Fundación Atarazanas «denunciará» ante la Justicia e Icomos el proyecto de Vázquez Consuegra

Critica el «evidente empecinamiento» del arquitecto, «avalado por la Junta y la Caixa», en tanto promotores del nuevo centro cultural

20 ene 2016 / 13:43 h - Actualizado: 20 ene 2016 / 13:43 h.
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  • Vázquez Consuegra, en la presentación de su proyecto para las Atarazanas. / José Luis Montero
    Vázquez Consuegra, en la presentación de su proyecto para las Atarazanas. / José Luis Montero

La Fundación Atarazanas ha informado de que ya ha iniciado los pasos legales oportunos para denunciar el proyecto de Guillermo Vázquez Consuegra para convertir las Reales Atarazanas de Sevilla en un centro cultural ante el Icomos y también ante la Justicia de manera que «se pueda paralizar de forma cautelar el proceso emprendido, pues, no todo vale» en el monumento.

En un comunicado, la fundación apunta que actúa de esto modo ante «evidente empecinamiento» del arquitecto, «avalado por la Junta de Andalucía y la Caixa», en tanto promotores del nuevo centro cultural de las Atarazanas, «desoyendo así el amplio y heterogéneo clamor ciudadano sobre lo que se advierte como un auténtico crimen patrimonial contra Sevilla».

«Lamentablemente, una vez más tenemos que asistir al clásico sostenella y no enmedalla con el que la administración suele resolver los conflictos que se le plantean desde la sociedad civil», de ahí que «a toda prisa hayan cursado el trámite con la Comisión Provincial de Patrimonio para obtener la licencia de obras y adjudicar la licitación en tiempo récord», afirma la fundación. Y todo ello, añade, a pesar de «los múltiples argumentos esgrimidos por su parte, avalados por reputados expertos en materia arquitectónica, ingeniería, histórica y patrimonial, así como desde otras asociaciones afines a la protección del patrimonio, en contra de una actuación aberrante, que se antoja además caprichosa y estéril».

«HORRENDO ENTIERRO DE LA ATARAZANAS»

El propio arquitecto, argumenta la Fundación Atarazanas, «ha tenido que salir, a última hora y muy obligado por las circunstancias, a defender lo indefendible», toda vez que asegura que Vázquez Consuegra «ha aducido las más variopintas razones para justificar lo que no es más es un horrendo entierro de las Atarazanas en toda regla».

Respecto a la razón económica, la fundación critica que el arquitecto diga que la excavación de las siete naves hasta su cota original supondría un coste total de cinco millones de euros y que la aportación de la Caixa sólo alcanza hasta los diez millones, «lo cual hace imposible dicha actuación, no prevista inicialmente». Además, lamenta que «según apunta Vázquez Consuegra solo haya dinero para algunas pequeñas remodelaciones en el Cuerpo de Cabecera del Edificio (Real Maestranza de Artillería), que ni siquiera abarcan a la totalidad de las plantas superiores, más alguna que otra demolición de pequeña importancia, según él, y por supuesto, eso sí, para la instalación de una cafetería, más la media docena de escaleras mecánicas que se instalarán para el acceso».

Es decir, apunta, «desprecia el tesoro más excelso de las Reales Atarazanas, como son su fabulosa arquitectura mudéjar y su rica memoria patrimonial, para favorecer la creación express de un nuevo centro cultural, tipo más de lo mismo, que permita hacer caja lo antes posible a todos los interesados».

Sobre la razón técnica, Fundación Atarazanas también critica que Vázquez Consuegra «aduzca que una intervención excavatoria en las naves de las Atarazanas supondría un verdadero riesgo para la integridad del edificio, puesto que los propios escombros acumulados funcionan a modo de refuerzo de las pilastras, las cuales colapsarían de inmediato sin dicho apoyo». Una cuestión que, a su juicio, «provoca cierta perplejidad, cuando no sonrojo e hilaridad, a la luz de los diferentes informes obtenidos por esta fundación de parte de eminentes arquitectos, ingenieros y peritos especializados en la materia».

«ES FALSO QUE NO SE PUEDA EXTRAER LA TIERRA SOBRANTE»

En este sentido, defienden que existen una respuesta «unánime» de que el edificio «cuenta actualmente con una cimentación histórica por zapata corrida que puede resultar suficiente, sobre todo si se libera del sobrepeso que para estos cimientos supone el relleno», y que las tecnologías actuales permiten poner la respuesta adecuada ante cada problema, por lo que consideran «categóricamente falso que no se pueda extraer la tierra sobrante de las Atarazanas porque se pondría en peligro al edificio».

Por último, y en cuanto a la razón estética, Fundación Atarazanas critica que el arquitecto «aporta una razón no menos extraña e inquietante», ya que asegura que «no es partidario en absoluto de realizar una operación semejante porque la recuperación de la cota original --afirma-- puede convertir en ridículas las bóvedas de los tiempos de Carlos III, que fueron construidas teniendo en cuenta la escala que había en el siglo XVIII, con el edificio ya rellenado; quedaría así un inmenso agujero con un volumen de 31.440 metros cúbicos».

Para la fundación, el arquitecto «olvida que las bóvedas dieciochescas de las Atarazanas lucirían precisamente en todo su esplendor, una vez que las pilastras que las sustentan obtuvieran su esbeltez original», ya que «no en balde --añade-- los que diseñaron dichas bóvedas no olvidaron el origen gótico mudéjar del edificio de carácter fabril, y decidieron organizarlas mimetizadas con toda la estructura visible e imaginada».

«Esas bóvedas piden a gritos ser liberadas de su absurdo y antiestético aprisionamiento, tal como lo harían las bóvedas de la Iglesia Catedral si vieran enterrados sus pilares bajo cinco metros de tierra, además de acribillados por micropilotes y barras de acero, con una solera de hormigón como sepulcro», manifiesta la fundación, que asegura que «es falso igualmente» la afirmación de que «se recupera la parte de las primitivas murallas almorávides y uno de los torreones», ya que en el presupuesto del proyecto actual «no se consigna cantidad alguna para este fin».

Además, señala que «tampoco es cierto que se recuperen las Antiguas Pescaderías Reales, pues éstas estuvieron cerradas al norte (Calle Dos de Mayo) y solamente tenían una entrada por la puerta en recodo (Junto al Postigo del Aceite). Cuestiones que, en todo caso, requieren de una profunda investigación arqueológica», toda vez que muestran su «extrañeza ante la tozudez de los promotores que parecen ignorar los graves antecedentes que obran en el haber del señor Vázquez Consuegra como rehabilitador de edificios y entornos histórico-monumentales».

«Sirvan a modo de ejemplo, por un lado, su lamentable intervención en la ensenada de Baelo Claudia (Bolonia), la cual ha sido calificada, entre otras cosas, como ‘Aberrante centro de interpretación y atentado paisajístico’ y, por otro, la no menos desgraciada actuación en los antiguos arsenales de Génova para crear el Museo del Mar (Galata). Perpetrando allí una de las más flagrantes intervenciones de falseamiento y enajenación de identidad patrimonial de toda Europa», apuntan.

De ahí que para Fundación Atarazanas «sorprenda mucho la postura de la Junta y de la Caixa para mantener su proyecto contra viento y marea». «La Junta de Andalucía debería saber que ‘No todo vale en las Atarazanas’, conclusión machacona que se repetía con insistencia en el informe elaborado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) en 2008 por encargo de la propia Consejería de Cultura», concluye.