Al igual que ya ocurriera en la primera edición de este congreso, el Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Sevilla hará entrega del Premio a la Defensa, Custodia y Promoción del Legado de la Exposición Iberoamericana, en dos categorías diferentes: Conservación y Divulgación. Según han informado sus organizadores, este II Congreso Internacional sobre la Exposición Iberoamericana tendrá lugar en Sevilla, del 9 al 13 de mayo del próximo año 2020.
Así lo ha dispuesto la junta de gobierno del Colegio, que según su presidente, Javier Gómez Ramallo entiende que “nuestro colectivo debe sentirse corresponsable con el mantenimiento activo de la Exposición Iberoamericana y su legado, como fuentes inagotables de conocimiento socio cultural y artístico y como germen de la modernidad hacia lo que hoy conocemos como globalización”.
En su primera edición, el premio en la categoría de conservación fue otorgado al arquitecto técnico José María Cabeza Méndez, por su larga y fecunda trayectoria en el campo de la conservación. Medalla de oro al Mérito por su trayectoria profesional en este colegio, en su calidad de técnico municipal responsable de gran parte de las actuaciones en pabellones del certamen, realizó un importante número de artículos en la revista Aparejadores, órgano oficial de difusión del colectivo, con carácter monográfico sobre los
pabellones del certamen que aún permanecen en pie. Asimismo, ya había publicado en 1982 el libro “La Exposición Iberoamericana y los Aparejadores”, obra que fue reeditada en 2004.
Con respecto a la categoría de divulgación, el premio fue entregado a Juan José Cabrero Nieves, por su extraordinaria y desinteresada labor en pro de la promoción y la divulgación de la historia de Exposición Iberoamericana a través de su blog “Exposición Ibero- Americana de Sevilla de 1929”.
Gómez Ramallo, presidente de los Aparejadores de Sevilla, asegura que “con la entrega de estas distinciones y la celebración de esta segunda edición del congreso, el compromiso de nuestra profesión para con el legado se pone en valor. Somos garantes de todo aquello que contribuya al desarrollo de las ciudades y, por ende, de las personas”.
Si los aparejadores no tuviéramos esta máxima, nos quedaríamos anquilosados en el tiempo, siendo simples observadores de lo que sucede a nuestro alrededor. Estamos preparados -y nos apasiona- ser actores del progreso en nuestro papel de agentes del desarrollo y cambio en la configuración de nuestra ciudad”.