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El trabajo ya no es el centro del universo

Los padres actuales aseguran implicarse a fondo con sus hijos y en casa. Lo de llevar el sueldo y punto ha pasado a mejor vida

18 mar 2017 / 21:30 h - Actualizado: 18 mar 2017 / 21:57 h.
"Sociedad","Ser padre en el siglo XXI"
  • Fernando posa con su hijo de tres años en un parque. / El Correo
    Fernando posa con su hijo de tres años en un parque. / El Correo

Aquellos tiempos en los que el padre llegaba a casa exhausto tras una jornada laboral de sol a sol y tan sólo tenía que preocuparse de descansar para afrontar otro día más, ajeno a las vicisitudes de los hijos y por supuesto a las tareas domésticas, han pasado a mejor vida.

Ser padre hoy exige asumir una cuota cada vez mayor de responsabilidad tanto en la crianza de los hijos –educarlos, llevarlos al colegio, ayudarles con los deberes, acompañarlos a las actividades extraescolares y en su tiempo de ocio...– como en el hogar, donde los hombres han de meterse en faena ya sea en la cocina, en las labores de limpieza, la ropa, las camas y un largo etcétera.

Ya no se trata de ayudar de forma puntual a la mujer; ya no sirven ni el verbo ni el adverbio: en los tiempos que corren hay que involucrarse e implicarse a fondo y hacerlo además por convicción y con ánimo positivo. En ese empeño se reconocen, al menos, los protagonistas de estas cuatro historias, quienes aportan en casa todo lo que saben y pueden: de hecho, alguno de ellos asegura llevar las riendas a la hora de cocinar y no hacerle ascos a la escoba o la fregona.

Y aunque el trabajo sigue siendo un componente capital en la vida del padre, ha dejado de ser en el centro de su existencia. Incluso en uno de los testimonios se da la circunstancia de que a la hora de crear la familia fue el varón el que optó por dejar su trabajo estable para dedicarse al cuidado de sus hijos.

Es tiempo de repartir y de compartir responsabilidades en la educación, en las tareas del hogar, en el tiempo de ocio... Es tiempo de disfrutar de una experiencia única.

Padres

JOSÉ ALBERTO MARTÍNEZ / 43 AÑOS. PADRE DE TRES HIJOS: DANIEL (11 AÑOS), YOLANDA (8) Y MARIO (6)
«Compartimos la carga y el estrés, cuando estoy en casa no me quedo quieto»

El modelo de familia de José Alberto Martínez es el que más se asemeja al tradicional de estos cuatro casos, en el sentido de que él trabaja –es sindicalista de CCOO en una entidad financiera– mientras que su mujer se queda en casa, lo que condiciona en buena medida el reparto de labores: «Mi mujer está en casa y pasa más horas con los niños que yo. Muchos días cuando llego del trabajo ya tienen los deberes planteados y están en las actividades extraescolares, pero cuando estoy en casa ayudo a los niños con los deberes, aunque procuro que sean lo más autónomos posible», explica este padre de tres hijos con edades entre los 6 y los 11 años.

José Alberto reconoce que «ella hace más cosas en casa, pero cuando estoy no me quedo quieto, no me siento a ver la tele ni me meto en mi habitación, intento contribuir de manera que haya un equilibrio», añade antes de desgranar algunas de esas tareas: «Tenemos las actividades extraescolares cerca de casa, vinculadas al barrio donde vivimos, de manera que no resulta muy estresante. Más difícil es cuando tenemos que llevar a alguno de los niños al médico». En cuanto a las labores domésticas, explica que «cocinar no sé, pero el resto de cosas hago lo que puedo, compartimos la carga y el estrés». «Esa carga de estrés –añade– no la tenían antes, que no digo que sea malo, es normal que co-participemos».

Eso sí, opina que el rol paterno antaño era muy distinto: «Mi padre no se implicaba nada en casa, llevaba el sueldo y con eso se consideraba suficiente. Cuando llegaba, tenía que descansar para trabajar el día siguiente. Todo lo hacía mi madre. Él estaba presente en cosas importantes, pero ahora es muy distinto: entre las actividades extraescolares, las cosas de casa, sacar a los niños, hacer turismo... yo paso mucho más tiempo de calidad con ellos», asegura antes de recordar que «también el modelo de familia es muy distinto: yo vivía con mis abuelos maternos y ahora eso es poco frecuente».

En suma, Alberto entiende que el papel de un padre «es más difícil hoy porque la sociedad actual es distinta y las políticas familiares son insuficientes cuando no inexistentes. Asumimos más obligaciones y con ello más estrés», concluye.

Padres

RAÚL VÁZQUEZ / 36 AÑOS. PADRE DE UNA NIÑA LLAMADA JULIETA (3 AÑOS)
«Mi vida gira en torno a mi hija, me implico mucho en la educación y en el juego»

Raúl Vázquez, padre de una niña de tres años, lo tiene muy claro: «Al menos en lo que a mí respecta, el rol del padre ha cambiado totalmente en los últimos tiempos. No tiene nada que ver cómo me ha educado mi padre con la manera en que yo intento educar a mi hija», asegura este comercial que ha adaptado su realidad a partir del nacimiento de Julieta: «Me implico mucho en la educación y en el juego de ella, mi vida gira en torno a mi hija», afirma sin titubeos antes de aclarar que «mi padre tenía unas circunstancias muy distintas por motivos de trabajo, de educación, económicos... por mil cosas».

Dado que su pareja también trabaja, ambos se organizan como pueden por las mañanas: «Por una cuestión de horarios, mi mujer lleva a la niña a la guardería y yo siempre la recojo. Si ella algún día no puede llevarla, intento cambiar los turnos ya que mi trabajo me permite tener turnos más rotatorios, me adapto a lo que necesitemos».

En casa, más de lo mismo: «Tenemos los roles bastante definidos, pero no en función de estereotipos ni de géneros, sino de habilidades. A mí me gusta cocinar y también me suelo ocupar de lavar los platos, mientras que mi mujer se encarga de todo lo que tiene que ver con la ropa: poner la lavadora, tenderla, plancharla...», dice antes de agregar que «la limpieza de la casa es cosa de los dos en función del tiempo que tenemos uno y otro. Creo que se puede repartir el trabajo 50-50%», asevera convencido.

Raúl considera que «por regla general, los padres de hoy se implican mucho más en la educación, en el tiempo de juego», con lo que «se crea ese vínculo más íntimo entre padre e hijo», lo que valora como algo positivo.

«En el entorno que yo me muevo –reitera este sevillano–, la verdad es que los padres son más conscientes de que tienen que implicarse mucho más en la educación, en las labores domésticas... Antiguamente la madre estaba implicada al mil por ciento porque estaba en casa y el padre solía llegar y lo único que quería era tener el plato encima de la mesa». En cambio, «hoy en día es habitual ver a muchos padres con sus hijos en los parques y supermercados», concluye.


Padres

FERNANDO MARTÍN / 37 AÑOS. PADRE DE UN NIÑO LLAMADO FERNANDO (3 AÑOS)
«La paternidad hoy día exige una implicación total en casa y en la crianza del niño»

Fernando y su pareja trabajan ambos. Él es Policía Nacional y ella da clases. Hace tres años que tuvieron su primer hijo, «y tenemos intención de tener otro pronto», dice este padre que tiene claro que «tener un niño te cambia la vida. Llega un momento en el que decides dejar de ser egoísta y de mirar por ti, tanto tú como tu pareja, para mirar por tu chiquillo, tienes que dedicarte a él», admite antes de aclarar que «te sientes pagado cuando ves cómo va creciendo y evolucionando».

Su rol paterno poco tiene que ver con el que conoció en su infancia: «En mi casa, la única fuente de ingresos era lo que traía mi padre, que trabajaba mucho, era agricultor y pocero. A veces viajaba y pasaban días sin que lo viéramos», explica. Y añade: «La paternidad hoy día exige una implicación total en las tareas domésticas y en la crianza del niño. Aunque es pequeño, ya va mostrando sus sentimientos y adquiriendo cierta autonomía y hay que ayudarle a que se enfrente al mundo».

En su caso, incluso asume más responsabilidades que su pareja: «Mi mujer es maestra interina. El año pasado la destinaron a La Línea y me encargué yo de nuestro hijo. Ella iba y venía todos los días durante la semana y yo ejercía de padre a tiempo completo».

En casa, da el callo: «En las labores domésticas participamos de la misma manera, sólo que cada cual hace distintas tareas. A mí, por ejemplo, se me da la cocina mejor que a ella. Ahora, por ejemplo, me has pillado haciendo unas compras para preparar un cocido y luego tendré que hacer las camas y demás».

Todo eso lo hace a gusto «para que ella tenga algo de tiempo cuando llegue de su trabajo y pueda descansar, ya que al ser profesora trabaja siempre por las mañanas salvo los lunes, que tiene tutoría por la tarde. Yo tengo un horario más flexible y ese día me adapto para estar con mi hijo», explica Fernando.

Para este policía, ser padre hoy día es distinto, «más complicado no diría. Depende de lo que quieras implicarte en la educación de tu hijo y en casa. Si eres consciente de la realidad que te toca, pondrás más herramientas y mecanismos y todo será más fácil», afirma.


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VICENTE SUÁREZ / 38 AÑOS. PADRE DE TRES HIJOS: CARMEN (7 AÑOS), ANA (5) Y VICENTE (3)
«Dejé mi trabajo la semana antes de nacer mi hija mayor y no nos arrepentimos»

«La semana antes de nacer Carmen, la mayor, dejé el trabajo». La frase no sale de los labios de una mujer sino de un hombre en este caso. Y es que Vicente Suárez y su esposa estudiaron la situación y llegaron a una conclusión: como querían formar una familia amplia, él dejaría su trabajo fijo como economista y ella seguiría trabajando. Eso sí, él mantendría su empleo más ocasional como profesor de artes marciales en gimnasios para completar los ingresos familiares.

«Nos lanzamos y, la verdad, a día de hoy no nos arrepentimos», asegura convencido este padre inusual, que bromea al respecto: «Creo que soy de los pocos parados de este país que dejó el trabajo voluntariamente. Tenía que elegir entre criar a mis hijos y verlos mucho tiempo o pagar a alguien para que me los criara», añade.

Aunque debió abandonar su carrera profesional, insiste en que no le costó decidirse: «No es para mí un sacrificio porque no fue algo obligado. Dejé la seguridad de una nómina y un trabajo fijo pero fue por decisión propia», razona.

Dadas las circunstancias, él se encarga de buena parte de los quehaceres cotidianos de sus tres hijos: «Yo los levanto, los llevo al colegio, los recojo después, les doy de comer. Luego, en las extraescolares están conmigo –les da clases de taekwondo–», dice Vicente, cuya mujer trabaja en el hospital «en jornada continua, salvo cuando tiene guardias, por lo que tiene un horario más seguido y más flexible que el que yo tenía». «Los fines de semana es cuando podemos hacer más cosas todos juntos», añade.

En cuanto al reparto de responsabilidades en casa, más de lo mismo. «Nosotros ya no podemos hablar de ayudar, simplemente hay cosas que hay que hacer y el que esté en ese momento es el que se encarga. La madre hace lo mismo que el padre. los niños nos ven fregar, barrer o aspirar la casa a los dos indistintamente», explica este padre que cree que las cosas han cambiado mucho: «Comparado con mi padre, la principal diferencia es el tema de la conciliación. Mis padres trabajaban los dos y los hijos estábamos en el colegio mañana y tarde, era casi como estar interno. Ahora se intenta la conciliación más o menos».