EL posconfinamiento ha obligado a cambiar nuestros hábitos. Años atrás, impresionaban las imágenes de ciudadanos asiáticos llevando mascarillas por las calles. Ahora hay que llevarlas para evitar una multa.
Hacer la compra con guantes, lavar la ropa a cierta temperatura, cuidar las suelas de los zapatos y saludar con el codo son algunos de los hábitos que hemos tenido que modificar, pero hay otros que son casi imposibles de evitar.
Un gesto tan normal como abrir una puerta se convierte en toda una odisea, más aún si es de un establecimiento público. ¿Cuántas personas habrán tocado el tirador? ¿Estará alguna infectada?
Una empresa sevillana está fabricando un adaptador que evita el contacto directo con los tiradores de las puertas, uno de los objetos con mayor nivel de contaminación, garantizando la protección necesaria en su uso.
Rafael Millán, gerente y director técnico de Raf Protección, explica que se trata de un producto innovador y necesario para las desescaladas del confinamiento. «El tirador de seguridad Raf ofrece no solo seguridad física, sino también la seguridad subjetiva y emocional que toda persona necesita para realizar su vida con normalidad», señala Millán.
El funcionamiento es bien sencillo. El adaptador se pone en cualquier tirador y la persona sólo tiene que usar su antebrazo para abrir o cerrar la puerta, evitando usar la mano.
Estos tiradores se pueden adquirir en su página web.