Jugarse la vida de camino al cementerio

Pedro Fernández fue a darle el último adiós a un familiar y terminó parando el tráfico para que no hubiese una desgracia de camino al sepelio

Juanmi Vega @Juanmivegar /
02 ene 2020 / 16:29 h - Actualizado: 02 ene 2020 / 17:21 h.
"Seguridad vial","Seguridad ciudadana"
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Ir al cementerio nunca es plato de buen gusto. Significa que hay que darle el último adiós a un conocido o un familiar.

Todos los días, cada media hora aproximadamente, se forma una pequeña cofradía detrás del coche fúnebre para despedir al finado. El trayecto es corto, pero no deja de ser una odisea en función de la hora a la que toque acompañar al féretro.

Pedro Fernández tuvo que pasar por el trago amargo de despedir a su abuela. El coche fúnebre, que llevaba los restos de su familiar hacia el cementerio, partió del tanatorio de la SE-30 pasadas las 7:30 de la mañana, cuando el sol sigue agazapado en el horizonte.

«El cortejo duró apenas diez minutos. Todavía era noche cerrada y transitábamos por la calle Huerta de la Fontanilla, que tiene dos carriles sin iluminación alguna, pues las farolas estaban inexplicablemente apagadas y donde los coches nos pasaban a gran velocidad, imagino que para ir a sus trabajos» explica Fernández.

Muchos conductores que van dirección a San Jerónimo, para evitar el colapso que se forma a esa hora en la rotonda de San Lázaro, acortan su camino pasando por la puerta del tanatorio.

«Detrás del coche iban muchos familiares de avanzada edad con muletas, incluida mi madre. Tuve que irme a la trasera del cortejo para pedir a los coches que fueran frenando».

«Las únicas luces que se veían eras las traseras del coche fúnebre, cosa que las hacía prácticamente imperceptibles para los otros conductores por las 20 personas que estábamos sin protección algunas, detrás del automóvil. Tampoco había personal de la funeraria o del ayuntamiento ni nada que hiciera ver a los conductores que, detrás de ese coche, había dos decenas de personas caminando lentamente. Los más mayores, además del dolor que llevaban en ese momento por las circunstancias, iban asustados, sobre todo a la hora de girar en el semáforo hacia la derecha camino del cementerio, ya que íbamos ocupando el carril izquierdo y tuve que para de nuevo el tráfico del carril derecho».

No es el único problema que tiene esa zona. Muchos usuarios han denunciado la inseguridad existente, no ya por los problemas de tráfico que ha explicado Pedro Fernández, también se suma a la problemática los robos que se suceden y el impuesto revolucionario que hay que pagar para poder aparcar en esa zona y así evitar, o al menos paliar, los daños que ocasionan estas personas a los vehículos.