«El trato con el enfermo es una experiencia extraordinaria»

Entrevista a José Antonio Vargas, médico, aunque ante todo y sobre todo, una persona como otra cualquiera llena de humanidad y amor por la vida

11 mar 2023 / 09:58 h - Actualizado: 11 mar 2023 / 10:23 h.
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  • José Antonio Vargas.
    José Antonio Vargas.

En los hospitales o en las clínicas, nos encontramos con personas vestidas de blanco. Muchas de ellas llevan batas blancas y un fonendoscopio colgado del cuello. Van y vienen, paran a tomar café, llegan frescos a trabajar y salen cansados a más no poder. Son personas aunque vayan envueltos en batas blancas. Desde los celadores hasta los médicos, todos los que visten pijama blanco o bata o las dos cosas, son personas. Trabajan con y para otras personas como los demás. La gran diferencia es que la calidad de vida de los otros, la propia vida de cientos de personas cada día, muchas veces, está en sus manos y depende de su profesionalidad. Casi nada. Es un peso que solo gente hecha de otra pasta puede soportar sin desmoronarse.

José Antonio Vargas es uno de esos médicos que podemos ver por los pasillos de un centro médico, yendo y viniendo, con su bata blanca y el ‘fonendo’ al cuello. Es licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Sevilla; especialista en Ginecología y Obstetricia en QuirónSalud “Sagrado Corazón”; Máster en Patología Mamaria y Senología por la Universidad de Barcelona; y de estar subespecializado en Ginecología Oncológica, Colposcopia y Cirugía Laparoscópica Pélvica Avanzada. Por supuesto, su consulta privada funciona a pleno rendimiento.

El doctor Vargas no escatima con las palabras ni con la generosidad al ‘dejarse ver’. Nuestra conversación fluye sin problemas y vamos indagando en territorios que no siempre conocemos los que somos ajenos al mundo de la medicina.

Si el médico lo es las veinticuatro horas al día ¿cómo se lleva serlo en casa, por ejemplo? ¿Es una ventaja o un inconveniente ser el médico de la familia?

El gran problema que yo veo (en procesos importantes, lógicamente) es la posible falta de objetividad a la que estás expuesto, puesto que entran en juego aspectos que no son estrictamente médicos y que tienen más que ver con la afectividad y el cariño y el miedo o la esperanza. Hay que poner al familiar enfermo en manos de alguien de confianza sin dudarlo. Por mi actividad profesional, he tenido que sedar a muchas mujeres con enfermedades terminales. Cuando hubo que hacerlo con mi madre tuve que recurrir a una compañera para tomar la decisión puesto que surgían muchas dudas. Ella me dijo que claramente había que hacerlo y se hizo, pero mis dudas fueron enormes, no sabía si es que estaba viendo a mi madre tan mal que quería que aquello terminara o es que el proceso así lo requería. Son situaciones extremas que un médico debe evitar afrontar con las emociones disparadas’.

Confiesa que no se considera un superhéroe porque sabe que si las cosas van bien todo brilla, pero, también, que si las cosas van mal la pérdida de energía es brutal y la sensación de derrota demoledora. Se considera un profesional que ayuda tanto como puede a sus pacientes sin sentir el peso de una capa de colores o el de un antifaz propio de luchadores indestructibles. Es una persona, al fin y al cabo.

¿Cuándo decidió ser médico imaginaba lo que supondría convivir tan de cerca con la muerte o resulta imposible entender esa experiencia sin pasar por ella?

‘No, eso va de la mano con el proceso evolutivo y personal de cada persona. Volvería a dedicarme a mi especialidad sin pensarlo dos veces porque, entre otras cosas, la dualidad que forman lo bonito de abrir paso a la vida y lo placentero que resulta resolver problemas puramente ginecológicos me parece fascinante (no solo se trata el cáncer; por ejemplo, una mujer que padece incontinencia urinaria vive el día a día como una tragedia, una mujer con desajustes en la regla y grandes sangrados a causa de un mioma, valora mucho el tratamiento que se le aplica). El hecho de ayudar y de cuidar de las mujeres hasta el final resulta muy satisfactorio. Es otra forma de abrir paso a la vida. Mira, esto se comprueba siempre que se habla con los familiares y amigos de la enferma cuando acuden a ti para agradecerte el esfuerzo que has realizado, es cuando entiendes lo importante que resulta para otros lo que haces. Pero claro, no siempre los finales son felices y aparece la muerte como una etapa más del proceso por lo que no te queda más remedio que aceptarlo y convivir con ello. Me quedo con lo bueno, con la curación de las personas y la felicidad que eso provoca en todos’.

Séneca decía que “no puede el médico curar bien sin tener presente al enfermo”...

‘Eso por supuesto. Un aforismo que yo tengo siempre presente es ese que habla de que el buen médico debe prevenir la enfermedad, si no es posible debe tratarla, si no puede tratarla debe aliviarla, y si ni siquiera puede aliviarla debe poder consolar al enfermo y a su entorno. Esto es un paradigma en mi actividad médica. He de decir que el trato con el enfermo es una experiencia extraordinaria. Al enfermo se le perdona todo, se le entrega todo, se le respeta siempre. Con las familias, a veces, cuesta más trabajo mantener un trato directo, seguramente, debido a falsas esperanzas y diversos movimientos sentimentales. Jamás he tenido un problema con una de mis enfermas. Son muchas veces las que recuerdo a todas ellas con enorme cariño. Por eso llevo tan mal no poder mirar tanto como yo quisiera a mis pacientes al tener que trabajar con el dichoso ordenador en la consulta. Eso lo llevo regular porque creo que me impide mantener una mirada que es esencial en la práctica médica. El lenguaje corporal dice muchas veces mucho más que las palabras y el médico ha de estar atento a ello para saber lo que tiene entre manos. Sigo manteniendo historias clínicas en papel para poder mirar a la cara de mis pacientes; dejo que hablen todo lo necesario; y una vez que la expresión corporal y verbal acaba ya me pongo con el ordenador’.

Posiblemente el embarazo es el hito más importante de una mujer durante toda su vida. Me interesa saber si el hito más importante de un ginecólogo es ayudar a traer vidas a este mundo.

Eso es algo indescriptible. La felicidad que te hace sentir es abrumadora. Lo que pasa es que la ginecología no es solo eso, es mucho más que la zona obstétrica. Yo me dedico fundamentalmente a la oncología ginecológica, al cuidado de las mujeres con cáncer; y esto te reporta enormes alegrías. Ayudar a curar procesos que antes eran prácticamente incurables y, hoy día, se pueden abordar con éxito superando la supervivencia con una calidad de vida muy aceptable, es tan importante y tan satisfactorio como ayudar a traer niños al mundo. Esto ha supuesto una enseñanza fundamental en mi vida, una nueva forma de relacionarme con mi familia y con amigos, un cambio enorme a nivel personal, y es que mis pacientes me han enseñado a valorar las cosas importantes de la vida y dejar a un lado lo estrictamente superficial. La pérdida de la salud, sobre todo si está relacionado con algo tan temido como es el cáncer, es algo dramático cuando se contempla aunque muy ilustrativo. Se aprende mucho de ello.’.

Le pido al doctor Vargas que aterricemos en el ámbito más técnico de su actividad profesional y me hable de aspectos más prácticos.

¿Cuáles son las medidas preventivas ginecológicas que deben tomarse por parte de las adolescentes? ¿A qué edad deben las chicas comenzar a realizarse revisiones periódicas ginecológicas de forma regular?

‘A este respecto hay poca información y, por el contrario, mucha desinformación. En principio, cualquier mujer joven que tenga una sintomatología que invite a ello debe acudir al ginecólogo. Desajustes en la regla, dolores pélvicos recurrentes o dolores abdominales, en definitiva, cualquier cosa que ella interprete que está dentro de la esfera ginecológica. Sería muy recomendable que acudiesen al comenzar a tener relaciones sexuales. Una revisión periódica anual es lo más adecuado de forma general.

En cuanto a la prevención es absolutamente fundamental la vacunación contra el cáncer de cuello del útero, como medida de prevención primaria; y las revisiones anuales como medida secundaria’.

La edad de los jóvenes al tener las primeras relaciones sexuales se ha acortado, es cada día más baja. ¿Esto ha modificado la atención ginecológica de las mujeres?

No, en principio no tiene relación una cosa con la otra. Lo que sí conviene diferenciar es lo que es la Sanidad Pública como paradigma del coste-eficiencia y lo que es la Sanidad Privada donde lo interesante es el coste-efectividad. En la Sanidad Pública no están contempladas las revisiones de salud, es decir, las revisiones ginecológicas periódicas. En los últimos tiempos sí se han realizado citologías a mujeres mayores de veinticinco años, pero el resto no está contemplado. En el ámbito privado, las revisiones son a demanda del paciente. Por tanto, es en este ámbito en el que encontramos las diferencias reales’.

¿En qué situación se encuentra la ginecología actualmente? ¿Hay o habrá cambios que cambien por completo el panorama’?

Lo más destacable de los últimos años es la aparición y consolidación de la cirugía mínimamente invasiva en ginecología, de la cirugía endoscópica que crearon los ginecólogos y que cayó es desuso durante un tiempo y, ahora, es el estándar de la cirugía tanto en procesos benignos como cualquier otro de peor diagnóstico. Este tipo de cirugía ha supuesto una gran revolución’.

¿Se investiga lo suficiente en el ámbito ginecológico?

Poquísimo, prácticamente nada. Todos los avances los tenemos que importar’.

El tiempo acaba y con él nuestra conversación. Y el buen sabor de boca sabiendo que esas personas vestidas de blanco con ‘fonendo’ al cuello son de este mundo y que no están por encima del bien y del mal, reconforta.