El alma de Sevilla a través de sus jardines

César López propone una docena de paseos para sentir la ciudad conectando estos espacios con su origen, clima, historia, urbanismo, cultura o imágenes

28 may 2016 / 21:00 h - Actualizado: 29 may 2016 / 09:55 h.
"Medio ambiente","Parque de María Luisa","Parque del Alamillo"
  • La Casa de Las Columnas del Antiquarium es el más antiguo jardín romano conservado. / J.M. Cabrera
    La Casa de Las Columnas del Antiquarium es el más antiguo jardín romano conservado. / J.M. Cabrera
  • El umbráculo del Jardín Americano, herencia de la Exposición Universal de 1992. / José Luis Montero
    El umbráculo del Jardín Americano, herencia de la Exposición Universal de 1992. / José Luis Montero
  • Imagen de Charles Clifford (1862) de los Jardines del Alcázar. / ‘Pasear Sevilla’
    Imagen de Charles Clifford (1862) de los Jardines del Alcázar. / ‘Pasear Sevilla’
  • Jardines de la Torre de Don Fadrique por Jean Laurent (1870). / ‘Pasear Sevilla’
    Jardines de la Torre de Don Fadrique por Jean Laurent (1870). / ‘Pasear Sevilla’

Número cargado de simbología donde los haya (12 apóstoles, 12 horas del día y 12 horas de la noche, 12 meses del año...), 12 son también los itinerarios que propone Pasear Sevilla. El espíritu del jardín, la obra del profesor universitario César López presentada recientemente en una repleta sala Almirante del Real Alcázar y en la que el autor trata de «penetrar en el alma de la ciudad a través del jardín».

Encuadrado dentro de la colección Cuadernos de Paisaje, impulsada por la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía y la Universidad de Sevilla, este libro pretende «poder ver e interpretar la ciudad de Sevilla a través de sus jardines históricos o aquellos situados en la ciudad tradicional, entendiendo esta como el sector intramuros, los arrabales históricos y el área de la Exposición Iberoamericana de 1929», dejando al margen por tanto, y salvo excepciones, los parques creados en la segunda mitad del pasado siglo (Amate, Los Príncipes, San Jerónimo, etc.).

Por otro lado, para nada se trata de elaborar un catálogo botánico o una relación de datos informativos al uso –para ello ya existen infinidad de guías turísticas y páginas web–; por el contrario, el objetivo es «sentir, leer y conocer mediante distintos paseos la evolución urbana de la ciudad histórica a través de sus jardines y, a su vez, observar las huellas que cada cultura ha ido dejando en la historia del jardín sevillano».

César López toma como punto de partida –y pone el acento en ello– la desmitificación del jardín como un espacio puramente vegetal y reivindica el concepto de jardín meridional –en contraposición al jardín francés–, donde se funden vegetación, arquitectura, agua, diseño y vida cotidiana. «Es un jardín pequeño y acotado, una huerta regada en la que hay mucha necesidad de agua y donde rebosan la luz y el color», como explicó el autor en el acto de presentación. «Desde un humilde patio con pozo, macetas y limonero, hasta un extenso parque como es el de María Luisa», recoge la introducción.

El clima y las culturas

En la obra, que cuenta con la colaboración de Juan Francisco Ojeda, Juan Villa, Regla Alonso, Rosalía Martín-Franquelo, Daniel Bilbao, Diego Blázquez, José Luis Mauri y Rafael Llácer, se ha analizado la relación del jardín sevillano con el clima, con las distintas culturas que han pasado por la ciudad, cada una de ellas legando un modelo de territorio, ciudad y jardín. Se verá, pues, el origen del jardín cerrado; cómo Roma nos ha legado el patio; cómo el Islam y el mudéjar se funden en los jardines de alberca y crucero; cómo el Renacimiento trae los mármoles y las geometrías de Italia a los patios de la aristocracia sevillana; y cómo los claustros son en realidad jardines cerrados sagrados.

También se habla del paseo abierto, que tiene en la Alameda de Hércules su origen, prolongándose en el tiempo con los paseos ilustrados de Olavide o los salones románticos del XIX. Y cómo el modelo final de jardín sevillano puede verse sintetizado por la genialidad de Forestier en el Parque de María Luisa o por el maravilloso catálogo de jardines existentes en el Real Alcázar.

El autor propone, así, una docena de itinerarios que invitan al lector a pasear por distintos puntos de la ciudad histórica acompañado por textos científicos, de viajeros, literatura, pintura, fotografía, mapas... Estos doce paseos, nombrados metafóricamente con cada uno de los meses del año para evocar el ciclo agrario, se han dividido en tres bloques: los tres que permiten conocer el origen de la ciudad y sus jardines, los seis que posibilitan adentrarse en la evolución de la urbe y los tres que sintetizan las claves para entender Sevilla y retratan finalmente el modelo de jardín sevillano. Porque, ya lo dijo Cicerón, «si tienes una biblioteca con jardín, lo tienes todo».

Los paseos

Enero: Belvederes del Aljarafe

Una interpretación del paisaje fundante de la ciudad primigenia, llamada Ispal, desde la cornisa aljarafeña. En este sentido, el Jardín del Buen Aire de Castilleja de Guzmán es un ejemplo de mirador volcado a Sevilla.

Febrero: Monasterio de Santa María de las Cuevas

Un recorrido por el antiguo monasterio de la Cartuja para contemplar huertas, claustros y jardines privados de los monjes, en donde el jardín sirve como evocación del paraíso originario y del concepto de hortus conclusus.

Marzo: De la Alameda al Parque del Alamillo

Itinerario que permite al paseante disfrutar de los paisajes poblados de álamos del Guadalquivir hasta adentrarse en el Alamillo, que con sus naranjos, huertas y setos recuerda el locus amoenus que pobló en su día los ríos andaluces.

Abril: Del Antiquarium a la calle Mármoles

El patio como herencia. Se trata de recorrer la antigua Hispalis y ver los jardines más antiguos de Sevilla, partiendo desde el Antiquarium y llegando al templo romano de la calle Mármoles con parada en la Casa de la Condesa de Lebrija.

Mayo: De la Casa de la Noria a la Buhaira

Itinerario por los jardines domésticos, sagrados y vestigios de huertas islámicas, que muestran el esplendor de Isbiliya. Partiendo de la Casa de la Noria (Antiquarium) pasando por El Salvador, la Catedral o la Casa de la Contratación.

Junio: De la Casa de Altamira al Palacio de los Marqueses de La Algaba

Recorrido desde la antigua Judería a la collación de Omnium Sanctorum, poblado de palacios, iglesias y conventos mudéjares: Casa de Pilatos, San Leandro, Palacio de las Dueñas, Casa del Rey Moro, Compases de Santa Paula...

Julio: Del Altozano a la Casa de Pilatos

Permite imaginar los que fue la Sevilla del Descubrimiento de América y ver los jardines renacentistas del XVI:_Triana, Hospital de La Caridad, Palacio Arzobispal, Hospital de los Venerables, Casa de Salinas, Casa de Pinelo...

Agosto: Del Convento de La Merced a Santa Clara

Del antiguo convento de La Merced (Museo de Bellas Artes) a Santa Clara, un recorrido por antiguos jardines conventuales (Santa Rosalía, Santa Ana, San Clemente) y aquellas plazas claustrales hijas de la Desamortización del XIX.

Septiembre: De la Puerta de Jerez a la Casa Rosa

Un paseo por la ciudad de los Montpensier para ver los jardines que se abren al sur de la ciudad en pleno Romanticismo: Jardín del Cristina, San Telmo, Las Delicias, Casa Rosa.

Octubre: Por los Jardines Americanos

Tras una interpretación del modelo de jardín sevillano, se reivindica lo que fueron los jardines científicos de aclimatación, una tradición aún viva en algunos jardines de la Expo 92 (Jardín Americano, Jardín del Guadalquivir...).

Noviembre: De Santa Cruz al Parque de María Luisa

La Sevilla ensoñada y recreada queda retratada en este paseo por los espacios ligados a la Exposición Iberoamericana de 1929: desde el Patio de Banderas por el Barrio de Santa Cruz, los jardines de Murillo y hasta el Parque de María Luisa.

Diciembre: El Alcázar y el espíritu del jardín

El último itinerario discurre por un recinto palatino que se convierte en todo un catálogo de los distintos jardines sevillanos: paraísos de Pedro I, jardincillos, el Renacimiento...