Hablan los profesionales y vecinos del Polígono Sur

27 abr 2017 / 07:57 h - Actualizado: 27 abr 2017 / 08:17 h.
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ROCÍO PACHECO. Jefa de los servicios sociales comunitarios

«Las ayudas puntuales sin el trabajo continuado aquí no sirven»

Rocío Pacheco llegó por primera vez al Polígono Sur en 1989, y tras dos años como técnica de servicios sociales en los que reconoce que sintió «mucho miedo en este barrio aunque nunca me pasó nada», regresó hace siete años como jefa del dispositivo municipal formado por 29 profesionales que atienden las necesidades más urgentes y graves de la población. Si bien admite que «muchas veces los más excluidos de los excluidos no vienen porque no les gusta la parte de control» que implica la ayuda, condicionada por ejemplo a la justificación del gasto cuando el dinero lo recibe directamente el usuario (en el caso de pago de recibes no es así) o a garantizar que los menores acuden al colegio.

En los servicios sociales comunitarios hay dos niveles de intervención: un primer nivel de necesidades básicas centrado en otorgar ayudas económicas para alimentación, medicamentos, suministros básicos, alquiler o compra de electrodomésticos o muebles y un segundo nivel de trabajo continuado y con seguimiento con familias en las que «detectamos riesgos, sobre todo cuando hay niños o mayores solos o con hijos toxicómanos o enfermos mentales». En este segundo nivel los beneficiarios adquieren unos compromisos «y eso es lo que la gente muchas veces no entiende, que la ayuda tiene debe tener una contrapartida».

Para Pacheco, en los últimos años con la crisis, el Ayuntamiento ha primado un modelo de servicios sociales en toda Sevilla en el que «para llegar a más gente hemos dado muchísimas ayudas puntuales quizás en detrimento de un trabajo más continuado y eso en el Polígono Sur no sirve porque la necesidad de ayudas de emergencia no tiene fin y ya tenemos una población muy acostumbrada a pedir y a depender de las administraciones».

En el barrio la pobreza está «cronificada» por lo que las necesidades básicas no son puntuales como puede ocurrirles a familias de otras zonas azotadas por la crisis. «No es que un mes no puedan pagar el agua, es que te vienen directamente con la carta de Emasesa sin abrir para que se la pagues y como el criterio para tener derecho a esa ayuda es el límite de renta, aquí lo cumplen todos», explica. En ese sentido, y puesto que admite que «para poder intervenir con esta población hay que tener unos mínimos cubiertos, preferiría que tuvieran una renta básica que tener que pagarles un mes la luz, al otro darles lotes de comida o una lavadora porque ¿cómo les exiges si no que lleven a los niños limpios al colegio?».

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PILAR MORENO. Orientadora laboral del SAE

«Falta formación pero buscarse la vida cada día es ser empresario»

Tras la reapertura del Centro de Orientación y Dinamización para el Empleo (CODE) hace un año, el pasado septiembre se reanudó el programa Andalucía Orienta que dirigió hasta hace un mes Pilar Moreno (actualmente lo desarrollan orientadores del Ayuntamiento aunque la financiación sigue siendo del SAE). En el CODE no se tramita ni el registro como demandante de empleo ni las prestaciones, que los parados del barrio deben gestionar en la oficina del SAE de Huerta de la Salud. Pero ante el déficit de habilidades básicas de esta población si en general la orientación laboral comienza una vez realizados estos pasos, en el Polígono Sur en muchos casos los orientadores ayudan a realizar esos trámites guiando a los usuarios sobre la documentación que necesitan, adaptando sus currículos e incluso enseñándoles a pedir cita o a renovar la tarjeta del paro por internet en los ordenadores disponibles en el centro. A partir de ahí, la orientación laboral deriva hacia cursos de formación (en centros o externos o algunos impartidos en el propio Code) o gestiona la búsqueda de prácticas y ofertas de empleo.

Moreno explica que el perfil que se atiende es de «gente que no ha trabajado nunca con alta en la Seguridad Social»; parados mayores de 45 años procedentes del sector de la construcción «y mucho joven, hijo de trabajador de la construcción y de empleada de hogar, que había vivido muy bien hasta la crisis de ambos sectores y que no cotizan tener la ESO porque habían visto que sus padres se ganaban la vida sin ella». «Les enseñamos las ofertas de trabajo para que vean que la piden para todo y muchos son derivados al centro de adultos para sacársela», explica.

La falta de formación es uno de los grandes hándicap, junto a la edad, para la empleabilidad y en el Polígono Sur «hay poco margen de elección» y «la orientación aquí no puede ser a largo plazo, necesitan soluciones inmediatas. Si tiene que llenar la olla ¿cómo le vas a decir que se saque la ESO?». No obstante, «hay mucha gente con ganas de salir adelante». Les falta formación académica y «han trabajado de tantas cosas que son muy polivalentes pero poco especializados y eso es lo peor para buscar trabajo. La frase es ‘de lo que haiga señorita’. Intentamos acotar», explica. Y es que para Moreno, también les falta «autoconocimiento de sus capacidades porque buscarse la vida todos los días para comer es ser listo, eso es ser empresario».

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DAMIÁN CARDEÑAS. Trabajador Social Sanitario del Centro de Salud Las Letanías

«Cuando atiendes a un paciente te informas de la situación familiar»

La esperanza de vida en el Polígono Sur es unos cinco años inferior a la media de Sevilla en el caso de las mujeres y hasta siete años en los hombres. Hay una mayor incidencia de patologías vinculadas a la mala alimentación y las condiciones higiénico sanitarias derivadas de la desigualdad, como complicaciones por obesidad o diabetes, tuberculosis, infecciones de transmisión sexual, además de una elevada tasa de patologías duales donde se suman las adicciones con trastornos mentales (de los 1.500 toxicómanos en Andalucía que siguen tratamiento de metadona, 300 están en el Polígono Sur). Y las enfermedades crónicas o dependencias se agravan más rápida por la falta de un apoyo familiar que garantice unos cuidados y el seguimiento de los tratamientos.

Damián Cardeñas lleva siete años como trabajador social sanitario en el centro de Las Letanías y destaca que en el Polígono Sur «no se atiende sólo al paciente por la consulta que viene sino que ya te informas de la situación de toda la familia». «Por ejemplo, si viene una madre con tres niños porque uno está mal hay que aprovechar para preguntar si los otros están vacunados o si está embarazada de nuevo saber si está yendo a la matrona», relata. Los hábitos de cuidados sanitarios que la mayoría de la población tiene interiorizados en el Polígono Sur no lo están, por lo que «tenemos que salir a captarlos para que entren en el circuito de salud».

El sistema sanitario y el educativo está en constante coordinación y de ahí han salido programas como la atención odontológica en los colegios porque se detectó un índice muy alto de caries en los niños aún con los dientes de leche. «Incluso las matronas a veces se dan una vuelta a la entrada de los institutos para detectar nuevas jóvenes embarazadas y explicarles que tienen que hacerse un seguimiento», relata. En el Polígono Sur hay un elevado índice de embarazos adolescentes. Curiosamente, la tasa de abortos es más alta que la media de la ciudad pero no entre menores sino en mujeres de entre 30 y 40 años que ya no quieren más hijos.

El barrio cuenta con dos centros de salud. El cupo de pacientes por médico es algo inferior a la media pero con más de la mitad de la plantilla temporal y mucha rotación. No es un destino que se elija «y la mayoría venimos con mucho miedo que se te quita cuando trabajas aquí». De hecho, pese a la violencia exterior, no destacan por episodios de agresiones al personal si bien ambos centros cuentan con vigilantes de seguridad.

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ROSA BELMONTE. Profesora de Física y Química del IES Antonio Domínguez Ortiz

«Necesitas implicación emocional con el alumno para engancharlo»

Rosa Belmonte lleva siete años en el instituto Antonio Domínguez Ortiz y tiene claro que para ser profesor en los centros del barrio «se necesita mucha implicación emocional con el alumno para engancharlo». «Aquí todos los niños necesitan un trabajo especial», explica, en el que la búsqueda de proyectos motivadores es clave porque «aquí el abandono escolar es brutal». Uno de los grandes logros del Plan Integral ha sido reducir el absentismo (del 50 al 15 por ciento en diez años) a base de programas que acuden casa a casa cada mañana para que los niños vayan al colegio y de condicionar cualquier ayuda a la escolarización pero ahora el reto es que se titulen en ESO y continúen los estudios.

Ello exige forzar «un lazo muy estrecho con ellos, porque si no vuelan». Unos lazos que se construyen a base de actividades no sólo en el horario escolar «aunque nadie te lo pague» que hace que profesor y alumno pasen mucho tiempo trabajando juntos. De «refuerzos positivos» para contrarrestar los efectos de un contexto «cerrado» en el que la tendencia es a la resignación y a no tener perspectivas de futuro. Y de involucrar al centro en proyectos innovadores para lograr fondos «que aquí escasean» con los que organizar actividades, como visitas guiadas subvencionadas por el ministerio que le permitieron este año viajar a Madrid con una veintena de alumnos o el proyecto europeo Erasmus Plus de intercambio cultural con centros de otros países.

Las plazas en los centros del Polígono Sur son puestos específicos que los docentes eligen, lo que garantiza una estabilidad en las plantillas que resulta fundamental para muchos alumnos que no tienen otros referentes que sus profesores y asegura que se trata de profesionales comprometidos. Con todo, Belmonte reconoce que el primer año hay un choque y «no ves que puedas dar clase». Sin embargo «los que llevamos muchos años sabemos que el cambio es posible».

En este sentido, Belmonte cuenta orgullosa que hoy en el centro hay varias niñas gitanas en el Bachillerato de Ciencias, «algo impensable cuando yo llegué». También sigue habiendo decepciones como «cuando una niña que tenía un expediente brillante con 14 años se casa y es madre y deja los estudios».

El instituto no sólo tiene que trabajar con el alumno sino también en muchos casos con la familia para que participen y se involucren, ya que muchos alumnos de estos centros viven en entornos desestructurados y «se nota mucha la evolución cuando se consigue que la familia se involucre».

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ROSARIO GARCÍA. Portavoz de la Plataforma vecinal Nosotros también somos Sevilla

«No hay evaluación externa y se repiten medidas que no sirven»

La Plataforma Nosotros también somos Sevilla aglutina al movimiento vecinal más crítico con la situación del barrio y con la falta de resultados, tras más de una década, del Plan Integral. Su portavoz, Rosario García, asegura incluso que hoy el barrio está peor que antes de la creación del Comisionado del Polígono Sur y de la puesta en marcha del Plan Integral «no por culpa de ello sino porque se han ido pasos para atrás que no se han sabido frenar».

Reconoce que ha habido una inversión de recursos y hay muchos profesionales trabajando en la zona pero «no hay una evaluación externa de lo que se hace y se repiten medidas que se ha visto que no sirven». «Se dan muchos recursos y ayudas pero no se piden cuentas y no se valora si sirven», alega.

La situación de la vivienda, a su juicio, es un ejemplo, ya que se ha invertido mucho en la rehabilitación de edificios pero, pese a que la mayoría de los pisos pertenecen al parque público de la Junta, «no se controla quién lo ocupa y vuelven a deteriorarse» o se permiten impagos o enganches ilegales de luz y agua de gente «que no paga porque no le da la gana porque se dedican a la droga y tienen más dinero que yo». Lamenta que a un barrio donde ya existe una bolsa de pobreza y exclusión se siga permitiendo que llegue más población de colectivos marginales mientras vecinos del barrio «optan por llevar a sus hijos a colegios cercanos pero no del Polígono Sur para evitarles el contacto con chicos conflictivos».

También cree que aunque aparentemente la presencia policial sea mayor «¿de qué sirve que estén patrullando todo el día por las calles si cuando hay conflictos se quitan de en medio?». «El barrio no lo controlan las administraciones, lo controlan los clanes», denuncia.

Y considera que muchas de las nuevas infraestructuras levantadas y por las que los vecinos pelearon, como polideportivos o la Factoría Cultural «están vacías de contenido» y, sobre todo, no han cumplido el objetivo de organizar eventos en ellos que atraigan al Polígono Sur a gente de otros barrios y acabe con el aislamiento físico y psicológico de la zona.

Pese a su discurso asegura que no es «derrotista» pero «quiero cambiar esto y no por echar una manta para que no se vea la mierda ésta va a desaparecer».