Llegar y besar el santo en Los Bermejales

300.000 euros. Margarita Albarrán da un quinto premio 20 días después de hacerse administradora de lotería

22 dic 2017 / 23:02 h - Actualizado: 22 dic 2017 / 23:24 h.
"Lotería de Navidad 2017"
  • Varios ganadores, en la administración de Los Bermejales. / Jesús Barrera
    Varios ganadores, en la administración de Los Bermejales. / Jesús Barrera

Lo de Margarita Albarrán es llegar y besar el santo: apenas 20 días después de hacerse administradora de lotería –empezó el 4 de diciembre en Los Bermejales– ha repartido un quinto premio: 300.000 euros para las cinco series del número 03278.

«Es uno de esos números que no quieren ni los perros», dice con sorna, «Dicen que un número que empiece por cero no está ni en el bombo. Pero ya se ve que está». Margarita recuerda que cuando se anunció el premio «yo no estaba ni por aquí, me llamó mi marido por teléfono para decírmelo. Nunca había tenido una sensación como esta, dar premios siempre está bien pero la Navidad es un momento muy especial». Ella no tenía número, «pero si se ha quedado en el barrio, por mí fenomenal», agrega.

En la misma acera, doblando la esquina, el estanco está de fiesta. A Paola, Elena, Juan Andrés y Antonio les han caído 6.000 euros entre los cuatro. «Es solo un pellizquito, pero estoy como loca», celebra Elena, mientras que Paola asegura sentir «una alegría tremenda. Estábamos con el sorteo de fondo, y de pronto mis compañeros han dicho ‘parece que ha sonado nuestro número’, he corrido a comprobarlo en internet, y así era. Y da mucha ilusión».

Cuando se les pregunta en qué tienen pensado gastarlo, las ideas se agolpan: «Tapar agujeritos», dice uno. «Algún caprichito», apunta otra. «Un jamoncito», «Un viajecito», van improvisando justo en el momento en que el camión de Cruzcampo hace sonar la bocina a su paso para felicitar a los ganadores.

«Ahora van a llovernos los novios», guiña Paola, «pero de momento vamos a ponernos a trabajar», y se marchan de vuelta al estanco.

Siempre ocurre en estos casos que la alegría de los ganadores tiene como contraste la decepción de quienes no consiguen ni el dinero de vuelta, o los que ni siquiera habían llegado a comprar un boleto. «Qué coraje», musita y sacude la cabeza un vecino que tenía otro número, con la mirada enganchada al cartel con el número ganador. «Yo lo vi ayer, te lo juro que estuve a punto de llevármelo. En fin...», suspira otro. Una vecina detiene su coche a la altura de la administración y pregunta a los periodistas arremolinados en la puerta. «¿Ha tocado? ¿Cuál? Espera que miro el mío, mmmm... nada, no ha habido suerte», dice, y se marcha sin perder la sonrisa, porque todo el que juega sabe, mal que bien, que para que la felicidad caiga sobre unos pocos, son muchos los que tienen que resignarse a simplemente participar. ~