El verano ‘tardío’ da una tregua a las urgencias

El termómetro da un respiro al servicio, que en 2017 sufrió picos de frecuentación por calor desde mayo. En los últimos años han aumentado un 4% las asistencias

Iñaki Alonso @alonsopons /
08 jul 2018 / 20:49 h - Actualizado: 08 jul 2018 / 20:49 h.
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  • El calor provoca que los pacientes mayores se «desestabilicen» más por golpes de calor o desvanecimientos. / Europa Press
    El calor provoca que los pacientes mayores se «desestabilicen» más por golpes de calor o desvanecimientos. / Europa Press

Un respiro para las urgencias sevillanas. Hace un año, los hospitales padecieron los efectos de las altas temperaturas antes de tiempo. El verano temprano que llegó, de sopetón, en mayo, no dio tregua alguna a los profesionales sanitarios. Es más, a estas alturas –primeros de julio– ya habían tenido varias situaciones de alerta naranja o roja. Es decir, rachas con más de tres días superando los umbrales de temperatura, que en Sevilla están establecidos en 24 grados de mínima y 40 de máxima. Ese listón no se ha rebasado –aún– este año, pese a que desde el 1 de junio está operativo el plan andaluz para la prevención de las altas temperaturas. De hecho, el plan de 2017 activó desde junio hasta septiembre un total de 109 alertas que afectaron a seis provincias andaluzas a lo largo de 51 días. Y, entre las de más incidencia, se encontraban las provincias de interior, como es el caso de Sevilla.

En el hospital Macarena, reciben con alivio este verano por ahora fresquito, aunque estén bien pertrechados ante cualquier ola de calor. Si el tiempo acompaña, es mejor batallar en las urgencias que en los últimos años han sufrido un incremento de hasta el 4 por ciento en el número de asistencias. Si en 2013 atendieron en julio a 12.769 sevillanos, cuatro años después las atenciones ascendieron a 13.273. En agosto, la brecha es mayor, en concreto casi mil pacientes más: de los 12.403 atendidos en 2013 a los 13.241 de 2017. Es decir, una media de 427 pacientes pasaron cada día por las urgencias del Macarena.

La jefa de Urgencias del Hospital Macarena, Carmen Navarro, encuentra una explicación sencilla a este incremento progresivo, que no se ajusta a lo que marca el termómetro, sino más bien a criterios demográficos. «La población sevillana está envejeciendo año a año y, por tanto, hay cada vez más pacientes pluripatológicos o con enfermedades crónicas que ven agravada su situación por el calor y tienen que ir a Urgencias», señala.

Por eso, lo habitual en los boxes del Macarena no son tanto los golpes de calor, calambres o desvanecimientos por las altas temperaturas, sino pacientes «desestabilizados». No en vano, son ellos, los mayores, los que más se suelen quedar en Sevilla en época estival.

Navarro sitúa en el primer puesto de la población en riesgo a los mayores de 65 años con una enfermedad importante de base, como una diabetes, una EPOC, insuficiencia cardiaca, demencia o trastorno mental grave. Dentro de ellos, la preocupación es mayor para esa parte del colectivo de mayores que, aparte de sufrir patologías, viven solos o acompañados por una persona en sus mismas circunstancias. A esa población diana no solo se está preparado en el caso de una descompensación, sino que el plan contra las altas temperaturas ya contempla 130.000 llamadas en periodo estival a personas mayores y pacientes crónicos. Además, una vez que ya es inevitable y acuden al servicio de Urgencias, se realiza un seguimiento que está coordinado con los médicos de Atención Primaria.

Pero los mayores no son la única población vulnerable, aunque sea la más numerosa, como ya ocurre en los picos de frecuentación del invierno, causados por la incidencia de la gripe. La puerta de Urgencias también está alerta ante las personas que trabajan con una exposición prolongada al sol, los menores de cuatro años –con especial atención a los lactantes– y las personas sin hogar. Estos últimos también reciben una vigilancia específica, en coordinación con los servicios sociales del Ayuntamiento, que también cuenta con una campaña, que activó hace un mes en su primera fase, para los sin techo, con 85 plazas adicionales a las 391 ya existentes en los centros municipales, que tienen unos horarios adaptados para que esta población no esté expuesta al sol en las horas más calurosas del día.

Plan del hospital

Los hospitales, por tanto, se preparan para esta ola de pacientes, que son muy específicos. Y, aunque la actividad asistencial puede bajar, no es así la demanda en algunas especialidades, vinculadas a las patologías que afectan más a la población mayor (Cardiología, Respiratorio, Medicina Interna...). Además, ha previsto un aumento de las consultas con respecto al verano anterior, un plan para disminuir los tiempos de decisión o duplicar tanto el servicio de triage –clave para determinar la gravedad del paciente– y de los niveles 3 y 4, que son las personas de mayor gravedad.

Además, y en eso incide mucho la doctora Navarro, es clave la planificación de las altas, de manera que se informe al médico de cabecera para que esté atento a la evolución del paciente e intentar «evitar que se descompense otras veces».

La jefa de Urgencias del Macarena es consciente de que los picos de frecuentación existirán. La clave no es tanto que no existan, sino minimizar sus efectos. Para ello, el plan está perfilado por fases a expensas del incremento del número de pacientes. Si se supera un aumento del 10 por ciento del número habitual de usuarios, se entra en fase II, que permite aumentar la disponibilidad de camas y se optimiza los recursos humanos. Ya en fase III, que sería más crítica –el aumento sería superior al 25 por ciento de un día habitual–, el hospital contemplaría un incremento del personal en las consultas de Urgencias y en Observación y se aumentaría la disponibilidad «de manera importante por parte de los diferentes servicios», explica la doctora Navarro.