El mapa de Sevilla cuenta con barrios con necesidades sociales, urbanísticas y económicas que han requerido de una respuesta coordinada de las administraciones para poner en marcha unos planes de actuación específicos, que se conocen como planes integrales, y cuyo máximo exponente se encuentra en el Polígono Sur. Pero... ¿en qué estado están? y ¿qué utilidad tienen?
Hace más de una década, el Gobierno central, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento hispalense acordaron unir sus fuerzas para facilitar el desarrollo y normalización del Polígono Sur, una zona históricamente degradada en la que viven 50.000 habitantes. El encargado de elaborar el plan en 2003 fue el Comisionado del Polígono Sur, figura que se creó para canalizar los actuaciones que buscan «regenerar y transformar el barrio» a través de medidas encaminadas a la mejora de la educación, el empleo, la salud y la seguridad. El documento inicial planteaba también la reforma de «10.000 viviendas», el fomento de los espacios libres y de equipamientos públicos, recuperando de esta forma actividades artísticas y la cultura tradicional –especialmente el género del flamenco–, como «ejes identitarios» y vertebradores del Polígono Sur.
El fruto de los primeros años del plan ha enfrentado la opinión de los vecinos con la versión oficial del Comisionado, representado en sus comienzos por Jesús Maeztu y desde 2013 por María del Mar González. Esta última ha defendido que «se ha avanzado mucho, sobre todo en cuestiones urbanísticas», señalando que «donde antes teníamos eriales, ahora hay plazas». Entre otros logros destaca la rehabilitación de viviendas, la construcción de la Factoría Cultural o la notable disminución del absentismo escolar, «que ha pasado del 50 al 12 por ciento».
Sin embargo, los vecinos son más críticos. Explica Rafael Pertegal, de la asociación Martínez Montañés, que «no se ha trabajado de la manera que se debía». Para ello tira de un ejemplo ilustrativo: «En las Tres Mil [como se conoce a una de las zonas más degradada del barrio] se han recuperado algunos edificios, sí; pero a quienes hay que recuperar a es a las personas, a las familias; invertir más en el ámbito estrictamente social y menos en el urbanístico y arquitectónico. Pues, por mucho que tú pintes una casa, si la gente de dentro no tiene para tirar adelante...». En su opinión, «no es solo dar dinero, sino que, a veces, hay que hacer cosas que no son tan bonitas pero que son más eficiente». Palabras que suscribe Rosario García, la portavoz de la Plataforma Nosotros También Somos Sevilla. «Tan solo ha habido actuaciones de ladrillo del programa europeo Urban, pero no se ha hecho nada con las familias o el control de las viviendas protegidas», ha remachado.
La comisionada del Polígono Sur reconoce, no obstante, esta carencia en los primeros años y está convencida de que ha llegado la hora de «trabajar mucho más por lo humano». En este sentido, recuerda las actuaciones que hay en materia de empleo a través de cursos de formación, proyectos de intervención social, «con un equipo haciendo trabajo de calle con familias»; y también culturales, con un concurso de talento, un encuentro en el parque del Guadaíra o la proyección del documental Alalá de Remedios Málvarez dentro de las actividades paralelas de la Bienal de Flamenco que se ha celebrado hace unas semanas.
Pero se ha encallado el proyecto de la comisaría de la Policía Nacional. La falta de seguridad en el Polígono Sur, agudizada hace un mes por varios ataques a autobuses de Tussam, ha llevado al alcalde a pedir responsabilidades al Estado. Juan Espadas ha llegado a reconocer la existencia de un problema pero también ha exigido al Gobierno central, responsable de la competencia de la seguridad, a que ejecute los compromisos adquiridos en el marco del plan integral, entre los que está recogido la comisaría. Su ubicación ha creado cierta controversia. De un lado, en un primer momento se habló de un solar de titularidad estatal de la calle José Sebastián Bandalán pero el delegado del Gobierno en Andalucía, el popular Antonio Sanz, se refirió a su construcción «en el distrito Sur», dejando así en el aire una de las principales reivindicaciones de las asociaciones vecinales.
Con estos mimbres, la pregunta es más que evidente: ¿Sirven los planes integrales? «Sí y no» ha respondido sin tapujos el delegado de Bienestar Social, Juan Manuel Flores, al referirse a estas actuaciones planteadas también como solución en Tres Barrios y Su Eminencia-La Plata, así como recientemente para Palmete, Polígono Norte, Torreblanca o El Vacie, donde se encuentra el asentamiento chabolista más antiguo de toda Europa.
Flores ha señalado que los planes integrales son «una herramienta necesaria» porque «ponen en evidencia» el problema real de barrios concretos y «permiten un análisis global». Eso sí, también asume que «las necesidades de algunas zonas son muy altas y los recursos son los que son». Una situación que, como añade, «hace que no se llegue a las expectativas que se han creado con los planes integrales, y que los vecinos legítimamente los empleen para reclamar».
Una historia que conocen muy bien en Tres Barrios (Candelaria-Madre de Dios-Pajaritos). Desde 2004 estuvieron mareando a los vecinos «con reuniones y más reuniones y comisiones» que «no llegaron a nada». El portavoz vecinal, Fernando de Armas, resume así el escenario vivido en este tiempo: «Las administraciones autonómica y municipal en un ejercicio irresponsable de cinismo y escasa moralidad se culparon entonces una a la otra de este despropósito mientras los vecinos sufríamos despiadadamente sus efectos». El cambio de gobierno local hace año y medio parece no haber revertido la situación. «El planteamiento del plan integral en Tres Barrios es cero: sin equipo, ni actuación ni programación», denuncia De Armas, quien insiste en que los servicios sociales «siguen infradotados con respecto a cualquier otra zona de Sevilla».
En relación al Polígono Sur, para cumplir con las demandas de los vecinos sería necesaria la convocatoria de la mesa del plan integral, de la que forman parte el Estado, la Junta de Andalucía y el propio Ayuntamiento, y que acumula varios meses sin celebrar ninguna reunión. A pesar de que en marzo Espadas anunciara un encuentro inminente, éste nunca llegó a celebrarse. El alcalde lo ha dejado en manos de la comisionada: «Yo no tengo problemas en convocarla pero hacerlo es responsabilidad de la Oficina del Comisionado». Algo para lo que, según ha podido saber este periódico, se está buscando fecha para reunir a todas las partes pero que, al margen de esta reunión, se trabaja de manera periódica para evaluar la situación