El mal endémico de la botellona

Convivencia. El barrio está sometido a los ruidos y carreras de los coches discoteca. Los vecinos plantean vallar las parcelas de la Feria para acoger un gran aparcamiento

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
15 jun 2017 / 06:42 h - Actualizado: 15 jun 2017 / 06:42 h.
"Barrios","Radiografía a Los Remedios"
  • Basura acumulada en una de las zonas frecuentadas por los jóvenes para hacer botellona en el barrio de Los Remedios. / El Correo
    Basura acumulada en una de las zonas frecuentadas por los jóvenes para hacer botellona en el barrio de Los Remedios. / El Correo
  • El mal endémico de la botellona

Los vecinos cuentan que han llegado a salir a la calle y «suplicar» a los jóvenes que bajen la voz porque «la Policía no acudía» y no podían pegar ojo. Los Remedios se ha abonado irremediablemente a la botellona. Ya sea invierno o verano, las concentraciones de jóvenes bebiendo alcohol de madrugada forman parte del paisaje urbano del barrio. «El Ayuntamiento sabe que aquí se produce botellona casi a diario. Nos dicen que llamemos a la Policía. Hay veces que vienen y muchas veces que no. Hay tendencia a evitar el problema», dicen los residentes, que no se resignan a convivir con este problema.

La asociación de vecinos Los Remedios recibe a la semana emails de ciudadanos que exponen los problemas que tienen con la botellona en la puerta de su casa. Sin ir más lejos, la semana pasada vino de la zona trasera de República Argentina. Lo peor, insisten, es la contaminación acústica que es incompatible con el derecho al descanso: «En estas noches de 25 grados que hay que dormir con las ventanas abiertas, pues no todos tienen posibilidad de poner cada noche el aire acondicionado o no pueden hacerlo por temas de salud. El ruido es insoportable», alertan desesperados y reclaman «mano dura» contra este mal endémico de la zona.

La entidad vecinal lleva tiempo localizando (y denunciando al Ayuntamiento) los distintos focos. No siempre son los mismos. «Habitualmente, tras la Feria y con la llegada del calor, la botellona se refugia en los márgenes del río y abandona los sitios habituales». Aún así en Los Remedios resisten tres zonas. En la explanada del Paseo Remeros de Sevilla, en la entrada al Club Náutico, lateral oeste del Mercantil y frente a los pisos de Los Químicos, «hay todo el año, más aún los fines de semana»; en los aparcamientos en superficie de la estación de Metro de Blas Infante y frente al depósito de vehículos municipales y el Parque de los Príncipes, «en verano sigue pero en invierno hay mucho más, con coches discoteca». Los vecinos relatan que los chavales «vienen cargados con bolsas de otras barriadas o del Aljarafe. Además disponen de establecimientos de conveniencia que venden a cualquier hora. Beben aquí y eluden los controles de alcoholemia en la salida de Sevilla». Las molestias derivadas de estas celebraciones juveniles son diversas: «Gritos, carreras y, por desgracia, en más de una ocasión muertos por accidentes de tráfico». Si bien, reconocen que no es tanta la suciedad debido a la rápida actuación de los servicios municipales de limpieza. «Lipasam recoge toda la porquería a primera hora», aclaran.

Pero el mapa de la botellona tiene dos puntos más en Los Remedios. Son de menor poder de convocatoria pero tienen un mayor impacto visual dada su localización estratégica. De una parte, se señala la calle Fernando IV. «En su mayoría son jóvenes de apenas 20 años que se ponen a beber. Se lo hemos trasladado muchas veces al distrito y nada. Los vecinos proponen vallarlo. Esperemos que cambie la dinámica cuando la Policlínica de Los Remedios se haga cargo de este bajo...» Eso sí, advierten, que el problema se mudará porque «la botellona es como un globo que se aprieta por un lado y se va a otro ¿Dónde irá? ¿A la zona de Juan Ramón Jiménez?»

El otro punto de la discordia son los soportales de la avenida República Argentina, a la altura de la sede del distrito municipal. «Creemos que la concentración de supermercados en estos números favorece una botellona de conveniencia entre sin techos de mediana edad, de 40-50 años, y procedencia extranjera. En su mayoría, son gorrillas que se reúnen al mediodía a tomar botellines o vino de tetrabrick». Es un problema de salubridad, ya que «lo dejan todo perdido, orinan y defecan entre los coches». Como consecuencia, hay una devaluación de los pisos.

Cansados de esta situación y ante «el incumplimiento» de la Ley Antibotellona, la propuesta vecinal es convertir «el gran campo amarillo de la Feria en un aparcamiento en superficie vallado y con una única entrada durante diez meses al año». Sería para residentes y también rotatorio, siguiendo la experiencia del P4, entre el Mercantil y el puente de Los Remedios, «que tan bien ha funcionado». Para ello, concluyen, «hace falta voluntad política».