La casa de Medinaceli: Las armas y las artes

27 may 2022 / 05:25 h - Actualizado: 27 may 2022 / 05:25 h.
  • La casa de Medinaceli: Las armas y las artes

La construcción de la identidad familiar de una casa nobiliaria y la estrategia de legitimación a través del arte y la opulencia constituyen el núcleo del estudio que el profesor Raúl Romero ha hecho sobre tres siglos y ocho generaciones de la Casa de Medinaceli, que también se dotó de una corte nobiliaria con influencia y sedes por toda la Península.

«La promoción artística de la Casa Ducal de Medinaceli», publicado por la editorial Doce Calles, se titula el estudio de este profesor de la Universidad Complutense que abarca tres siglos, del XIV y del XVI y que echa por tierra los presupuestos de buena parte de la historiografía artística, según señala en su prólogo el exdirector del Museo del Prado Fernando Checa.

Checa recuerda que el arte que se producía en los reinos ibéricos del siglo XV y XVI ha sido «habitual e inexplicablemente excluido, en su casi totalidad, de los estudios de historiografía artística al uso de carácter global».

Raúl Romero ha asegurado a Efe que la riqueza y producción artística propiciada por la Casa de Medinaceli es imprescindible para conocer «el paradigma clasicista e italianizante» que se produjo en la Península en ese dilatado periodo histórico.

Romero, al que el profesor Vicente Lleó puso en la pista del interés artístico de la Casa de Medinaceli, ha investigado durante quince años en el archivo de la casa ducal, uno de las colecciones documentales más importantes del país, con 6.000 metros lineales de documentación que abarcan desde los Condados Catalanes en el siglo IX al siglo XX.

Sobre todo ha estudiado los inventarios que reflejan los objetos artísticos propiedad de la casa ducal, muchos de los cuales se han perdido, por lo que el profesor ha localizado otros similares que se conservan en museos, como puede comprobarse en el apéndice gráfico de su estudio.

Esta investigación no se ha limitado a arquitectura, pintura y escultura sino también a tapices, alhajas, orfebrería, vajillas, objetos decorativos y armas, muchas de las cuales se conservan en el Museo del Ejército y que, en muchos casos, más que herramientas para la guerra fueron «objetos de lujo y elementos para expresar poder».

Todas estas piezas artísticas son básicas para, según Checa, «entender un momento fascinado por lo suntuario» que produjo «una maraña artística de extraordinaria riqueza y, en muchas ocasiones, de apabullante calidad» o, como ha recordado Romero que dijo otro historiador, un «piélago de grandeza» en el que devino la casa de Medinaceli, sobre todo a partir de 1479 cuando el condado pasó a ser ducado.

En arquitectura, Romero ha revisado los palacios urbanos, los espacios religiosos y los castillos señoriales, que a partir de determinado momento dejaron de tener carácter defensivo y se transformaron en alcázares que hubo de dotar de confort y que se integraron en el «discurso de propaganda y legitimación que a través del arte y del sentido de magnificencia representaban el poder de la familia, también a través del lujo y del gusto y de diversas estrategias de mecenazgo».

La investigación de Raúl Romero Medina forma parte del proyecto de Investigación que el Gobierno de España mantiene sobre el periodo de los Reyes Católicos y el que abarca del tardogótico al renacentista, según ha recordado en la presentación del estudio en Sevilla la profesora de Historia del Arte de la Complutense Matilde Miquel Juan.

La también profesora de la Complutense Olga Pérez Monzón ha insistido en cómo toda esta producción artística constituía una «conciencia de linaje» en un periodo histórico cuya complejidad ha resumido en una anécdota: La vestimenta morisca que el primer duque de Medinaceli llevaba en la toma de Ronda (Málaga).

Pérez Monzón también ha destacado la amplia geografía por la que la casa ducal extendió sus posesiones, en coincidencia con lo señalado por Checa en su prólogo: «No se trata de llamar la atención tanto hacia identidades territoriales (arte andaluz, arte castellano,...) realmente inexistentes, sino más bien resaltar identidades familiares y dinásticas».