«Jesús fue antipopular en su tiempo»

Entrevista a Luis de Lezama, fundador del Grupo Lezama y creador de la taberna Alabardero

Juanmi Vega @Juanmivegar /
16 ene 2022 / 05:00 h - Actualizado: 16 ene 2022 / 05:00 h.
"Derechos Humanos","Religión","UNICEF","Tradiciones","Entrevista","Pandemia"
  • Luis de Lezama. / Jesús Barrera
    Luis de Lezama. / Jesús Barrera

Usted es sacerdote, empresario y periodista. Ha estado también de corresponsal durante la Guerra de los Seis Días. En la vida se suele coger un camino, pero usted ha cogido unos cuantos.

Yo he cogido la carretera de circunvalación. Circunvalo a la vida.

¿Cuál es el camino de esa circunvalación que más satisfacción le ha dado?

El ser cura. Ves las cosas de un modo distinto. Es ver cómo se aprecian las actividades sociales, civiles, religiosas o políticas desde un punto de vista de creer en Jesucristo y aceptar el Evangelio.

¿Son buenos tiempos para creer en Jesucristo?

Son los mejores. Otros tiempos no se nos van a dar. Cada uno tiene que pensar que su mejor día es hoy. Eso obliga a evaluar de un modo distinto el pasado y a recomponer el futuro.

¿Por qué cree que la religión católica está siendo tan atacada en estos tiempos?

Como en las buenas y en las grandes familias, hemos creado unos hijos muy consentidos. Hemos tenido unas generaciones, que han florecido en nuestros colegios y en nuestras parroquias, que no quieren reconocer que las ideas generosas sociales han partido más de su fe que de su nuevo activismo. Ocultan que se educaron con las monjas o los curas. Algunos lo pasan muy mal para tratar de ser innovadores porque quieren ocultar su procedencia. Les da vergüenza santiguarse.

«Jesús fue antipopular en su tiempo»
Luis de Lezama. / Jesús Barrera

¿Por qué ocurre eso?

Porque estamos en una etapa de cambio. Ya lo estábamos antes. El Covid no ha sido el cambio; lo ha acelerado. Se está acabando una era y está empezando otra. La gente que se ve en la brecha quiere pegar un salto, pero la brecha es tan profunda que algunos se pegan una torta de la leche, y otros no encuentran la otra orilla. Para saltar hace falta tener los pies muy firmes en una orilla. Algunos no quieren asentar su cultura, su conocimiento o su vida. Parece que se avergüenzan de su procedencia, de su origen, de su familia y de sus tradiciones. Así van a saltitos hacia el vacío.

Es triste. Cuando uno lo ve con 85 años y con una experiencia de procesos educativos de más de 60 años... por mí han pasado muchos políticos y muchos líderes de los cuales no puedo hablar. El secreto profesional no es cosa de curas, es cosa de bien nacidos.

Decían que la pandemia nos iba a hacer mejores personas.

Nos está haciendo reflexionar sobre nosotros mismos. Debido a la agitación de la vida moderna, mucha gente no tenía tiempo para ello. Las agendas cargadas, la vorágine de la información, que hoy es noticia y mañana es nada. De esto sabía mucho el Cardenal Tarancón, del que fui secretario en la época del cambio democrático. Don Vicente decía “no desmientas hoy. Mañana se desmiente por sí mismo esa noticia”.

El Cardenal Tarancón tenía una clarividencia tremenda. Fue uno de los motores sociales del cambio. Hoy nos haría mucha falta porque no todos tienen la flexibilidad y la entereza de enfrentarse a las realidades con criterios sostenibles y profundamente sensatos.

Usted es un hombre de fe y de Iglesia. ¿Cómo le explica a alguien que Dios permite que sucedan cosas malas?

Algunos dicen que el Demonio, pero me parece que atribuirle al Demonio todo esto, raya lo cursi. El mal existe, claro que existe, pero radica en la ambición y la soberbia de las personas. El mal radica en el egoísmo brutal. El mal radica en los que crean descartes.

¿Cómo nace el grupo empresarial Lezama?

Yo estaba en Vallecas con un albergue de chavales de 10, 12 o 15 años. Todos ellos marginales. Unos amigos míos me dijeron “Luis, ¿por qué no ponéis un bar y trabajáis allí?” Y así fue. En 1974 nació la taberna Alabardero.

Fue un momento complicado porque España estaba girando a una democracia. Todavía no había muerto Franco. La taberna se convirtió en el lugar de enganche, de tráfico de políticos que venían del exilio, de gente que pensaba diferente, no digo que mejor o peor, sólo diferente. La taberna fue lugar de recepción.

¿Cuántos chavales han salido de las escuelas de hostelería?

En los 50 años de historia han salido muchísimos. En la de Sevilla, que la fundamos en el 93, hay unos 5.800 alumnos que están por todas partes. En Sevilla hay un cambio generacional. Muchos de los sitios que se abren actualmente en la ciudad lo forman ex alumnos de nuestra escuela.

Usted vivió los últimos coletazos del Franquismo. En estos tiempos estamos escuchando a gente, que no vivió esa época, decir que con Franco se vivía mejor. ¿Con quién se vive mejor?

Tiempos pasados no vuelven. La evolución sociológica global es imparable. Pretender resucitar el pasado es absurdo. En algunos países tratan de conservar una dictadura y no pueden porque el mundo ha pasado de ser mi pueblo, mi tierra o mi país a ser algo global. La interacción global produce unas necesidades comunes en todo el globo.

También hay fenómenos sociales que no existían. Ahora hay organizaciones que tienen más fuerza que el propio gobierno de un país, como por ejemplo: Médicos Mundi, Acnur, Unicef o Cáritas. No nos queda más remedio que recurrir a ellos porque son la vertebración de los medios sociales que compartimos.

Yo tengo una sobrina que lleva 20 años de voluntaria en Unicef. Me enorgullece el trabajo que realiza y no es monja. Es una señora casada con dos hijos.

«Jesús fue antipopular en su tiempo»
Luis de Lezama. / Jesús Barrera

Ha comentado que tiempos pasados no vuelven, pero estamos asistiendo al auge de fenómenos que sí nos recuerdan a esos tiempos, como por ejemplo los populismos, que usan el odio contra una parte de la población.

Una cosa es ser popular y otra el populismo. El populismo consiste en un abuso del pueblo en favor de uno mismo. Populismo no es popular.

Hay católicos populistas, hay comunistas populistas, musulmanes populistas... pero no tiene nada que ver. El populismo no es el liderazgo evangélico que Jesús realizó. Yo creo que Jesús fue antipopular en su tiempo porque la gente que cambia las estructuras de un pueblo, generalmente no es popular. Al contrario, crea incomodidades, críticas y diferencias.

¿A qué partido político votaría Jesús?

No creo que votara. Todo el Evangelio está trufado de un comportamiento ético, que depende mucho más de las personas que de las asociaciones. Jesús no vino a crear asociaciones ni movimientos. Jesús vino a evangelizar, que es otra cosa muy distinta.

A lo largo de los años han ido surgiendo órdenes religiosas, movimientos y asociaciones que, teóricamente, ayudan a las personas a vivir y a encontrar la fe, pero eso es muy personal. Algunos son cojos y necesitan una muleta para andar, Otros no.

El Evangelio es una cosa y evangelizar es otra.

¿Quién duda que, en Sevilla, la religión popular y sus tradiciones cristianas son un gran bagaje? Las cofradías tienen un trabajo social durante todo el año, no sólo es salir un día con el capirote. Para mí eso tiene un mérito brutal. Las hermandades son un ejemplo de Iglesia.

¿Cómo ve el futuro?

Veo un gran cambio socio-religioso que el Papa Francisco ha anunciado como la sinodalidad. En el fondo, es un sentimiento de actualización de la Iglesia a los tiempos modernos. La brecha la hemos tenido que saltar.

El trabajo del sínodo en cada institución es muy serio porque más de uno se va a ver así mismo que no estaba cumpliendo con los deberes sociales, con los derechos humanos, por el respeto a los demás y por compartir el hambre, el frío y la salud. Eso es un cambio de vida.

En el fondo, el sínodo también traerá una democratización en el seno de una Iglesia que estaba subida al carro del triunfalismo. Yo trabajo en la sociedad civil y doy gracias a Dios por haber llegado a ser sacerdote, pero mi trabajo está insertado en la sociedad civil y no creo que en lo que me quede de vida vaya a rectificar.

¿Usted sigue oficiando misa?

Sí. Cuando vengo a Sevilla oficio en la Magdalena.