Las mujeres coraje que plantan cara al silencio

Cuatro historias personales muestran en un encuentro de ARPA la lucha incansable para sobreponerse a la afasia

Iñaki Alonso @alonsopons /
30 sep 2016 / 07:56 h - Actualizado: 30 sep 2016 / 14:12 h.
"Salud","Afasia"
  • Una veintena de mujeres se dio cita en el encuentro organizado por ARPA donde se relataron historias personales sobre la afasia / Pepo Herrera
    Una veintena de mujeres se dio cita en el encuentro organizado por ARPA donde se relataron historias personales sobre la afasia / Pepo Herrera
  • Sara Yuste y Chary Maldonado charlan con Patricio Pauwels. / Pepo Herrera
    Sara Yuste y Chary Maldonado charlan con Patricio Pauwels. / Pepo Herrera

Anabel, Conchi, Cristina y Sonia. Cuatro relatos de cuatro mujeres coraje (una hermana, una madre, una hija y una afectada) con un nexo de unión: la lucha incansable sobre una secuela, la afasia, que ha atacado al corazón de sus familias, privando a sus personas queridas de la capacidad, tan esencial, de hablar. Todas ellas expusieron sin tapujos sus vivencias en un encuentro de mujeres organizado por el Asociación para la Rehabilitación y Prevención de la Afasia (ARPA) en las instalaciones de la Gota CEM, y que supone el anticipo al mes de la afasia, que se celebra cada octubre.

Cristina fue la primera en romper el hielo. Médico de profesión, hizo una descripción precisa y demoledora del día en el que su madre se desplomó en el cuarto de baño y empezó a convulsionar. Tras una batalla entre la vida y la muerte, 10 días en coma y semanas postrada en cama, un gesto y, sobre todo, una frase, hizo albergar esperanzas. «¡Oh, mi Pablo!», fueron sus palabras al ver a su sobrino de 3 años. A partir de ahí, Cristina describe lo arduo de la nueva realidad, sobre todo «porque casi nadie informa de nada». Pero no ceja en que su madre mejore día a día.

Esta doctora mostró fuerzas, pero más aún lo hizo Sonia. Nadie diría que hace cinco meses, después de una sesión de mountain bike en la que ya se encontraba molesta, le sobrevino un ictus. Sintió que ya no tenía el control de su cuerpo. Y a eso se unió una odisea de ambulancia que tardó 40 minutos en llegar a Gelves y después un traslado del hospital Virgen del Rocío al Reina Sofía por falta de personal para tratarla. Pese a esos escollos, el empuje de esta profesora y edil de C’s en el pueblo ribereño fue mayor. No quería que le dieran ni el yogur e incluso pidió a su marido que le trajera dos libros de iniciación a la lectura. Su soltura en las explicaciones daba muestra de que su empuje había dado frutos.

Madre luchadora

En ese foro de mujeres luchadoras no faltó la madre coraje. Conchi, de La Algaba, se desvive por su hijo Ignacio, de 22 años y que, por una meningitis al nacer, lleva a cuestas una secuela a la que no puso nombre hasta que conoció ARPA. «No sabía que tenía afasia», relata esta mujer, que sólo desea que su hijo coja fuerza, se recupere y disfrute, como lo hace con su pasión, la Semana Santa; y sus visitas al gimnasio.

El círculo lo cierra Anabel, hermana de Miguel Ángel, de 57 años y, desde hace dos, paciente afásico. Su hermana se arma de fuerzas y las transmite a su familiar, que tras acudir varias veces a ARPA ahora recibe la visita a domicilio de una de las terapeutas, Sara Yuste, involucrada personalmente en lograr que remonte el vuelo. «No se hacerlo de otra forma», dice Sara, que, junto a la presidenta de ARPA, Chary Maldonado, hizo de anfitrionas de un encuentro que sirve para explicar qué es la afasia y desterrar ese falso mito de que no tiene solución. La tiene con buena terapia. «El paciente con afasia no deja de ser persona ni se ha quedado tonto; se puede recuperar», reivindicó Sara, que puso énfasis en el papel del aporte emocional ante este foro de unas 20 mujeres representantes de la sociedad sevillana.

Del plus emocional iba sobrado uno de los pocos hombres de la reunión. Patricio Pauwels, belga residente desde hace 50 años en Venezuela, acude cada año a Sevilla para recibir terapia intensiva. «Vengo a hablar mejor», dice con una eterna sonrisa alguien que vive con la afasia desde hace 9 años y tras una prolífica trayectoria con cinco carreras, cinco idiomas y ser fundador de una de las ONG más grandes de América. Ahora, a la vejez, su reto es seguir aprendiendo y luchando.