La curación está en uno mismo y en el equilibrio

productos naturales, maniobras sobre el cuerpo y técnicas de control mental con una base teórica pero sin evidencia científica ofrecen un bienestar que para algunos es sólo placebo

07 feb 2017 / 16:53 h - Actualizado: 08 feb 2017 / 17:27 h.
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Medicamentos homeopáticos; productos varios elaborados a partir de plantas; masajes basados en maniobras específicas y sobre puntos concretos como la reflexología, la osteopatía o la quiropraxia; y técnicas de origen oriental como el reiki, el shiatsu o el che-kung integran un conjunto de terapias alternativas a la medicina convencional que practican y utilizan cada vez más personas. Para sus detractores, es un fraude que se basa mucho en el autoengaño. Para sus defensores, son prácticas que tienen una filosofía detrás –usada en otras culturales durante siglos– que logran un bienestar e incluso alivian dolores crónicos y síntomas patológicos que la medicina convencional no consigue paliar. Unos y otros coinciden en denunciar la falta de regulación en el sector, que entraña riesgos para los usuarios y genera problemas a los profesionales de intrusismo y para acreditar sus conocimientos.

¿Qué son?

Se trata de un conjunto de terapias en las que se considera a la persona como un todo en continua interacción y cambio con el entorno, integrando aspectos físicos, espirituales, mentales, emocionales, genéticos, medioambientales y sociales. Sólo una parte pretende tener influencia directa sobre la salud y el resto van fundamentalmente dirigidas al bienestar o confort del usuario. En general, más que aplicar factores externos para curar, se centran en estimular la propia capacidad de autocuración.

¿Cuántas hay?

El único informe oficial, de 2011, elaborado por un grupo de trabajo creado por el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas para analizar el sector señala 139 técnicas. Dentro de tal variedad, se utiliza con modificaciones la clasificación del Centro nacional para la medicina alternativas y complementaria de EE.UU, que las divide en cinco grupos: Sistemas integrales o completos (homeopatía, medicina naturista, naturopatía, medicina tradicional china –y dentro de ésta la acupuntura– y ayurveda); Prácticas biológicas que emplean sustancias de la naturaleza por su sabor, aroma o propiedades (fitoterapia, terapia nutricional, tratamiento con suplementos nutricionales y vitamimnas; Prácticas de manipulación y basadas en el cuerpo (osteopatía, quiropraxia –quiromasaje, drenaje linfático..–, reflexología, shiatsu y aromaterapia); Técnicas de la mente y el cuerpo (yoga, medicación, kinesiología, hipnoterapia y musicoterapia o arteterapia); y Técnicas sobre la base de la energía (reiki, terapia floral, terapia biomagnética, Chi-Kung).

¿Son efectivas?

Por definición, son terapias alternativas aquellas técnicas sobre las que no hay consenso de que existan evidencias científicas de su validez siguiendo los patrones utilizados para demostrar la eficacia de las terapias convencionales, básicamente, el ensayo clínico con unos requisitos respecto al tamaño y diseño de la muestra. En el caso de las terapias alternativas, los ensayos existentes son escasos y las muestras no cumplen esos requisitos. Otra cosa es la experiencia de los usuarios, que es junto a la tradición en el empleo de muchas de estas terapias en diferentes culturas, los argumentos de base para defender su eficacia. El propio análisis del ministerio deja claro que el hecho de que pocas terapias hayan demostrado su eficación aplicando métodos científicos «no debe ser considerado como sinónimo de ineficacia» ya que «muchos pacientes» declaran percibir «mejoría en síntomas o en su bienestar o calidad de vida» si bien científicamente no hay evidencias que permitan atribuirlo directamente a la terapia, que además normalmente se usa de forma complementaria a otros tratamientos o como segunda o tercera opción tras éstos, o al efecto placebo.

¿Tienen riesgos?

En general, existe un consenso sobre el carácter inocuo de la mayoría de las terapias alternativas. Las autoridades sanitarias hacen hincapié en que los posibles riesgos están en que en aquellas técnicas que implican el consumo de sustancias (como la homeopatía o la naturopatía) éstas no hayan pasado los controles pertinentes o que no se utilicen como complemento a tratamientos de la medicina convencional recetados por los facultativos, en caso de existir, sino que éstos se abandonen y se usen como sustitutivos. En el caso de las técnicas que suponen manipulación de partes del cuerpo (como la acupuntura o la reflexología), el riesgo está en la posibilidad de originar lesiones si son realizadas inadecuadamente.

¿Están reguladas?

Los productos homeopáticos y de herbolario, para su comercialización, sí pasan controles previos a su autorización que no certifican sus propiedades terapéuticas pero sí que son aptos para consumo humano. Se les aplican las leyes alimentarias en el caso de sustancias a base de plantas o las mismas que para los fármacos si hay elaboración química, En cuanto a los profesionales que ejercen las distintas terapias alternativas, su situación es ambigua y es una de las principales quejas del sector.

En España no existe una formación reglada ni títulos oficiales que acrediten sus conocimientos (Cataluña lo intentó con la homeopatía pero los tribunales dictaminaron que una comunidad no puede regular una profesión). Sin embargo, el Catálogo Nacional de Ocupaciones incluye una categoría de profesionales parasanitarios en la que tributan los terapeutas dados de alta en la Seguridad Social, a los que se exige un seguro de responsabilidad civil para ejercer. El portavoz en Andalucía de la Asociación de Profesionales y autónomos de las terapias naturales (Aptn-Cofenat), Jorge Sánchez, destaca la contradicción que supone que se clasifique su actividad profesional para cotizar e incluso haya seguros específicos para la actividad parasanitaria pero no se establezcan requisitos de formación para ejercerla.

Sí hay limitaciones a su actividad. Por ejemplo, no pueden «recetar» sustancias sino «recomendar». Igualmente, para abrir un centro en el que se practiquen terapias alternativas los requisitos son los derivados de las licencias para cualquier negocio. Sólo en el caso de que se anuncien como consultas o centros sanitarios se exige que al menos haya un profesional sanitario en el mismo.

Sin legislación específica, el sector echa mano de cierta autoregulación. Así, la asociación de profesionales Cofenat aglutina a más de 10.000 socios y Andalucía es, tras Cataluña, la segunda comunidad con más profesionales asociados. Que consten como actualmente ejerciendo, a día de hoy, hay 445 profesionales en Andalucía. Las terapias más habituales practicadas por estos profesionales son la medicina tradicional china, la homeopatía y la naturopatía. Cofenat ha diseñado unos estándares de calidad sobre la formación que tiene que tener un profesional de cada terapia (número de horas y contenidos) y en función de ellos, cuenta con centros de formación recomendados en los que acredita que se cumplen esos estándares. En Andalucía hay 26.

¿El SAS las aplica?

Desde la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía explican que los centros del sistema sanitario público de la comunidad no incluyen terapias alternativas en su cartera de servicios oficial pero sí hay profesionales que, a nivel individual o de equipo, con la autorización del director gerente, practican sobre todo acupuntura, además de incorporar el consumo de determinadas sustancias naturales en sus consejos médicos (no las recetan, las recomiendan). En algunos casos, los profesionales sanitarios aplican terapias alternativas en el marco de proyectos de investigación. Estos profesionales tienen una formación especializada en la aplicación de estas técnicas, aunque no es reglada.