El comercio de barrio

23 nov 2020 / 11:35 h - Actualizado: 23 nov 2020 / 21:15 h.
  • El comercio de barrio

Los miraba y no los veía, pasaba junto a ellos y nunca los vi, contemplaba las calles iluminadas y con vida a su alrededor y nunca me fijé, mi pueblo crecía y no sabía el porqué. Siempre he comprado en grandes superficies y siempre he denostado el comercio de barrio, por eso, por ser de barrio. Claramente estaba equivocado. Estas circunstancias anormales que estamos viviendo, me han enseñado algunas cosas y me han dado respuestas a otras, especialmente a la importancia del comercio de barrio y he tenido la oportunidad de conocerlos. Gracias a este comercio de siempre. Me siento orgulloso de ellos. Siempre a nuestro lado con ese silencio de los sufridos autónomos, magníficos profesionales que nos dan respuesta a todas las necesidades inmediatas y que están sufriendo como nadie esta grave crisis. Les voy conociendo poco a poco, a Eduard e Inma de mi restaurante preferido, a mis dentistas Alberto y Carolina, a Isabel mi farmacéutica, a Iván el del kiosko de prensa a Miguel el del cupón... Me siento identificados con ellos. Nos ayudan y les debemos ayudar. Permítanme una mini historia: En un pequeño pueblo, golpeaba la crisis con dureza como en el mío, todos tenían deudas y vivían con dificultad a base de créditos. Un día, llego un viajero al hotel del pueblo, se dirigió a la recepción y reservó su estancia para 15 días. Abonó en ese momento los 3.000 euros y fue a visitar las instalaciones. El dueño del hotel cogió los euros y salió corriendo a pagar sus deudas con el carnicero y el pescadero del pueblo que le proveían todas las semanas. Al momento salieron los dos a pagar a sus mayoristas de carne y pescado que periódicamente les suministraban. Estos dos, cogieron sus correspondientes euros y corrieron a pagar a la tienda de ultramarinos de al lado que todos los días les apuntaban las compras que realizaban para sus familias. El dueño de la tienda de ultramarinos, cogió los 3.000 euros que cobró e inmediatamente fue al hotel a cancelar la deuda que todavía tenía pendiente de la boda de su hija. En ese momento llegó el cliente a la recepción y le dice al dueño que no se queda, que no le había gustado sus instalaciones y que se marchaba. Pidió la devolución de la reserva y se marchó. Nadie ganó un euro , pero toda esa gente pagó sus deudas y empezó a mirar el futuro de otra manera, con confianza, ilusión y esperanza. Conclusión, si el dinero circula, la economía circula. Consumamos más y en nuestro barrio, en nuestro pueblo. Tenemos muchas razones para consumir en nuestro comercio local. Debemos cambiar nuestros hábitos de compra y potenciar el comercio cercano que hoy luchan por sobrevivir. Son vida para el barrio, dan ambiente a las calles, son luz por la noche, dan empleo a muchas familias, son generadores de la actividad económica del pueblo y alegran nuestra vida cotidiana. También debemos exigirles competitividad y renovación. No se quién escribió «antes creíamos que el lujo era lo raro, lo exclusivo, todo aquello que nos parecía inalcanzable. Ahora nos damos cuenta que el lujo es esas pequeñas cosas que no sabíamos valorar». Pues eso, nuestro comercio local es un lujo.