La salida ya empieza en el médico de cabecera

El nuevo Plan de Salud Mental de la Junta valora la Atención Primaria como primera vía de actuación. Alerta del aumento de casos en menores de edad

10 oct 2016 / 08:23 h - Actualizado: 10 oct 2016 / 08:30 h.
"Objetivo: salud mental"
  • Un 25 por ciento de las personas que acuden a su médico de familia lo hacen por cuadros de depresión. / El Correo
    Un 25 por ciento de las personas que acuden a su médico de familia lo hacen por cuadros de depresión. / El Correo
  • El III Plan Integral de Salud Mental de Andalucía incide en prevenir los trastornos entre la población más joven. / Daniel Pérez
    El III Plan Integral de Salud Mental de Andalucía incide en prevenir los trastornos entre la población más joven. / Daniel Pérez

¿Durante el último mes se ha sentido a menudo preocupado por sentirse bajo de ánimo, triste o desanimado?» «¿Durante el último mes se ha sentido preocupado por haber perdido interés y satisfacción en hacer cosas?». Con estas dos preguntas un médico de Atención Primaria puede empezar a detectar que una persona presenta algún problema de salud mental. La Consejería de Salud de la Junta de Andalucía incluye estas pautas en una Guía de Práctica Clínica para el tratamiento de la depresión, uno de cuadros más comunes de salud mental que se da en nuestros días. «Se trata del sistema de atención con mayor respaldo de la evidencia», sostienen desde la consejería. En los casos más graves hay una tercer pregunta: «¿Durante el último mes ha sentido deseos o ha pensado en dejar de vivir?».

El primer contacto médico con el que cuenta un sevillano con este tipo de problemas en el Sistema Sanitario Público de Andalucía se establece, como ante cualquier problema de salud, en el ámbito de la Atención Primaria. A partir de ahí se deriva al paciente en función de la patología y del momento evolutivo de la enfermedad. «El responsable final siempre es el equipo comunitario», apunta la directora de la Unidad de Salud Mental del Hospital Virgen del Rocío, Remedios Dorado.

La atención especializada se lleva a cabo en dispositivos específicos de salud mental en los que se presta atención ambulatoria y domiciliaria, hospitalización parcial y completa. Las urgencias se tratan como el resto de las urgencias. En cuanto a los Trastornos Alimentarios Compulsivos (TAC), el Sistema Andaluz de Salud cuenta con un programa asistencial específico. Antonio Vázquez, coordinador de la Unidad de Salud Mental Guadalquivir de Sevilla, fue su impulsor en el área sanitaria del Virgen del Rocío en la que se trabaja con los pacientes, psicólogos y psiquiatras, pero también endocrinos para tratar las secuelas hormonales o digestivas de la pérdida brusca de peso.

Sevilla cuenta con 13 unidades de Salud Mental Comunitaria (USMC), las consultas especialistas en salud mental. Una de ellas es la Unidad de Salud Mental Infantojuvenil situada en el ala de Maternal del Virgen del Rocío, especializada en niños y jóvenes. El III Plan Integral de Salud Mental de Andalucía, presentado hace unos días, prioriza los programas desde los que se abordan los trastornos de la infancia y en los sectores más vulnerables. El programa mejora el acceso de los menores de 18 años a las USMC más cercanas a su domicilio después de la valoración correspondiente de su pediatra. Los estudios médicos certifican que la mitad de los problemas de salud mental que surgen en el curso de la vida se muestran antes de los 14 años. Muchos de estos trastornos que asoman a edades tempranas pueden derivar en otros más graves si no se recibe el tratamiento adecuado.

Impacto de la crisis

«La crisis afecta a las familias en aspectos básicos y aumenta la morbilidad psiquiátrica parental y el estrés familiar, lo que repercute directamente en los niños», sostiene Roque Prego, presidente de la sección de infanto-juvenil de la Asociación Española de Neuropsiquiatría. La merma de ingresos en la unidad familiar hace que al menor se le supriman actividades extraescolares y provoca tensiones en las que el menor está en el centro. «Mejorar los servicios de salud mental en la infancia y la adolescencia es invertir en el futuro del país», afirman los especialistas.

En Andalucía, las estadísticas justifican la preocupación de los gestores y los médicos por los problemas de salud mental en menores. La evolución del número de personas atendidas en las Unidades de Salud Mental Infanto-Juvenil se ha incrementado desde 2008 de manera constante pasando de 16.538 ese año a 21.312 en el año 2013. Sorprende la prevalencia de los casos en niños (70 por ciento) frente a las niñas (30 por ciento).

La consejería de Salud, en colaboración con la de Educación, plantea en el nuevo Plan la implantación en los grados escolares de Infantil, Primaria y Secundaria de herramientas de inteligencia emocional. Además se mejorará la detección de situaciones de abuso, desprotección y abandono de menores, y se impulsarán programas de prevención a la población infantil y adolescente en riesgo.

En los casos concretos de los trastornos alimentarios son las unidades de Salud Mental los que tratan a la mayoría de los pacientes y se hace hincapié en que las citas tengan una periodicidad mensual, más frecuente de lo que es habitual. Se estima que un 40 por ciento de las pacientes padecen trastornos de personalidad asociados. Antonio Vázquez alerta de que «cada vez hay más casos de niñas entre 12 y 13 años», aunque la edad más habitual se mantiene entre los 18 y 20 años.

La crisis económica también ha provocado el aumento de este tipo de trastornos. Las personas en situación de desempleo o pobreza presentan un riesgo, mayor que la población general, de depresión, alcoholismo o suicidio. Por su parte, otros estudios señalan cómo las deudas y problemas de pago de la vivienda conducen a un mayor riesgo de padecer trastornos ansiosodepresivos, considerados la enfermedad del siglo XXI en el mundo occidental.

Las diferencias socioeconómicas entre sexos influyen especialmente en la salud mental de las mujeres, así como la desigualdad por la distribución «clásica» de tareas, con la asignación a la mujer de la función de atender el cuidado del hogar y de la familia. A estas desigualdades hay que añadirle la mayor prevalencia de problemas de salud mental en mujeres víctimas de violencia machista.

En los casos más graves los hospitales cuentan con una planta de Psiquiatría para ingresos temporales ante episodios concretos (o por ejemplo, en el caso de la anorexia, durante un tiempo en el que necesitan tratamiento para recuperar peso, controlar la alimentación). No existen recursos de internamiento permanente salvo cuando un enfermo mental comete un delito (Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Sevilla).

Debate del internamiento

La ley de Sanidad de 1986 inició la reforma psiquiátrica en España que planteaba el cierre de los hospitales psiquiátricos (los conocidos manicomios).

El ámbito profesional de la salud mental cree que esta ley ha tenido un desarrollo con muchas carencias, ya que no se han conseguido poner en marcha todos aquellos servicios sanitarios y sociales que pudieran absorber la demanda y procurar una buena atención a las personas con problemas de salud mental y sus familias.

La polémica suele resurgir cuando se producen sucesos violentos protagonizados por enfermos mentales. Y es que uno de los problemas en patologías como la esquizofrenia o los trastornos psicóticos, que requieren una medicación crónica, es la falta de adherencia al tratamiento por parte de los pacientes. El papel del entorno resulta en estos casos claves y la cosa se complica cuando existe una problemática social detrás que impide controlar que el enfermo sigue sus pautas.

Las diferencias socioeconómicas entre sexos influyen especialmente en la salud mental de las mujeres, así como la desigualdad por la distribución «clásica» de tareas, con la asignación a la mujer de la función de atender el cuidado del hogar y de la familia.