierto momento en el que empiezo a detectar rasgos comunes o preguntas compartidas, y ahí es cuando se me aparece la idea de libro. Cuando se me aparece esta idea, sí que escribo más sistemáticamente, de forma más ordenada y hacia un destino final. Si no estoy así, escribo de forma muy salteada.

¿En cualquier lugar?

Para mí, el movimiento es muy importante a la hora de escribir. Muchas veces, escribo andando por la calle o haciendo tareas cotidianas que implican movimientos rítmicos, movimientos casi automáticos, como pasear, subir escaleras... En mi casa de Estepa hay muchas escaleras, y hay ahí algo mecánico que me ayuda a pensar, y a pensar poéticamente. Me sobrevienen los poemas cuando estoy haciendo este tipo de cosas. Si tengo que sentarme a escribir, igual saco algún verso, pero me resulta más forzado.

¿Las prisas le inspiran?

También puede ser, sí. La mayor parte de los poemas de este último libro están escritos andando por la calle. Y no solo paseando, que evoca el aire romántico de evadirte, sino yendo con prisa a un sitio específico, y con un destino concreto, y con la hora echada encima. Ahí hay algo de dejar que el cuerpo se mueva y ya está, y abandonarte a los pensamientos, que creo que es muy poético, dejar al cuerpo respirar por si mismo, y concentrarse simplemente en un verso, o en una idea, o en una imagen.

¿Ya se han interesado por traducir sus libros a idiomas de otros países?

'Las niñas siempre dicen la verdad' está traducido al polaco. Había un proyecto para traducirlo en Estados Unidos al inglés pero está un poco aparcado. Este verano he estado invitada por el mecenas alemán Hans Thill al taller de traducción poética que organiza cada año en una casa de campo con viñedos en Edenkoben, en la región alemana de Renania-Palatinado. Un lugar fantástico. Durante una semana, conviviendo seis poetas españoles, seis poetas alemanes y tres traductores, leyéndonos mutuamente nuestros poemas y trabajando traducciones, tanto del español al alemán, como de alemán al español.

Cuando ha retornado a Estepa, ¿qué acogida ha tenido?

Muy buena. Me siento muy respaldada y querida por Estepa, incluso sin tener una vinculación familiar muy extensa con el pueblo. Me han escrito personas a las que no conocía, interesadas por mis libros, y me han propuesto presentaciones en Estepa. Creo que es un pueblo con un interés cultural muy vivo. A veces no se ve de forma tan evidente, porque su infraestructura cultural es más pobre de lo que merecería, y hay menos actividades y menos oferta de las que la población demanda. Me ha sorprendido gratamente, porque cuando yo crecía allí, no sentía que fuera un pueblo muy poético. Y últimamente, cuando he ido, he visto que hay una comunidad lectora muy intensa, y clubes de lecturas, y mucha gente interesada por la literatura. Es un pueblo que hay que dinamizar todavía más culturalmente y literariamente.

¿No le parece que en el panorama cultural español hay políticamente más posicionamiento maniqueo que reflexión intelectual?

La figura del intelectual en sí misma es problemática. No sé por qué un poeta está más autorizado a pensar públicamente o a dar su opinión sobre temas colectivos que un maestro, un escultor, un médico, un fontanero... Esa barrera del intelectual me parece muy elitista y muy jerárquica. Me parece que, en general, quienes se piensan a sí mismos como intelectuales están en un conflicto político de primer nivel. Por contra, si algo enseña la literatura es que no tenemos ninguna respuesta dada. La política, como todo, es paradójica, es contradictoria, es ambigua, está llena de dudas, de incertidumbres, de ambivalencias... Venir con todas las respuestas dadas de casa, o creer en dogmas o proclamar dogmas, o tener seguridad absoluta sobre todo, es lo más antipoético y antiliterario que existe. Como la poesía es más de fricciones y de conflictos que de dogmas, el poeta que quiera hablar públicamente en nombre de alguien tiene que ser consciente de esto. Y sí, el maniqueísmo político es absolutamente antipoético.

Concluyo la entrevista eligiendo como colofón su poema 'Mundos paralelos', del libro 'Los planetas fantasma': 'La línea del horizonte está torcida. / Nos manchamos las manos al pintarla, / cada uno / con un color distinto. / Nunca hemos sido demasiado abstractos, / aunque ciertas preguntas deben / ser planteadas de manera esquemática, / traicionando del todo / el referente. / ¿Hasta dónde es capaz de llegar / nuestra vista? / Dejamos nuestras huellas sin quererlo / o deseándolo con un deseo bastardo: / cambiar este paisaje, formar parte de él. / Ni los mundos posibles / ni los mundos reales / existirán jamás para nosotros. / No sabemos pintarnos. / La simetría / se ha roto. Apenas una / celebración de la verdad: / el mundo es imperfecto, el agua siempre / se derrama en el lugar / inapropiado. / Si renunciamos por completo / al horizonte, / todavía podremos ir al mar.'


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