«Las mujeres gitanas somos un reto imparable»

Entrevista a Beatriz Micaela Carrillo de los Reyes, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas FAKALI

26 oct 2021 / 08:24 h - Actualizado: 26 oct 2021 / 16:18 h.
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  • Beatriz Micaela Carrillo de los Reyes. / Morgana Vargas Llosa, David Tortosa y Jaime Travezán
    Beatriz Micaela Carrillo de los Reyes. / Morgana Vargas Llosa, David Tortosa y Jaime Travezán

Beatriz Micaela Carrillo de los Reyes nació en Palma del Río (Córdoba). Fue el 2 de junio de 1975. Con el tiempo, se diplomó en Trabajo Social y se licenció en Antropología. Hoy es presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas FAKALI; es vicepresidenta del Consejo Estatal del Pueblo Gitano, órgano colegiado interministerial, consultivo y asesor, adscrito al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Además, en las elecciones generales de abril de 2019, fue elegida diputada del PSOE por Sevilla y nombrada presidenta de la Comisión de Seguimiento del Pacto de Estado contra la Violencia de Género en el Congreso de los Diputados; por si todo esto fuera poco, en el 40º Congreso Federal del PSOE, celebrado recientemente en Valencia, se le ha nombrado nueva secretaria de Movimientos Sociales, Diversidad y Mayores de la Ejecutiva Federal del Partido, es decir, por primera vez en la historia democrática una mujer gitana lidera la políticas sociales de un partido político. No hace falta decir que Beatriz Micaela hace trizas los estereotipos con los que cargan las mujeres gitanas desde hace siglos.

El que escribe les puede asegurar que es un placer hablar con ella. Es simpática, amable, inteligente, rápida de reflejos y parece dispuesta a pisar cualquier territorio sin complejo alguno. Para un entrevistador se trata de un regalo.

La charla se desarrolla con tranquilidad, sin que el tiempo sea una carga. Beatriz muestra un deseo irrefrenable de decir en qué situación se encuentran las mujeres gitanas y que existen alternativas a las imposiciones históricas que tanto han lastrado a un pueblo entero.

«Fakali lleva casi dos décadas trabajando y aglutinando el grueso del asociacionismo de mujeres gitanas, y lo hace desde una clave que insiste en la relevancia de la mujer gitana, y que incide en que puede acceder a la universidad y a la vida o trabajo público, a tener presencia y relevancia social. La otra clave esencial de Fakali es el feminismo y la búsqueda de caminos por los que transitar para poder romper esos tabús que han rodeado nuestra imagen, nuestra cultura, lo que significa ser mujer gitana dentro de la sociedad mayoritaria; y todo eso ha hecho que en el trayecto de estos veinte años se haya conseguido una tendencia muy positiva. No hay que pecar de triunfalismos, pero es así. Las mujeres gitanas no nos resignamos a dejarnos llevar por ese destino inexorable que marca la vida de las gitanas. Eso era lo que el destino parecía indicar y estamos logrando enmendarlo.

Lo fundamental para nosotras en la visibilidad, que se vea la fuerza y el compromiso de la mujer gitana, que no se nos deje atrás de ninguna de las maneras como ha venido pasando durante tantos años. Es importantísimo que si se habla de mujeres también se haga con el acento de las mujeres gitanas porque somos un reto imparable».

¿La imagen de la mujer gitana que se busca en Fakali está peleada con la imagen que existe en la sociedad?

«Sigue habiendo una gran distancia porque algunos medios -dicho con respeto y sabiendo que muchos de ellos hacen un trabajo fundamental para que podamos lograr nuestros objetivos- y algunos programas de las grandes cadenas de televisión, hacen un flaco favor a las mujeres gitanas y a esos objetivos que tenemos marcados en el camino que lleva a la tolerancia y a la igualdad. Cinco segundos en televisión mostrando una imagen negativa o estereotipada que tantas veces se han colgado de la espalda de las mujeres gitanas, destrozan todo el trabajo que hemos hecho para poder estar en pie de igualdad con el resto de la sociedad. Por otra parte, solo con mirar las diferencias que existen dentro del sistema educativo entre una niña paya y una niña gitana nos podemos hacer una idea de la pelea que tenemos a diario para salir adelante. Al llegar la democracia a España, se tuvo una oportunidad de integración de las mujeres gitanas en la sociedad, pero se nos dejó atrás y eso supone una deuda histórica que sigue pendiente».

Me intereso por saber cómo se integra la mujer gitana y a qué ritmo.

«No existen estudios sobre las mujeres gitanas, por ejemplo, en el ámbito educativo. Es verdad que tenemos estimaciones que han quedado obsoletas, pero nada más. Yo diría que con lo poco que tenemos podemos afirmar que uno de cada cien gitanos accede al ámbito universitario y que la mayoría son mujeres. Sigue habiendo mucho camino por delante, mucho fracaso y mucha desigualdad. La única aproximación profunda y seria a la realidad de la mujer gitana es la que se promovió por parte del Ministerio de Sanidad y en la que se descubrió que la esperanza de vida de las mujeres gitanas está quince años por debajo de la de las mujeres payas. La pobreza, la falta de acceso a la educación o el empleo, lo explican perfectamente».

«Las mujeres gitanas somos un reto imparable»
Beatriz Micaela Carrillo de los Reyes junto a otros miembros del colectivo gitano. / Morgana Vargas Llosa, David Tortosa y Jaime Travezán

Desde mi ignorancia y, posiblemente, enterrado por los estereotipos que he manejado desde niño, voy preguntando y escucho las respuestas amables de Beatriz Micaela. Comprende que estas cosas sucedan y trata de quitar importancia a mi torpeza. Ni siquiera alcanzo a comprender lo que es ser gitano y mucho menos lo que significa.

«Mujer gitana es toda aquella que se siente gitana. Si alguna tuvo un abuelo y cree que es gitana, lo es. No hacemos distinciones que lleguen desde planteamientos simplistas como si se es gitana de madre y no de padre no se es gitana de verdad o cosas como esas. No hay debate alguno. También es cierto que existen gitanas de padre y madre que renuncian a serlo por miedo a salir del armario étnico. En Andalucía pasa con más frecuencia de lo que se podría pensar. Conocemos empresarios gitanos con un estatus elevado que no confiesan que lo son. El miedo a ser señalado y a formar parte de ese club de la sospecha en el que tantas veces nos han colocado a los gitanos es poderoso. Mira, por ejemplo, la comunidad gitana sigue condenada a vivir en las zonas periféricas y más desfavorecidas de las ciudades y eso es algo que condena a la desigualdad, a la pobreza y a ser señalados como sospechosos al parecer que son los enemigos. Una injusticia enorme que debemos erradicar. Por eso, algunos se apartan y ni siquiera confiesan lo que son».

Pero los avances han sido grandes ¿no?

«La Constitución española refleja en su artículo 14 que todos tenemos derecho a acceder a los bienes públicos, a los servicios públicos, aunque sabemos que cuando se produce una situación de desigualdad eso no se cumple aunque lo diga la mismísima Constitución. La vida en la periferia en la que hay un porcentaje de desempleo elevadísimo, donde el fracaso escolar es tremendo, en la que se vive el día a día en modo de supervivencia, es lógico que no permita soñar con que tu hijo sea médico o abogado. No todo el mundo es igual ni tiene las mismas posibilidades, desgraciadamente. Y todo esto es injusto y desolador porque España es impensable sin la cultura gitana, porque los gitanos hemos vivido durante 600 años el desafío de ser españoles con los mismos derechos sin conseguirlo. No es normal que seamos un pueblo ‘legal’ desde 1978. Han sido doscientas cincuenta leyes anti gitanas que querían acabar con nuestra cultura y nuestras vidas; y en 1978 se abolió la última de ellas. Por el camino, se ha producido un efecto que se conoce en psicología con el nombre de Pigmalión y que consiste en que los gitanos han ido asumiendo como propios los estereotipos con los que se les ha ido cargando a lo largo de la historia. Esto es algo muy injusto para el pueblo gitano y una condena demasiado larga y severa».

Beatriz Micaela Carrillo de los Reyes es gitana, guapa, inteligente y trabajadora. Representa a las mujeres gitanas aunque podría representar a cualquier mujer española. Y es un ejemplo para el que busque una sociedad feminista y, por tanto, justa.

Nos despedimos sabiendo (el que escribe) que no tardaremos mucho en volver a cruzarnos por el camino.