- Carlos Bordons aparece en la imagen junto a jóvenes investigadores de su equipo y con Anna Stephanopoulos, de la Universidad de Michigan, experta en vehículos de hidrógeno.
- Carlos Bordons Alba, Catedrático de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Universidad de Sevilla, experto en mejorar la eficiencia en el uso de las energías renovables.
Está en primera línea internacional de la innovación aplicando el uso de hidrógeno a vehículos como coches, pequeños robots submarinos y drones, y dirige Engreen, la unidad de excelencia multidisciplinar en la Escuela de Ingenieros Industriales que ha sido creada como Laboratorio de Ingeniería para la Sostenibilidad Energética y Medioambiental.
“Mi horizonte, esté en Sevilla, en Australia o en Brasil, siempre es intentar aportar soluciones a problemas globales. Ahora sobre todo en la aceleración del uso del hidrógeno como fuente de energía. Es un proceso que ha tenido altibajos, pero ya es imparable”. Carlos Bordons es uno de los catedráticos relevantes de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería en la Universidad de Sevilla, y además durante varias semanas cada año ejerce como profesor visitante en la Universidad Tecnológica de Sidney y en la Universidad Federal de Santa Catalina. Está al frente de Engreen, unidad de excelencia multidisciplinar creada en dicha Escuela como Laboratorio de Ingeniería para la Sostenibilidad Energética y Medioambiental, para desarrollar proyectos ambiciosos y utilizando el edificio que tiene la Universidad de Sevilla en el Puerto de Sevilla como centro de innovación.

Carlos Bordons, en Australia, durante ensayos con el robot submarino alimentado con hidrógeno que está desarrollando junto a un centro tecnológico de la Universidad de Sidney, donde él también da clases.
¿Cuáles son sus coordenadas biográficas?
Nací en Sevilla hace 61 años. Mi padre era urólogo, trabajó en el Ejército del Aire, era una persona con gran pasión por el conocimiento, y nos la transmitió. Así como el sentido de la disciplina para organizarte en el trabajo y afrontar estudios y proyectos. Mi madre trabajó como ama de casa, soy el cuarto de sus seis hijos. Mis barrios de infancia y adolescencia fueron Los Remedios y Triana, estudié en el Colegio San José de los Padres Blancos. Estoy casado, residimos en Valencina de la Concepción, tenemos dos hijos, el mayor es ingeniero industrial y mi hija está haciendo un doctorado en la Universidad Olavide sobre indígenas en América y su relación con el medio ambiente.
¿Su interés por la ingeniería estaba enfocado a la investigación y la docencia?.
No tenía plan de hacer vida académica, pero en los últimos cursos de la carrera en la Escuela de Ingenieros de Sevilla, cuando aún estaba en el campus de Reina Mercedes, estuve trabajando con profesores como Valeriano Ruiz, uno de los grandes impulsores de la energía termosolar, y con Eduardo Fernández Camacho, que me animó a solicitar una beca para investigar, y fue quien después dirigió mi tesis. Comprobé que estaban muy cerca del ámbito industrial y que se podían hacer cosas muy interesantes desde la universidad. No eran profesores que vivieran aislados del mundo real. Para mí es un orgullo pertenecer a esta Escuela, que tiene prestigio internacional por su nivel y por su capacidad de transferir conocimiento a la sociedad, por vías como la creación de empresas basadas en tecnologías ideadas en diversos departamentos. Con grandes maestros como Javier Aracil, que creó el área de Automática, donde me he desarrollado. Hacía mucha falta en Andalucía un polo de creación de tejido empresarial como éste, con vocación de aportar soluciones. Para mí fue muy satisfactorio dirigir durante 4 años AICIA (Asociación para la Investigación y Cooperación Industrial de Andalucía), fundada en la Escuela.
¿Cuál es su principal línea de investigación?
Me desarrollé en el área de Ingeniería de Sistemas y Automática, que es una gran desconocida, a veces se le llama la tecnología oculta. Está detrás de miles de cosas que vivimos a diario, como mantener la temperatura de un aire acondicionado, o sistemas de antibloqueo de frenos de un coche, o el control de vuelo con piloto automático de un avión. Para mí es el área más interdisciplinar de la ingeniería. Gracias a Eduardo Fernández Camacho, me enfoqué a un tema que surgía hace 40 años: el control predictivo basado en modelos. Me subí al carro desde el principio y ahí he hecho mis principales aportaciones a nivel metodológico en control predictivo, y en aplicaciones a sistemas en energías renovables y en hidrógeno verde.
¿Qué tecnologías de inteligencia artificial utiliza?
Utilizo desde hace más de 30 años las técnicas de aprendizaje automático, que quizá sea lo más conocido de la inteligencia artificial. Hace más de 20 años hicimos una red neuronal con la empresa sevillana Procisa, y nos dieron un premio en la feria internacional del aceite de oliva. Le llamamos sensor virtual, pero era ‘machine learning’. Yo me centro más en aplicar herramientas a lo industrial. Uso las herramientas que hay para, por ejemplo, que un electrolizador funcione mejor en la producción de hidrógeno verde; o para el funcionamiento de un robot asistencial que ayude a hacer la compra, lo desarrollamos con la empresa sevillana Tier1.
¿Qué primer logro para el sector energético le aportó reconocimiento?
De los primeros resultados que merece reseñarse fue conseguir hacer refrigeración solar: aire acondicionado con tecnología termosolar. Cómo usar el sol para enfriar. Crear una instalación y cómo acoplar su capacidad a la necesidad de refrigeración en un edificio. La empresa Babcock Wilcox nos dio un premio a Francisco Rodríguez Rubio y a mí. Esa línea de investigación ha dado lugar a varias tesis doctorales y han venido muchos investigadores para conocerla, y hemos exportado esa tecnología a países con especial necesidad de sistemas para refrigerar.
¿En qué tiene ahora puesto el foco en materia energética?
Ahora estoy más centrado en sistemas de gestión de energía para los que creo algoritmos con el fin de mejorar la optimización y la eficiencia en los procesos de producción de hidrógeno a partir de renovables como la solar, y cómo integrar eso. Por ejemplo, hicimos un trabajo muy interesante para la multinacional Atlantic Copper, en su complejo metalúrgico en Huelva. Conseguimos que ahorraran mucha energía.
En el despegue de la producción de hidrógeno como fuente energética alternativa para sustituir a los combustibles fósiles, da la impresión de que hay más proyectos que materializaciones. ¿Se corre el riesgo de una burbuja especulativa?
Ahora se quiere cambiar un sistema energético que lleva funcionando desde hace muchas décadas. De vez en cuando surge una ola que parece lo va a cambiar todo, y ahora estamos en la ola del hidrógeno. Ahora sí ha llegado la ola para quedarse. Las grandes empresas se están implicando, las administraciones públicas están regulando y están motivando. Pero el cambio no se logra en un abrir y cerrar de ojos, requiere un esfuerzo enorme. Sobre el papel todo es muy bonito, pero hay problemas técnicos y regulatorios, y su solución requiere tiempo. Bien lo saben en el Centro del Arenosillo del INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial) en Huelva llevan 25 años investigando muy bien y experimentando con la producción de hidrógeno, hay expertos de alto nivel. Por eso hay que distinguir esos ámbitos de referencia en comparación con otros que venden humo sobre megaproyectos empresariales y hablan de cifras de producción que son cuestionables.
¿A qué problemas técnicos se refiere?
Hay problemas como el del almacenamiento del hidrógeno, y cómo se distribuye. Pero no son irresolubles. Y a la vez se irá ajustando la relación entre oferta y demanda. Recordemos, por ejemplo, que hace 20 años eran muy caras las instalaciones fotovoltaicas y ya se pueden tener en casa a un precio mucho más asequible.
Explique qué es Engreen.
Hemos creado en la Escuela una unidad de excelencia, denominada Engreen, que integra a numerosos investigadores punteros. Es un laboratorio de ingeniería para la sostenibilidad energética y medioambiental. Ya teníamos en la Escuela una pequeña planta y hemos conseguido financiación tanto autonómica como estatal para montar una planta más grande en el edificio nuevo de la Universidad de Sevilla en el Puerto de Sevilla. Tendrá una estación de recarga de vehículos eléctricos y de hidrógeno, basada en energía solar fotovoltaica, y produciendo hidrógeno verde para la recarga de los vehículos, incluso mediante almacenamiento de energía sobrante, y usarlo por la noche.

Carlos Bordons, con un coche propulsado por hidrógeno verde generado a partir de energía solar.
¿Cuántas personas forman parte de Engreen?
Somos 20 investigadores, tengo el honor de ser el director, los hay desde diversas áreas de conocimiento: ingeniería de automática, ingeniería electrónica, ingeniería mecánica, de organización de empresas, etc. Además, ya estamos contratando personal. El objetivo es conformar una masa crítica que permita desde la Universidad de Sevilla hacer investigación puntera en temas como integración de fotovoltaica, almacenamiento, hidrógeno, transporte, etc. Y, a partir de ahí, nuestra idea es proveer de servicios a empresas, mediante colaboraciones entre universidad y empresas.
Destaque algunos de los proyectos en los que ahora está inmerso con intensidad.
Los que me dan más satisfacción personal son los de vehículos en los que estamos añadiendo propulsión de hidrógeno. Por ejemplo, en pequeños robots submarinos autonómos, de dos metros de longitud, lo estamos haciendo con un centro de investigación de la Universidad de Sidney (Australia), donde soy profesor visitante, y con el INTA español. También vehículos aéreos no tripulados, en colaboración con el grupo de ingeniería aeroespacial de la Universidad de Sevilla y un grupo de investigadores brasileños de la Universidad de Santa Catalina, donde también voy todos los años a dar clases entre dos y tres semanas, estamos desarrollando un dron de ala fija propulsado por hidrógeno. Es para un proyecto de ayudas en situaciones de emergencia. Es un dron convertible, que puede despegar en vertical y volar con alas en horizontal. Así puede llegar a lugares rmás remotos y permite llevar materiales, como un desfibrilador. Lo estamos probando. Otro proyecto en marcha es el uso de blockchain para gestión de energía desde comunidades energéticas.
Por sus conocimientos y experiencias, ¿qué propondría para que Andalucía, y Sevilla, basen más su desarrollo económico en este tipo de industrias estratégcas?
Hay sectores importantes donde no nos falta el talento y el conocimiento. Sobre esa base, hay que aportar ganas e inversión. Es el momento para que empresas que hasta ahora no se han implicado en nuevas oportunidades, lo hagan en materias como el hidrógeno. Además, desde el sector público, hay que invertir en este tipo de sectores estratégicos. Pongo un ejemplo: para la fabricación de instalaciones fotovoltaicas, que ya son baratas, Europa se ha puesto en manos de China. Era más cómodo y más barato, pero eso no se entiende porque causa un grave nivel de dependencia. Igual que hay sectores estratégicos como la defensa y la seguridad nacional donde se debe estar aunque no sea barato, hay que tener una fuerte posición en el energético. Y corremos el peligro de que nos suceda lo mismo que con las mascarillas cuando llegó la pandemia covid, y se hizo evidente de que no había suficiente número de empresas en España que las hicieran.
¿La sociedad está concienciada y comprometida para afrontar las causas y consecuencias del cambio climático?
Pensemos que nuestra sociedad occidental es solo una pequeña parte de la población mundial. La mayoría de los habitantes del planeta viven en Asia, en países como India, China, etc., donde ahora lo que quieren vivir es un modelo de sociedad de consumo, y no restringirse. En Europa vamos bien, aunque se podría ir más rápido. Pero el resto del mundo está muy lejos de concienciarse y tomar decisiones. Como civilización, no hemos empezado a tiempo, y el problema está ya emergiendo con enorme fuerza.
Por sus estancias y contactos en Australia y Brasil, ¿es muy diferente la actitud de la poblacion australiana y de la brasileña ante un reto global y local?
Australia tiene alto nivel, de vida, tienen medios, recursos y mentalidad occidental, y se pueden permitir extender el uso de energías renovables aunque no sean rentables económicamente. Brasil es muy diverso. Hay mucho uso de energía extraída de la biomasa y de la energía hidroeléctrica. Respecto al grado de concienciación, depende de la zona, el sur de Brasil es más ‘europeo’ , pero otras zonas son muy distintas, padecen millones de personas tener que aferrarse a una economía de subsistencia, y no les pidas que basen su vida en renovables que no sean biomasa. Por nuestra parte, en nuestra línea de investigación aplicada, estamos intentando desarrollar estrategias de control en diferentes países. Por ejemplo, en Brasil tenemos un proyecto en marcha para producir amoniaco a partir de energía solar con hidrógeno, y poder transportarlo. Está concebido con el afán de aportar soluciones a problemas globales.