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El vino, qué tiene el vino

Color, olor y gusto. Los enólogos detectan una tendencia por aprender todo lo que tiene que ver con la cultura vinícola

18 nov 2016 / 17:34 h - Actualizado: 20 nov 2016 / 00:54 h.
"Vinos","Los viñedos de Sevilla"
  • Salla apuesta por las catas cercanas y amenas en las que usa un lenguaje sencillo. / M.G.
    Salla apuesta por las catas cercanas y amenas en las que usa un lenguaje sencillo. / M.G.
  • Vinos y Maridaje organiza catas de lo más variadas y adaptadas a cada época del año. / M.G.
    Vinos y Maridaje organiza catas de lo más variadas y adaptadas a cada época del año. / M.G.

Casi como reza la canción, las catas destripan todo lo que hay detrás de un vino. Y es que es un producto de moda. «Se ve como algo elegante y sofisticado. Hay un importante y creciente interés por conocer y entender el vino», asegura Eva Espinosa. Esta enóloga y responsable de vinos de distribuciones Merino de Cádiz y Sevilla y encargada del aula de formación de Vinos y Maridaje confirma la extendida sensación de que el vino es una nueva tendencia que «interesa no ya a un cliente más mayor sino también a la gente joven». «Tenemos cada vez más treinteañeros en la tienda. Antes solo se veía a las personas de más de 50 años pero ahora se ven más de 25, 30, 40 años cuyo común denominador es una base cultural alta más que el tema económico, que no es ya tan determinante», explica. «Ahora hay una gran preocupación por todo lo que tiene que ver con la gastronomía. Hay inquietud por conocer y aprender». Y el vino no se queda atrás.

Ahí es donde aparecen las catas. Estos pequeños cursos, de unas dos horas de duración, permiten conocer algo más sobre los caldos que riegan cada vez con más frecuencia las mesas no solo de restaurantes sino también de las casas de los sevillanos. Tras una introducción sobre las características de las variedades que se van a degustar, los enólogos y sumilleres cuentan el proceso de elaboración, los distintos tipos de uva que se emplean, las características de la bodega... y se procede después a la cata en sí. Es el momento en el que tiene lugar la imagen que cualquiera tiene en la cabeza cuando piensa en una cata. Hay que observar el vino en la copa, su color, su olor y su sabor. El enólogo se preocupa de hacer entender qué es lo que se degusta y ayuda también, según el tipo de cata, a maridar los caldos que se estén conociendo para la ocasión con diversos productos.

En esto Espinosa es una auténtica experta. Vinos y Maridaje, con más de 600 referencias, organiza catas de lo más variopintas. Desde catas a ciegas, de blancos, vinos dulces, andaluces, ecológicos... a otras con maridaje como el champagne con sushi, reservas con ibéricos, vinos con chocolate... «para demostrar que hay muchas combinaciones posibles». Además, suelen aprovechar los diversos acontecimientos que van sucediéndose en el año. Han organizado una con motivo del día de Todos los Santos con los dulces típicos de la fecha como complemento, otra con motivo del día de la Hispanidad con los vinos más conocidos de los países latinoamericanos y de cara a las fiestas navideñas tienen previsto el próximo día 30 una cata «con sabor a Navidad donde daremos algunas ideas de platos y vinos que les acompañan perfectos para las clásicas cenas de estas fechas». Sus catas, que tienen siempre un aspecto lúdico y técnico, están pensadas para unas 20 personas y tienen unas dos horas de duración, habitualmente por la tarde. Lo mejor, para los interesados en esta materia, es reservar con antelación pues, según explica Espinosa, es frecuente que haya lista de espera para algunos eventos».

Desmitificar ese concepto de que el vino es solo para una élite y acercarlo a la gente es el objetivo que tiene André Salla, sumiller y propietario de Flor de Sal. Esta pequeña tienda de vinos se convierte de miércoles a sábado en un lugar ideal para saberlo todo sobre el vino. «Pero de una manera sencilla y amena», insiste Salla. «Yo no uso conceptos complicados y técnicos, mi objetivo es que los que vengan disfruten y salgan sabiendo un poco más. Podría ponerme en modo experto, pero recurro a ideas que todo el mundo conoce para que sepan de qué hablo». La idea es que quienes pasen por este espacio de Carlos Cañal «se sientan cómodos, pierdan el miedo y olviden esa idea de que es un producto para gente con dinero. El vino es una bebida popular, no para una élite».

De hecho, según asegura, su tienda que empezó en 2010 y que ya cuenta con más de 500 referencias, es más visitada para hacer catas que para la compra de los caldos. «Una cata siempre es una posibilidad de probar distintos vinos que no conoces», explica, «de hecho la gente lo que menos pide son los Rioja y Ribera, porque son los sabores que más conocen. En mi tienda hay muchas referencias que son desconocidas y es una buena manera de probarlos».

Las cursos de Flor de Sal son de lo más variados aunque son los que tienen como protagonista al vino tinto los más demandados y los de cava los que más sorprenden. «Todo el mundo lo relaciona con el sabor del clásico cava que toman por Navidad y los que tenemos en la tienda son muy distintos y combinables». Salla coincide en que hay una tendencia creciente por conocerlo todo sobre la cultura vinícola, de hecho «lo habitual es que nuestros clientes no vengan a catar solo una vez sino que acuden a distintos cursos porque quieren seguir aprendiendo».

Los cursos de este enamorado del vino, que es experto en los caldos de Jerez, cava y Montilla Moriles y que da clases en la Taberna del Alabardero, son para un mínimo de 8 personas y oscilan entre los 10 y los 150 euros, aunque los que más se hacen están entre 15 y 25 euros. En unas dos horas se suelen catar hasta cinco tipos de vino y se aprende también a maridarlos con distintos productos.

Un suculento regalo

Esta moda del vino no solo ha hecho que crezcan el número de catas y de tiendas especializadas, también hay un aumento de las compras para su consumo tanto personal como para regalar. «Dentro de que hay vinos muy económicos y buenos, cuando es para regalo siempre se tiende a pagar más. Normalmente los hombres prefieren los reserva y las mujeres los blancos, aunque esa tendencia se está rompiendo», cuenta Espinosa. El gasto medio oscila entre los 20-30 euros. El rosado es una asignatura pendiente. Según apunta Espinosa, este tipo de vino, que es muy valorado en el extranjero, «aún está por conocer y apreciar».

Salla, por su parte, explica que a la hora de adquirir un vino para el consumo personal en casa es tinto «y cuando es para regalar suelen ser más caros, aunque la persona no entienda siempre se intenta quedar bien».