- Un grupo de escolares atiende a las explicaciones en la Sala V del Museo de Bellas Artes, la que congrega las principales obras del artista que quedan en Sevilla. / José Luis Montero
El Año Murillo, el gran evento para celebrar el cuarto centenario del pintor sevillano y que en su momento se vendió como todo un motor social, cultural y político para Sevilla, no termina de arrancar. Aunque ya hay un borrador de propuestas y la Junta de Andalucía ha reiterado que se sumará a la iniciativa que auspicia el Ayuntamiento, lo cierto es que todo está todavía muy en pañales en un proyecto que pelea contra el reloj porque cada día que pasa hay menos opciones de organizar algo que realmente deje huella en la ciudad. Y a ello se une un trámite burocrático fundamental, sobre el que pivota todo lo que se quiere hacer: aun no se ha conseguido la declaración, por parte del Gobierno central, de acontecimiento de excepcional interés público, la clave para que haya incentivos fiscales que atraigan a una iniciativa privada que, en definitiva, es la que tendría que correr con la mayor parte de los gastos.
Los hechos señalan que en el pleno de diciembre se aprobó por unanimidad una propuesta, presentada por el PP, para constituir una comisión de seguimiento de este proceso. Pero la realidad es que todo el proyecto está en estos momentos muy en el aire, a la espera básicamente de esta declaración o no como evento de especial interés, condición de la que gozaron por ejemplo los últimos grandes aniversarios celebrados, los de El Greco 2014 y Santa Teresa 2015.
«Es una cuestión fundamental porque va a marcar la potencia del evento», admite en este sentido el delegado municipal de Hábitat Urbano, Turismo y Cultura, Antonio Muñoz. Y el problema es que, no hace falta decirlo, el patio político nacional no juega a favor de las prisas del proyecto, ya que por lo pronto no hay Gobierno y todo indica que va a tardar en constituirse. «Desde el minuto 1 que se constituya el nuevo Gobierno, sea del color que sea, se planteará la cuestión», pero es evidente que en estos momentos la cuestión del Año Murillo no va a ser precisamente una prioridad para el nuevo Ejecutivo central con la que está cayendo ahora mismo.
«El momento es inoportuno», admite en este sentido Muñoz, quien subraya que todo «depende de la voluntad política del Ministerio de Hacienda», porque hasta el Ministerio de Cultura ya habría dado su visto bueno. Así que estamos encallados en esta «cuestión crucial», lo que aprovecha para defender la gestión del gobierno de Espadas («parados no hemos estado, hemos hablado con todos») y criticar que el anterior alcalde, Juan Ignacio Zoido, no diera los pasos necesarios más allá de «hacerse la foto», allá por abril, con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Tras este encuentro, Zoido dio poco menos que por hecho que el Gobierno iba a conceder el ansiado reconocimiento como acontecimiento de excepcional interés, algo que todavía no se ha conseguido y cuya tramitación «ni siquiera se inició entonces, después de una presentación del proyecto en el Alcázar muy frívola porque no había nada detrás».
De local a internacional
¿Y tan necesaria es esta declaración por parte del Gobierno, que todos coinciden en que no habrá problemas en conseguir pero que no termina de llegar? Rotundamente, sí. «Si no se concede se hará un evento digno pero de corte doméstico», al tenerlo que soportar el presupuesto de las administraciones, «para hacer un proyecto internacional necesitamos esta declaración para poder contar con el patrocinio del sector privado», que participaría atraído por los incentivos fiscales.
«Si no ocurre nos quedaremos con un evento presentable pero de corto alcance», insiste Muñoz. Para cuando haya Gobierno y se pueda presentar la propuesta ya se ha elaborado un «documento bastante digno» con las líneas maestras del proyecto, un trabajo del que se ha encargado Casilda Ybarra, la que fuese coordinadora de la muestra principal de El Greco 2014 en Toledo. Mientras, el tiempo juega en contra de una iniciativa que, en teoría, iba a arrancar en septiembre de 2017.