La desidia municipal y el incivismo ciudadano se apoderan del barrio de San Bartolomé

Calles muy sucias, orines y defecaciones, ratas y cucarachas, bolsas de basura fuera de los contenedores son las imágenes habituales en plena judería de Sevilla

18 jun 2022 / 11:36 h - Actualizado: 18 jun 2022 / 11:38 h.
"Ayuntamiento de Sevilla","Nervión","Urbanismo","Cucarachas","Limpieza"
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Calles muy sucias, bolsas de basura arrojadas fuera de los contenedores, restos de orines y defecaciones tanto humanas como caninas, numerosas ratas y cucarachas, colchones mugrientos tirados en el suelo, olores nauseabundos... son las imágenes habituales que se pueden contemplar día a día al transitar por la parte de la antigua judería de Sevilla, en pleno barrio de San Bartolomé, una zona turística y patrimonial de primera línea. Un escenario lamentable y tercermundista que es fácilmente comprobable, especialmente recorriendo las calles Levíes, San Clemente, Virgen de la Alegría (antes Alegría) y Vidrio. Los vecinos sufren esta degradación progresiva del barrio. También los funcionarios que trabajan en las dependencias administrativas del Palacio de Mañara se quejan de la suciedad y el mal olor imperante en la zona, ya que pasan a diario por estas callejuelas y la visión es «vomitiva».

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Uno de los funcionarios consultados comenta que «no se puede poner un policía o un barrendero detrás de cada persona que habita la ciudad. No hay administración capaz de controlar eso, pero hay una falta de limpieza evidente, antes se baldeaban las calles, ahora cada vez menos».

Está claro que uno de los grandes problemas actuales que padece la ciudad es la suciedad imperante, debido en parte a la progresiva falta de educación y respeto a las normas cívicas y ordenanzas municipales. Las calles se usan como urinarios públicos, los excrementos de los perros no se recogen, se tiran muchos papeles, colillas y latas de cerveza al suelo, la basura se deja al lado del contenedor o en cualquier sitio, etcétera, etcétera.

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Pero a ello se une la desidia del Ayuntamiento de Sevilla, con una muy deficiente gestión del servicio de limpieza. En efecto, el baldeo de las calles es cada vez menos frecuente, limitándose a un barrido superficial, ya sea manual o con barredoras aspiradoras y un riego escaso. El baldeo es un tratamiento de limpieza que se basa en proyectar agua a presión contra los residuos depositados en la superficie viaria, con objeto de arrancarlos y transportarlos por la corriente del agua hasta el desaguadero de alcantarillado más próximo. El baldeo, por tanto arrastra la suciedad, cosa que no se consigue con un simple riego de calles, cuya única función es la de humectar el suelo para evitar el levantamiento de polvo y refrescar el ambiente.

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Ejemplos del incivismo ciudadano en estas calles del barrio de San Bartolomé nos lo cuentan los propios funcionarios que son testigos de la degradación de esta zona: «Hay muchos vecinos que dejan la basura en la esquina de su casa y no se molestan en ir al contenedor». «En una cuba de escombros y materiales de construcción que hay actualmente frente a una obra, los albañiles han tenido que rodearla de unas vallas y unas telas para impedir que la gente arroje basura a un sitio destinado sólo para escombros».

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Junto a la basura se ven a diario restos de orines y defecaciones tanto humanas como sobre todo de perros, lo que contribuye a generar en estas calles hedores nauseabundos poco atrayentes para vivir, trabajar o hacer turismo. A ello se unen las numerosas pintadas y los grafitis realizadas por los gamberros en las paredes de casas antiguas y algún que otro colchón mugriento tirado en el suelo junto a edificios abandonados.

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Para colmo la suciedad y la basura descontrolada atraen a las ratas y las cucarachas, que son cada vez numerosas especialmente en la época estival. No es un problema nuevo, ya que los vecinos y algunos grupos municipales de la oposición se llevan quejando hace años de la presencia constante de roedores y la no realización por parte del Ayuntamiento de actuaciones de desinsectación, desinfección y desratización. La aparición de plagas de ratas y cucarachas está ocurriendo en muchos barrios de la ciudad, ponemos como ejemplo el barrio de La Juncal en Nervión, donde campan a sus anchas. Son especies que cada vez se están volviendo menos reacias a la población humana.

La desidia municipal y el incivismo ciudadano se apoderan del barrio de San Bartolomé


La suciedad diaria se acumula durante semanas y la degradación va en aumento en la parte de la antigua judería de Sevilla mejor conservada, más original y auténtica que el propio barrio de Santa Cruz. Calles cada vez menos habitables que se usan como urinarios públicos y da asco andar por esta zona por los malos olores y el suelo pegajoso.

Situado en pleno Casco Histórico, San Bartolomé es una zona muy turística, rodeada de edificios artísticos como la Iglesia de San Bartolomé o el Palacio de Mañana. La propia trama urbanística del barrio impide que existan más zonas verdes, de esparcimiento y más sombra, como fuentes, toldos y arbolado que aliviarían el bochorno del calor del verano.

En cualquier caso, el último responsable de esta situación lamentable es el Ayuntamiento de Sevilla, que es el que tiene la competencia de la limpieza en los espacios públicos, y debería baldear por las mañanas estas calles sino a diario, al menos una vez a la semana, porque como dicen los funcionarios «aquí sólo se limpia el barrio cuando llueve».

La falta de limpieza en Sevilla desgraciadamente no es una situación concreta y puntual en un barrio o distrito municipal, sino que se ha convertido en un gravísimo problema de salud pública que se extiende a todas las barriadas de la ciudad. Es un tema de primer orden en una ciudad que se supone es un referente turístico, puesto que agrava el bienestar y la salubridad tanto de los vecinos como de los visitantes. Se prioriza el turismo, pero se maltrata a los sevillanos y los turistas que nos visitan, al sufrir y padecer una ciudad cada vez más sucia y con menos sombra y arbolado.