Más de 3.000 días, que se dice pronto, han pasado desde que se derribara la antigua cárcel de Sevilla en los terrenos de la Ranilla. Desde entonces los vecinos han esperado, y desesperado, la apertura de un anhelado parque que ayer, por fin, abrió sus puertas.
Eran poco más de las 12 del mediodía de ayer cuando medio centenar de personas, entre vecinos y responsables municipales, se arremolinaban en una de las entradas del ansiado parque, que estaban abiertas, por fin, sin animarse nadie a ser el primero en entrar. Nadie quería perderse la inauguración de este nuevo espacio verde «que es mucho más que un parque, ha abierto un lugar para la memoria histórica de la ciudad», explicó el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, durante el acto en el que estuvo muy respaldado por hasta cuatro concejales. No en balde, desde que se derribara la antigua prisión provincial de La Ranilla, un centro penitenciario que tras la Guerra Civil, sirvió de presidio para miles de represaliados políticos, allá por enero de 2007, «han pasado hasta tres alcaldes», como recordaba uno de los vecinos de la zona. En ese tiempo los carteles que aún ayer colgaban en los balcones de los edificios colindantes reclamando la apertura del parque («Espadas abre el parque»; «Espadas, ¿el parque para cuándo?»), han ido variando de nombre según el regidor al frente del Ayuntamiento, aunque no su contenido.
Y es que las obras para que se transformara en lo que es hoy han sufrido más de un retraso. Aunque se anunció en 2008, los trabajos no comenzaron hasta 2010 y se vieron interrumpidos en diciembre de 2011. Desde entonces hasta 2013 no se movió nada. Entonces el Gobierno municipal del PP aprobó una transferencia de 1,5 millones de euros en un intento de solventar la paralización que sufrían las obras. En 2014 Urbanismo contrató las labores restantes del parque por algo más de 1,3 millones de euros. Y bajo la dirección del arquitecto Francisco Barrero, las obras fueron retomadas en abril de 2015, siendo finalizadas tras una inversión total de casi 3,7 millones de euros. Aún así los vecinos veían pasar los días «con el parque listo para entrar y las puertas cerradas», como comentaba Antonio, otro vecino con ansias de zona verde. Esto también lo explicó el alcalde. «El parque ha tenido problemas hasta el final», dijo, «desde que finalizaron hasta que se ha podido recepcionar ha pasado mucho tiempo, pero los parques deben abrirse con todo lo necesario, no sin papeleras o bancos», afirmó Espadas apuntando a la apertura del parque del Guadaíra de la etapa de Zoido.
«Cuando tiraron la cárcel eran mis hijos pequeños, ahora podrán ir a disfrutar del parque con mis nietos», contaba Ana María, hija de un funcionario de prisiones que ha visto con sus propios ojos cómo ha ido cambiando todo. «Yo llevo aquí desde que tenía cuatro años», relataba mientras explicaba a los periodistas parte de sus recuerdos. Ella ve aún en los espacios del nuevo parque los módulos de la antigua cárcel donde su padre tenía hasta un huerto. «Él le dedicaba sus ratos libres y de ahí hemos comido toda la familia durante años», recuerda.
Precisamente esta es la idea con la que ha trabajado el arquitecto, que el espacio recuerde en parte al edificio que acogió durante años. Por ello, los 27.000 metros cuadrados de zona verde se han estructurado para «dejar latente la historia de la parcela». Así, los caminos de granito reproducen la antigua planta de la prisión y marcan los espacios que ocupaban los módulos de la misma, incluso una pérgola metálica recuerda al sector donde se ubicaban los presos políticos. Hay además diversas fotografías repartidas por el parque en las que se ve cómo era la zona cuando aún acogía la prisión, para quienes como Ana María tengan un recuerdo y para quienes no conocieron esa época no olviden el pasado de este espacio que, no en vano, está considerado desde 2014 como lugar de la memoria histórica por la Junta de Andalucía. Pero el recuerdo a lo que este parque fue también se refleja en las especies vegetales que se han conservado pues las palmeras son las que existían en las zonas comunes de la prisión. Una vegetación que se ha completado con más de 250 ejemplares de 30 especies diferentes que junto a 2.000 metros cuadrados de fuentes y estanques y tres zonas de juegos infantiles, donde ayer ya jugaban los primeros niños y paseaban los primeros perros, completan el espacio verde del que disfrutarán los vecinos de Nervión.
Vecinos que ayer no paraban de comentar recuerdos y anécdotas. «Desde mi balcón veía a los presos sacando las piernas entre los barrotes», comentaba Carmen con su amiga María antes de darse el primer paseo de rigor. «Estamos muy contentos, ha tardado mucho tiempo, pero esto nos da la vida. Es que, mire usted, yo vivo ahí al lado y ahora por fin tendré donde darme una vuelta con mi amiga».
En el entorno queda pendiente la intervención en el pabellón de ingreso, que en principio está destinado a la memoria histórica tal y como se aprobó en pleno el pasado mes de octubre en una propuesta de IU y Participa Sevilla. En ella se solicitaba que se dedicara un espacio para las asociaciones memorialistas y un centro de documentación y archivo. Si bien, el alcalde apuntó la posibilidad de estudiar sus usos para dar las necesidades sociales de los vecinos. Este edificio histórico se someterá a labores de conservación, sobre todo en el caso de las cubiertas, durante este año gracias a la partida de 400.000 euros que prevé el presupuesto recién aprobado.
Además, la denominación de este nuevo espacio será decisión del barrio. Los más pequeños propondrán, mediante un concurso de ideas, el nombre que llevará el parque, decisión que se elevará posteriormente a la junta de distrito para su aprobación definitiva.
Finalmente, apuntó el alcalde, el Ayuntamiento negociará con el ministerio para que los solares adyacentes, en los que está previsto que se construyan viviendas según el proyecto original, se cedan de manera provisional para hacer de ellos aparcamientos en superficie para descongestionar los problemas de la zona..