«Hay fases del amor que son parecidas a una depresión»

El catedrático de Biología y divulgador de neurociencia ha participado en la segunda jornada del Jot Down Ciencia 2015 en la Escuela Técnica de Ingeniería Informática con una ponencia titulada El cerebro enamorado

13 jun 2015 / 15:33 h - Actualizado: 13 jun 2015 / 22:37 h.
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  • José Ramón Alonso, biólogo y divulgador de neurociencia. / Inma Flores
    José Ramón Alonso, biólogo y divulgador de neurociencia. / Inma Flores

¿No le quita romanticismo a la cosa que también queramos saber qué pasa en nuestro cerebro cuando nos enamoramos?

En absoluto, te enriquece más.

Por cierto, ¿qué le pasa a nuestro cerebro cuando nos enamoramos?

Pues le pasan muchas cosas. Es un proceso muy complejo en el que participan varias zonas del cerebro. Hay una primera fase, que es en la que el cerebro nos anima a acercarnos, a romper el muro, y en la que se libera adrenalina, como cuando tenemos un reto. Después hay otra segunda fase en la que curiosamente hay algunos procesos que se parecen a los de una depresión. Entonces tenemos miedo a perder a esa persona por la que sentimos atracción, nos entra ansiedad... Lo que en realidad nos está diciendo es ‘si de verdad te interesa, tienes que hacer un esfuerzo más’. La tercera fase es más compleja porque en ella, las zonas del cerebro que se encargan del juicio, el razonamiento, se apagan. Es cuando hacemos esas cosas que ni nuestros amigos se explican y que, con el paso del tiempo, ni siquiera nos las explicamos a nosotros mismos. Es la locura de amor. Finalmente, cuando el amor se estabiliza ahí juega un papel fundamental la oxitocina, la molécula que interviene en los vínculos, que interviene tanto entre la madre y el hijo, como también en la pareja. ¿Y todo este proceso por qué? Yo soy biólogo y la explicación la damos los biólogos basada en la evolución: por parte del hombre se busca ese vínculo que te garantiza que tus hijos son tuyos, y por parte de la mujer sería que quiere que el hombre esté ahí para la crianza de los hijos, que es un proceso muy largo en nuestra especie y que necesita mucha energía y mucha dedicación. El amor se ha tratado mucho desde el ámbito de la literatura, así que hacerlo desde la ciencia nos da a todos perspectivas nuevas y nos hace disfrutarlo mucho más.

La literatura también ha abordado con profusión el tema del desamor. ¿Qué le ocurre a nuestro cerebro cuando nos desenamoramos?

Pues en el proceso que he descrito antes, hay cosas que van cambiando. Hay una zona del cerebro, la que está justo detrás de la frente, que es la que establece el juicio, la que usamos para navegar por la sociedad. Cuando el amor está en pleno auge, esa zona se apaga, con lo cual nos atrevemos a cosas a las que no nos atrevemos normalmente. Nuestro juicio está entonces desactivado. Esa fase pasa y el cerebro vuelve a tomar las riendas, vuelve a tomar decisiones. Es en ese momento cuando podemos decirnos ‘no, no, yo he estado equivocado, esto ha sido un error’. O por el contrario, ‘he encontrado la persona que buscaba’.

El refranero popular es más científico entonces de lo que pensábamos, por eso de ‘no tiene ni dos dedos de frente’

(Risas) La sabiduría popular se basa en la observación. Los científicos hacemos esa misma observación pero más reglada y llegamos a las mismas conclusiones.

¿Este gobierno ha demostrado muy poco amor a la ciencia?

Es complejo. Hemos vivido una situación muy difícil, con una crisis económica terrible y, desgraciadamente, en la política se buscan soluciones a corto plazo. La ciencia no funciona así. Porque estemos en un mal momento no podemos apagarlo todo pensando que cuando le demos de nuevo al interruptor va a estar todo ahí. Nuestro país ha mejorado muchísimo en los últimos 30 años a nivel científico. Estoy muy preocupado por la gente joven, que está tirando la toalla porque no ve perspectivas. Pero tampoco es todo tan simplista. La ciencia necesita recursos, creo que han faltado, pero es que hemos vivido una situación dramática. Lo importante es que vuelva ese apoyo a la ciencia cuanto antes, porque es fundamental para el futuro de nuestro país. ¿Qué futuro, qué país queremos tener?...

¿Lo sabemos?

No. ¿Qué quieres tú para tus hijos dentro de 15 años? ¿Cómo quieres que sea tu vida? ¿De qué vamos a vivir? Tenemos nuestras fortalezas, como nuestros recursos naturales, que estamos aprovechando en el turismo; es un país que tiene una creatividad cultural que es otra de nuestras bazas; es un país que encabeza una comunidad de 500 millones de personas que hablamos español y que se puede utilizar. Pero evidentemente necesitamos cosas con valor añadido y eso te lo da la ciencia.

¿La ciencia podría determinar si ese no mirar ni pensar en el futuro tiene también que ver con nuestra cultura mediterránea, centrada en el aquí y ahora?

Amo este país y con nuestros defectos, los españoles somos gente creativa, honesta, trabajadora... La situación actual hay que ponerla en perspectiva. Creo que hay cosas en las que fallamos, como planificación. Necesitamos una planificación más seria. Necesitamos más rigor en nuestros procedimientos. Necesitamos creer en nosotros. En Castilla, hubo una etapa que coincide con el descubrimiento de América, en la que nos lanzamos a los mares. Lo llaman el milagro castellano porque nadie se explica que un estado feudal-medieval hiciera tal cosa. Hay quien dice que la explicación está en que se creyó que era posible...

Fue una mujer quien lo creyó

Fue una mujer, sí. Es verdad, creo que en muchos casos hay que dar más oportunidad a las mujeres de liderar esta sociedad.

Han pasado ya unos años desde su etapa como rector de Salamanca pero como universitario y tras esa experiencia de gestión, ¿le ha faltado a la Universidad española capacidad para divulgar bien lo que significa esta institución para el progreso de la sociedad?

La Universidad es crítica por naturaleza, es nuestro ADN. Somos más rápidos en hablar de las deficiencias que en hacerlo sobre lo que está bien. Esto genera un problema y es que la gente piensa que somos peor de lo que somos. Las universidades españolas son magníficas, se pueden homologar con cualquier país del mundo. Yo de España fue a la Universidad alemana y de allí a la americana. No tuve ningún problema. Estaba al mismo nivel que el resto de mis compañeros. Otra cosa es si hablamos de grandes instalaciones, estabilidad en los presupuestos, posibilidad de planificar a medio plazo... Es muy importante el trabajo con la sociedad. Yo lo pienso ahora con el asunto del niño con difteria. La ciencia tiene que tener una voz y echo mucho de menos una figura que ha sido histórica dentro de la Universidad, la del intelectual. La voz que habla a la sociedad con un prestigio basado simplemente en su conocimiento. No existe ese intelectual que diga que tenemos un país por construir y que no vale ya seguir mirando al pasado. No puede ser que estemos ante la primera vez en la historia que nuestro hijos van a tener peor futuro que nosotros. Esto es lo más indignante y vergonzoso que tenemos a nuestras espaldas. Me exalto un poco...

¿José Ramón Alonso se cree los ranking universitarios?

Me creo que están hechos como están hechos. Hay un ranking que utiliza cuántos premios Nobel son profesores en la universidad. Las que más puntúan en España son la Complutense de Madrid, Barcelona y Valencia. ¿Por qué? Pues porque en las tres estuvo Santiago Ramón y Cajal. Pero eso fue hace más de un siglo. Creo que ese es un dato que a la hora de hablar de potencial investigador no pesa mucho. Es cierto que esos ranking están hechos en el ámbito anglosajón y esos sesgos siempre existen. Lo que no podemos decir es que los ranking no valen para nada. Pero es verdad que habría que pensar si hay correcciones o no por tamaño, por presupuesto...

Por terminar, hay dos vertientes de estudio suyas que me parecen muy interesantes. La primera es sobre la siesta. Le he leído reflexiones que merecen ser repetidas para que los andaluces tengan una buena inyección de moral y también he leído sobre su implicación en temas de autismo

Me gusta mucho intentar relacionar la ciencia con la vida cotidiana. La ciencia no habla de cosas de otro planeta. Yo soy usuario y defensor de la siesta y quise abordarla de una forma científica. Los datos dicen que con la siesta aumenta la productividad, evita un montón de enfermedades, es buena para las instituciones... Sobre el autismo es más una cuestión personal. Detecté que era un colectivo sobre el que se vertía mucha basura y me decidí a ayudarles dándoles información más veraz, contrastada y científica.