El arte de la Plaza del Museo echa de menos al turismo

Si el mundo del artista ya es complicado de por sí incluso para los más reconocidos, lo es mucho más si nos referimos a los que que exponen sus obras, desde hace mucho tiempo en la Plaza del Museo de Sevilla y que ahora sienten las consecuencias de una pandemia devastadora que aun no ha terminado.

Alex Solano alex_linense - Carmen Osuna CarmenOsunaG /
25 ene 2021 / 04:26 h - Actualizado: 24 ene 2021 / 20:28 h.
  • El arte de la Plaza del Museo echa de menos al turismo

La Plaza del Museo situada junto a la Facultad de bellas artes lleva exponiendo verdaderas obras de arte desde hace más de 20 años. Detrás de esos elaborados trabajos, hay personas con circunstancias que se asemejan de unos a otros, o que, por el contrario, difieren de las demás.

Algunos de ellos, como Paco Moya, vive por y para eso. Y es que, para la mayoría, lo que comenzó siendo un hobbie, se ha terminado convirtiendo en su trabajo.

Paco, ya lleva 10 años exponiendo en este mercadillo, trabaja por encargo y su especialidad es la pintura en azulejos de cerámica. Afirma que todos son diseños originales y que hasta finalizar cada uno de ellos, pueden pasar hasta 3 semanas. Moya dice haber comenzado muy pronto a trabajar en una empresa dedicada a la cerámica pese a tener ese afán por pintar desde entonces. Aunque comenzó con acuarela y óleo, ahora dibuja en cerámica, algo que requiere, como él mismo apunta, una técnica mucho más complicada que requiere más de una cocción a 1000 grados de temperatura, una técnica que no contaron antecesores como Antonio Morilla. Técnica caracterizada por la independencia en la cocción de cada uno de los azulejos que forman el cuadro y por la primera capa en blanco que elimina la rugosidad de esa materia prima.

Su punto de inflexión fue el cierre obligado en la crisis de 2008 de la fábrica sevillana en la que trabajaba. Para él, su pintura y el mundo religioso – lo que plasma en sus obras – fueron su alternativa y modo de renacer, algo en lo que sus redes sociales, le han ayudado mucho.

Siete meses han sido los que cada uno de los pintores en su gran mayoría y en sus diversas formas, han tenido que guardar sus trabajos ya terminados porque un confinamiento domiciliario se echó encima de todo el país. Sin embargo, algunos de ellos han aprovechado ese tiempo para ponerse al día con los encargos. Es el caso de Sara Moreno Nogal. Mujer sevillana que estudió magisterio y que desde que su marido, Antonio, llevó sus primeros ejemplares a este mercadillo, tomó la decisión de dedicarse a la pintura. Una pintura al óleo caracterizada por el uso de colores pasteles y cuyas escenas trasmiten armonía y necesidad de tenerlas colgadas en la pared de casa. Una técnica que requiere paciencia, y tiempo. Mucho tiempo, asegura Antonio.

Ese mismo día también saludamos a Carmen, una Sevillana recién llegada de Francia. Agobiada por la situación que vivía hace ya tres años, Carmen, cogió sus pinturas y su arte y se lo llevó en busca de algo nuevo y mejor respecto al momento que vivía. El sureste de Francia la acogió y tras formalizar la burocracia pertinente, vendió algunas de sus pequeñas obras a los interesados que pasaban por el lugar, un lugar que asegura que reconoce el arte más que España. Después de esa experiencia y no siendo suficiente, antes de volver a su tierra, pasó un año en Granada y ahora, sacudida por la crisis, ha vuelto a sus principios donde es difícil – y lógicamente dice – volver manteniendo el mismo sitio que antes.

Por su parte, nos encontramos con Patricia, una mujer argentina que ya lleva 10 de los 11 años que lleva en España mostrando sus pinturas en este museo. Ella es una de las que corrobora que vivir del arte no es fácil pero que uno tiene que ir reinventándose, sobre todo en épocas de crisis. Su alternativa ha sido, como la de muchos, la vía online.

Además, y cómo no, nos paramos con Antonio Arcas, uno de los más veteranos en el lugar. Su especialidad es la plumilla, una técnica caracterizada por el uso de la tinta. Con ella, su arte y 20 horas de trabajo, Antonio lustra paisajes dignos de alabar. Uno de ellos, el Postillo de Sevilla en los tiempos en los que las corridas de toros se celebraban ahí. El don de Antonio no cesa ahí, Picasso ha sido un gran ídolo para el artista y aunque con su esencia personal, también tiene obras picasianas.

Con la mitad del aforo que exige el Ayuntamiento y con la lucha de las asociaciones que velan por todos ellos, los que ahora allí se encuentran coinciden en el empeoramiento obvio de las ventas donde tanto el turismo – nacional y extranjero – como las consecuencias económicas de esta crisis, están siendo claves en la pérdida de las posibles compras, unas compras que han disminuido en casi un 80% y donde ahora, la mínima posibilidad de venta es para menos de la mitad del total de artistas que allí se encontraban en tiempos pre-covid.

160 artistas desfavorecidos por la obligada distancia de seguridad, 60 de los cuales, buscan alguna vacante de los más veteranos para asistir, aunque sea, uno de esos domingos.