El barco socialista necesita 11 remeros para llegar a 2019

Iñaki Alonso @alonsopons /
02 mar 2018 / 21:10 h - Actualizado: 02 mar 2018 / 22:18 h.
"Ayuntamiento de Sevilla","Juan Espadas","Antonio Muñoz","Juan Manuel Flores","Carmen Castreño"
  • Díaz y Macías (a la derecha) bromean con la también edil Adela Castaño (izq). / Manuel Gómez
    Díaz y Macías (a la derecha) bromean con la también edil Adela Castaño (izq). / Manuel Gómez

El barco capitaneado por Espadas acumula casi tres años de travesía por un mar que, en 2015, era embravecido con un equipo en franca minoría de 11 sobre 31 concejales, sin pactos estables –la llamada en ocasiones a lo largo del mandato izquierda radical le brindó el bastón de mando sobre la bocina, pero pronto receló de las promesas socialistas– y un gobierno que concentraba el poder en cuatro ediles. La guardia pretoriana de Espadas está conformada, desde sus inicios, por Carmen Castreño con los galones económicos; Antonio Muñoz, dirigiendo el Urbanismo de la ciudad y el filón del turismo; Juan Carlos Cabrera, como el gestor de la seguridad y la movilidad de la ciudad; y Juan Manuel Flores, que soporta sobre sus hombros el peso social, tan capital para el regidor, de este mandato. A ellos se incorpora Adela Castaño que, a lo largo del mandato, ha ido creciendo en peso político por ser, a través de Participación Ciudadana, el nexo de unión con los barrios.

Pero, más que pasado el ecuador, el desgaste hace mella. Más cuando hay pocas manos para tantos frentes abiertos. Al respecto, el alcalde socialista parece funcionar como los buenos entrenadores de baloncesto, que no cambian a sus jugadores hasta que culminan con una canasta o una buena asistencia. Y, justamente ahora, no pasa precisamente por su peor momento para una remodelación que apuesta, sobre todo, por tener a los 11 concejales enchufados en el último año de mandato. Ha salvado de manera airosa, y contra todo pronóstico, los presupuestos, con una cabriola que ha contado con el apoyo de Ciudadanos y la abstención del PP, a lo que se han sumado unas semanas en las que ha vendido el desbloqueo de proyectos enquistados como la fábrica de tabacos de Altadis, la ampliación del Metrocentro o, quizás la más llamativa, la ampliación de la línea 3 del Metro de Sevilla, con un acuerdo a tres para la construcción del tramo entre Pino Montano y El Prado. Para colmo, las últimas encuestas le dan como el gran favorito para revalidar la Alcaldía, pese al empuje Javier Millán, su aliado naranja.

Con el viento a favor, es más fácil que el barco no se vaya a la deriva a final de trayecto. Y, para ello, ha incorporado a los cuatro remeros más infrautilizados del gobierno y que están llamado a lidiar, en esta recta final, con frentes nada agradables. David Guevara, que hasta ahora circunscribía su trabajo al Instituto Municipal de Deportes (IMD), tendrá que lidiar con la nueva gestión del arbolado, ahora que, tras tres años de espera, se hará con el modelo de Espadas y no el de Zoido y, por tanto, será mirado con lupa. Más si cabe cuando el PP ha tomado el arbolado como arma arrojadiza.

También tendrá que lidiar un toro complicado Clara Isabel Macías, que sumará a su distrito Macarena mantener la paz social que pactó el PSOE con los sindicatos y que ha estado a punto de irse al traste con el conflicto de las prejubilaciones, solventado hace poco. La ventaja para Macías es que no es terreno desconocido, como diplomada de Relaciones Laborales. El hándicap está en el malestar creciente de un comité de empresa que ve que hay poco tiempo para muchas promesas.

Los otros dos grandes movimientos van en sintonía electoral. Conforme se acerca la cita con las urnas, los barrios toman protagonismo para el gobierno y la oposición. Ahí entra un perfil como Myriam Díaz, muy de patearse de la periferia y que, además, tiene mucho feeling con su jefa Adela Castaño. Y, ya como apuesta personal del alcalde está que Sevilla no se quede a la cola en smart city y TIC, de la que es un enamorado. El futuro, y lo cree firmemente, está ahí y se lo ha encomendado a la cuota sanchista de su gobierno que, por fin, tiene galones más allá del distrito Nervión.