Se puede ser adalid de la innovación social con monedas alternativas y residir en el barrio de Los Remedios. Se puede trabajar como ingeniero de caminos en multinacionales del Ibex 35 como responsable de proyectos de envergadura, y a la vez ser artífice de modelos de partidos políticos con funcionamiento más participativo. Se puede ser activista del 15-M y creador de empresas con dos máster MBA en su curriculum formativo. Se puede tener como referente de innovación al MIT norteamericano y estar a pie de calle en el barrio de La Oliva materializando en un entorno empobrecido un sistema de economía colaborativa entre vecinos y comerciantes. Se puede, pero en esta España que está involucionando hacia los antagonismos, los sesgos, la polarización y las desigualdades, por desgracia es poco frecuente descubrir a personas tan polifacéticas como Miguel Prados Rodríguez, en el que todo ello se puede citar como pasado y presente de su biografía. En la que ahora brilla su iniciativa Wikibank para favorecer que la solidaridad desde cualquier lugar se asiente en los barrios más pobres mediante una aplicación móvil y con certificación 'blockchain'. Lo que es más acuciante en la emergencia socioeconómica vinculada a la covid y a las restricciones a la movilidad.
¿Cuáles son sus raíces?
Nací en Granada hace 49 años. Estoy casado, mi esposa es ortodoncista, tenemos dos hijos, la mayor con cinco años y el pequeño con cinco meses. Mi padre siempre ha trabajado en la banca, entró de botones en la Caja General de Ahorros de Granada y llegó a ser su director de marketing. Mi madre es trabajadora social. Soy el mayor de los cuatro hijos. Estudié en el colegio de la Caja y después en el Instituto Hermenegildo Lanz, que dependía del Instituto Padre Manjón. Luego hice la carrera de Caminos, me atraía dedicarme a grandes obras.
¿Su primer trabajo?
En Jamaica, durante 1996, para Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), haciendo depuradoras de agua. Mi segundo trabajo fue en el Ayuntamiento de Liverpool, porque me gustaba mucho la Ingeniería Marítima. Me fui a hacer un máster en Ingeniería Marítima y Medioambiental a la Universidad de Liverpool y conseguí trabajar más de un año en el departamento municipal de Infraestructuras.
¿Funciona de modo muy distinto un ayuntamiento británico a uno español?
Me gustó la experiencia, sobre todo que confiaran en una persona extranjera y joven para hacer cálculas de estructuras en obras importantes, como una estación de bomberos o un colegio. tenías una referencia para comparar cómo funciona un ayuntamiento de allí respecto a los de aquí.
¿Se dedicó después al sector portuario?
Sí, estuve trabajando en la construcción de un puerto deportivo en Lanzarote. De ahí pasé a la Autoridad Portuaria de Cádiz, y después a la Empresa Pública de Suelos, EPSA, donde fui director técnico para Cádiz. Volví al sector privado, como director regional en Andalucía de la constructora inglesa Taylor Wimpey. Dos años después entré en Sacyr y de nuevo trabajé en el extranjero, para obras muy diversas, como director de país en Qatar, y después en Guinea Ecuatorial. En 2011 entré en el grupo ACS, para apertura de mercados en muchos países, estuve en China, Jordania, Estados Unidos, Emiratos,... Y me ofrecieron ser el director para todo Oriente Medio de la división industrial de ACS, teniendo Arabia Saudí como sede de residencia y operaciones. Era una propuesta salarialmente buenísima, pero renuncié porque mi pareja no quería vivir en Arabia Saudí. Hizo bien en convencerme, desestimé esa oferta de empleo y regresé a Sevilla para empezar de cero. Y seguimos juntos.
¿Cómo es la vida cotidiana en el feudalismo saudí?
Es, con diferencia, el país más triste de los doce en los que he vivido. Es tan fuerte en Arabia Saudí la ausencia de la mujer en el espacio público y privado que esa artificial alteración cambia todas las dinámicas y percepciones.
¿Trabajar en grandes empresas constructoras de infraestructuras por determinadas áreas del mundo conlleva verse inmerso en los tejemanejes de los y las 'corinnas'?
No creo que haya una concentración mayor de corrupción en un ámbito sectorial que en otros. Me da pena que el sector de la construcción y de grandes equipamientos esté vilipendiado por casos de corrupción, cuando en realidad la inmensa mayoría de sus integrantes es honesto. Y contribuye a un mundo mejor. Cuánto mejora la vida de mucha gente gracias a construir carreteras, presas, puertos,... No hay sectores corruptos, sino algunas personas corruptas, y eso puede ocurrir en cualquier profesión. Personalmente, nunca me he sentido tentado a agilizar un proceso de adjudicación de obra mediante un soborno. No solo porque mi conciencia me lo impide, sino porque hacerlo es un desastre, pronto se sabe quién da y quién recibe. Incluso en países que tienen una corrupción endémica, como Guinea Ecuatorial, donde todo el poder está copado por la familia de Obiang.
¿Qué le impulsó a implicarse en actividades sociales?
Cómo solucionar problemas muy enquistados si lo intentamos con herramientas nuevas. Mis primeras tentativas fueron, entre otros, una cooperativa de ingenieros (Asociación de Ingenieros por el Bien Común), un comparador de precios (Superahorro.com), un banco del tiempo para ayudarse entre vecinos de un municipio.
¿Y a implicarse en iniciativas políticas?
Entré en política para la democracia participativa. Por lo que se llama inteligencia colectiva. Muchos estudios realizados en el Massachussetts Institute of Technology (MIT) sobre la inteligencia colectiva explican cómo, estadísticamente, las decisiones tomadas por varias personas colectivamente suelen ser mejores y más acertadas que las decididas por una a título individual. Eso me llevó a pensar: montemos modelos que logren eso de manera sistemática. Hagamos que la gente participe porque las decisiones serán mejores. Y para ello han de cumplirse criterios que eviten sesgos: que las decisiones sean diversas, que haya más mujeres dentro del grupo de decisión, que no existan fuertes condicionantes sociales...
¿Cómo emprendió por esa vía?
Mientras trabajaba y residía en Qatar, como reacción a ese modelo de sociedad en el que se hereda la potestad de mandar, creé un partido político, Democracia Participativa, que fuera todo lo contrario: un partido donde la gente decidiera las políticas y eligiera a sus representantes mediante listas abiertas. Que cualquier candidatura ciudadana tuviera de modo gratuito una herramienta digital que creamos para constituir una lista electoral y con la que se garantizara no poder vulnerarse el resultado de la votación, se publicaba fuera cual fuera la voluntad de transparencia de quien la organizaba. Empecé en 2012 y la eclosión fue en 2015, tras las movilizaciones del 15-M, donde fui muy activo en Sevilla, la usaron en España más de cien candidaturas ciudadanas que concurrían a las elecciones locales en otros tantos municipios porque no estaban de acuerdo con el funcionamiento de los partidos. La herramienta de participación y elección no dio un solo problema de quejas o irregularidades.
¿En qué se basa ese modelo de partido?
Para presentarte tienes que cumplir tres condiciones: mandato participativo (tienes que hacer lo que la mayoría te diga que hagas); mandato revocatorio (tienes que renunciar a la dirección si no haces lo que se ha decidido por mayoría que hagas) y cumplir un código ético de funcionamiento.
De la teoría a la práctica, ¿le satisfizo su materialización en Participa Sevilla?
Sí, porque fue un proceso de democracia participativa con total transparencia. Y teníamos la herramienta adecuada en el momento adecuado. En su configuración, y en la selección de las personas a incluir en la lista a las elecciones municipales de 2015, y en qué orden, intervinieron unas 1.300 personas. Después, tras los comicios, y habiendo obtenido tres concejalías, para los tres primeros, Susana Serrano, Julián Moreno y Cristina Honorato, fue muy satisfactorio cómo se organizó, tanto con mesas para el voto presencial, como mediante el voto digital, que cualquier persona de Sevilla pudiera registrarse y votar por una de las tres opciones que teníamos para decidir cómo influíamos en la conformación del Ayuntamiento: apoyar al PSOE para que el alcalde fuera Juan Espadas y entrar en el gobierno local mediante coalición; darle nuestro voto para la investidura pero mantenernos fuera del equipo de alcaldía, o abstenernos, en cuyo caso continuaban gobernando Zoido y el PP. Y salió como opción mayoritaria que votáramos sí a Espadas pero sin ocupar áreas de poder.
Después usted trabajó durante 15 meses como coordinador institucional del grupo municipal.¿Cómo le eligieron?
Las personas que participaron en la selección de la candidatura eligieron a seis de ellas para que fueran un jurado que, de modo anónimo, y sin saber lo que votaran las otras cinco, puntuara a quienes nos presentáramos a ese puesto. Me sorprendió ser el más votado porque había otros aspirantes que procedían de corrientes políticas y de partidos a la izquierda del PSOE.
¿Qué valora de aquella experiencia, y de cómo se gestiona el Ayuntamiento y la política local?
Fue muy positiva, y un esfuerzo agotador. No teníamos experiencia previa sobre el funcionamiento orgánico y presupuestario del Ayuntamiento, y debíamos abarcar un enorme espectro de tareas y temáticas. Mucha gente colaboraba, especializada en movilidad, empleo, participación ciudadana. Habitualmente entrábamos a las 8 de la mañana y salíamos a las 9 de la noche. Por mi función como director institucional, tenía mucha relación con los demás grupos políticos con representación municipal, y comprobé que, aunque de cara a la galería se exhiben enfrentamientos y posiciones viscerales, en todos hay personas que desean una sociedad mejor y que funcione mejor. Renuncié a ese puesto y a ese sueldo para retomar el desarrollo de Supervecina.com y Comunitaria, que es a lo que más me dedico ahora.
Haga una propuesta en pos de esa mejora de la gestión política.
Los incentivos en la política española están mal puestos, porque tu objetivo no es contentar a las personas que te han votado sino a quien te ha colocado en la lista. Por eso importan más las relaciones internas que las necesidades de la gente. Hay que realinear los incentivos y fijar responsabilidades. Cada concejal tiene que rendir cuentas ante los votantes. Y si, por ejemplo, tu cometido es reducir el porcentaje de personas en riesgo de exclusión social, cuando años después se hace balance, se analice eso en concreto. Si ha logrado que baje, pues ese político puede continuar siendo elegible en las listas. Y si ha aumentado la exclusión social, pues no puede seguir por muy bien que te lleves con el líder político que te ha incluido en la lista.
¿Y qué sugiere para mejorar el rendimiento de los funcionarios?
Menos mal que existen porque mantienen la estabilidad de las instituciones sea quien sea el que llega al poder. Vi esa cara positiva. Y vi la negativa: algunos funcionarios que, de modo maquiavélico, intentan frenar decisiones políticas que son correctas y que forman parte del programa electoral por el que miles de personas te han votado. Lo peor en el Ayuntamiento, y eso lo tienen que cambiar políticos y funcionarios, es que los procesos administrativos son arcaicos y la administración electrónica es un desastre.
¿Qué solución aporta con Comunitaria a la gestión de las comunidades de vecinos?
Ofrecer presupuestos alternativos para sus necesidades, y poder compararlos con los que propone el administrador. Ya hemos facilitado más de 35.000. Nosotros no le cobramos a las comunidades, sino a los proveedores de esos presupuestos, porque a través de nuestra herramienta tiene la opción de ser conocido y tenido en cuenta por miles y miles de posibles clientes. Es muy desconocido que la economía vinculada a las comunidades de vecinos genera en España un movimiento de unos 40.000 millones de euros, el 3,6% del PIB. Y el 4% de los pleitos judiciales están relacionados con comunidades de vecinos. Ahora estamos ofreciendo un nuevo desarrollo relacionado con la toma de decisiones: hacer online las votaciones. Me atrae porque las comunidades son un ámbito de democracia directa: cada propietario tiene un voto. Y si no puedes ir de modo presencial se podría votar online. El Parlamento no ha sido capaz de actualizar la Ley de Propiedad Horizontal, que es de 1960, para autorizar las votaciones digitales en este ámbito, con una herramienta que certifique con firma digital la identidad de quien vota. Con la actual pandemia lo lógico sería evitar las concentraciones y celebrar videoreuniones. Hemos hecho una encuesta en la que han participado 3.200 personas, y el 73% está a favor de votaciones online en su comunidad.
¿Quiénes han creado Comunitaria con usted?
Busqué como socios fundadores a Ignacio Cuerva, consejero delegado del Grupo Cuerva, nos conocemos desde que fuimos compañeros en Granada haciendo la carrera de ingeniería de caminos; a Andrew Mitchell, al que conocí en Inglaterra, y también somos socios mi esposa, Laura Blasco, y yo. Años después se ha sumado Tom Horsey, a quien he conocido en Sevilla. Tiene mucho mérito que sean inversores con gran paciencia para involucrarse en el desarrollo de una empresa que puede dar más impacto social que beneficio económico. Son empresarios con gran sensibilidad sobre la función de las empresas como instrumento que ayuda a mejorar la sociedad. Sin ellos, no podría estar dedicándome a ello.
¿Ha buscado en Europa respaldo a estas iniciativas?
Participamos en 2019 en el certamen europeo Blockchers y fuimos una de las startups premiadas para participar en la final, que tuvo lugar en Budapest. Nos presentamos con un modelo de gestión basado en blockchain para que en cualquier comunidad de vecinos se pudiera controlar el consumo eléctrico común y para manejar a través del WhatsApp la activación del cargador eléctrico para dotar de energía a un coche. Ahora estamos seleccionados en otro certamen, Block.IS, que nos hace mucha ilusión desde la responsabilidad social corporativa de Comunitaria. Nos presentamos con el proyecto Wikibank para que la gente desfavorecida tenga donaciones que les permiten comer productos frescos y eso complemente los que reciben del Banco de Alimentos. Lo estamos aplicando de modo inicial en el barrio sevillano de La Oliva, y están encantados tanto pequeños comercios como muchas familias.
¿Cómo funciona Wikibank?.
A través de nuestra aplicación, cualquier persona de cualquier lugar puede hacer una donación que se usa como precompra de productos frescos en tiendas de ese barrio. El comerciante de La Oliva recibe ese dinero en depósito y las personas más desfavorecidas del barrio reciben vales de dinero electrónico, que pueden usar para adquirir fruta, verdura, hortalizas, carne, pescado y otros productos frescos que no se almacenan ni distribuyen desde los bancos de alimentos. El donante tiene el 100% de seguridad de que su aportación se dedica a eso y solo a eso. La trazabilidad está garantizada mediante la tecnología 'blockchain'.
¿En qué mejora el modelo de ayudas sociales repartidas desde el Ayuntamiento de Sevilla?
El dinero entra en el barrio y genera economía dentro del barrio. Porque he comprobado dos ineficiencias de la iniciativa municipal, bienintencionada, que destina cerca del millón de euros en ayudas sociales directas para que personas muy pobres tengan vales con los que comprar en supermercados. La primera: el coste burocrático de tramitación de esos vales es de 0,33 céntimos por euro. Añadamos el coste de gestión e impresión de esos vales impresos, y nos ponemos en unos 0,50 céntimos por euro. Si del dinero presupuestado, que sale de lo que pagan los contribuyentes con sus tasas e impuestos, sólo el 50% sirve para comprar esos alimentos, me parece un desastre. Y la segunda ineficiencia: tanto el Ayuntamiento de Sevilla como la Junta de Andalucía conciertan esos vales con grandes cadenas de supermercados, lo que agrava aún más la desigualdad: el dinero público va a la gran empresa y no al comerciante del barrio, los otros vecinos del barrio tienen que usar sus vales en el gran establecimiento y por ello acuden aún menos a comprar a las tiendas de proximidad: la pescadería, la carnicería, la frutería, la panadería,... Estas lo tienen todavía más difícil para sobrevivir y no echar el cierre.
¿Qué sinergias ha forjado en el barrio?
En la acción social en La Oliva para ayudar al prójimo hay una figura clave: Jaime Conde, el párroco, es sensacional. Yo soy ateo y republicano, pero con el máximo respeto a las opciones ideológicas de los demás, y cuando se trata de volcarse en atender tantos problemas, todos debemos unirnos y da igual la identidad cultural de cada cual. En la lucha contra la desigualdad, no debe haber diferenciaciones.
¿A qué aspiran en ese certamen Block.IS?
A entrar en la fase final, porque eso ya nos garantizaría recibir 50.000 euros para desarrollar más Wikibank. De 300 candidatos de toda Europa hemos entrado en la primera selección, donde somos 45, y en la final entran 23. Se decide en la segunda semana de noviembre.
Muchas personas que son donantes a través de internet en campañas sociales, o mediante el micromecenazgo, aportan dinero a quienes lo necesitan a miles de kilómetros de distancia, ya sea por catástrofes que no sufren o a emprendedores que no conocen. ¿La ciudadanía europea más solidaria usará herramientas como Wikibank para ayudar directamente a los europeos más pobres?
Esa es la intención. Los habitantes de un barrio rico de Alemania pueden destinar dinero desde su móvil como donación directa para que se compren productos frescos en la pescadería de un barrio pobre de Sevilla. El fin último de Wikibank es, creando como cooperativas 'Cajas de Ahorros Digitales', recuperar el espíritu de las Cajas de Ahorros (los antiguos Montes de Piedad) que antes eran propiedad de sus empleados y clientes, y después fueron convertidos en bancos. Así lo presenté como proyecto al World Investment Forum, promovido por Naciones Unidas para el uso de monedas sociales como complemento al desarrollo sostenible.
Muchas personas que abogan desde la sociedad civil por lo público y por el progreso son refractarias políticamente a todo lo relacionado con las funciones de las empresas como cimientos de nuestro modelo social de desarrollo y bienestar. ¿No es trasnochado ese tabú?
Es un error absoluto estigmatizar en general a las empresas y a lo empresarial. Las pymes son el motor económico de este país, las que generan casi todo el empleo. ¿Acaso eso es poca función pública?. Además, los servicios públicos están sostenidos sobre todo por los impuestos pagados por las pymes y por los autónomos. Porque las grandes empresas, ya sean multinacionales españolas o los Amazon, Google, Netflix, etc., tienen dinero para pagarse asesorías fiscales que les ayudan a tributar lo menos posible. Es un error no ver que la mayoría de los empresarios arriesgan su patrimonio personal para embarcarse en una aventura que no saben si va a acabar bien, y están contribuyendo al bien común porque han cogido su patrimonio para convertirlo en sueldos. ¿Quién hace eso teniendo un puesto en la función pública?. Es alucinante lo mal que trata España a la pequeña y mediana empresa. Es sangrante que se les mire mal, cuando además han de soportar organismos públicos que son tremendamente ineficientes.
¿Sorprende en su entorno que usted se postule como izquierda alternativa y sea creador de empresas?
Cada vez le doy más importancia al concepto de eficiencia. Le recuerdo el ejemplo que he citado antes: en ayudas sociales para alimentar a quienes menos tienen, 0,33 céntimos de cada euro se gastan en burocracia. Es una institución pública, sí, pero ¿está utilizando eficientemente los recursos?, no. Soy un defensor a ultranza de la sanidad pública, de la educación pública, etc., pero la Administración Pública se ha convertido en un monstruo que se devora a sí mismo. La izquierda ha cometido muchas veces el error de proteger sí o sí a la burocracia cuando hay que distinguir la eficiente de la ineficiente. Perjudica al bien común y a los fondos públicos la que interpone procesos que no aportan ningún valor añadido a la sociedad y consume en exceso dinero procedente de los impuestos. La burocratización de los servicios públicos forma parte de la tragedia que sufren los sectores de población en peor situación socioeconómica.
¿Qué haría si tuviera mando en plaza?
Los asientos de los sectores burocráticos tienen que ser girados 180 grados y trabajar a diario mirando hacia la gente y no hacia sí mismos. Hay que eliminar tareas improductivas y dedicar los esfuerzos a facilitarle la vida a la gente, a atender directamente a las personas. Con tecnologías como 'blockchain' se pueden automatizar y simplificar infinidad de procesos, y ser realizados directamente por cada ciudadano mediante su identificación digital en la cadena de bloques. Eso es transformación digital de la Administración Pública, no aumentar exponencialmente la cantidad de formularios que rellenar o supervisar. Piénselo: España sigue siendo un país de asesorías porque se necesitan intermediarios para interpretar y solventar la convivencia con la burocracia, y ello indica la mala salud de la administración electrónica.
¿En esta segunda oleada de la pandemia, en España los egoísmos y el descontrol se están imponiendo al civismo y la solidaridad?
Hay mucha diferencia de mentalidad entre quienes incluso han romantizado el confinamiento, porque tienen recursos garantizados y han podido estar más tiempo juntos como familia, respecto a quienes sufrían con toda su crudeza la pérdida de sus precarias fuentes de ingresos, habitar viviendas pequeñas e infradotadas, etc. La crisis del Covid acentúa el círculo vicioso: la desigualdad genera más desigualdad. Cuando el coronavirus tenga remedio sanitario, creo que viviremos una recuperación intensa porque vamos a hacer muchas cosas, y con más conciencia que antes sobre la imprescindible involucración de toda la sociedad para redistribuir mejor los recursos y revertir las causas de la desigualdad estructural. Porque la pobreza es fuente de más pobreza.