Los cinco sentidos en vela

Junto a las visitas a espacios y monumentos, el programa de actividades permitió disfrutar de visiones, sonidos, olores, sabores y texturas de la noche sevillana en originales rincones

07 oct 2016 / 23:23 h - Actualizado: 08 oct 2016 / 11:00 h.
"Temas de portada","La cultura da en el blanco"
  • Unos soldados romanos teatralizaron la historia ante aquellos que se acercaron al Museo Arqueológico. / Txetxu Rubio
    Unos soldados romanos teatralizaron la historia ante aquellos que se acercaron al Museo Arqueológico. / Txetxu Rubio
  • La Fundación Valentín de Madariaga abrió sus patios y salas para el arte y la moda más actual. / Txetxu Rubio
    La Fundación Valentín de Madariaga abrió sus patios y salas para el arte y la moda más actual. / Txetxu Rubio
  • Subir en globo fue una de las novedades de la jornada. / Txetxu Rubio
    Subir en globo fue una de las novedades de la jornada. / Txetxu Rubio
  • El estanque de la Plaza del España también tuvo su público. / T.R.
    El estanque de la Plaza del España también tuvo su público. / T.R.

El amplio (cada año más) programa de actividades ofertadas en la Noche en Blanco permitió ayer disfrutar de Sevilla con los cinco sentidos hasta la madrugada.

He aquí un pequeño compendio de las visiones, sonidos, olores, sabores y texturas que muchos sevillanos pudieron experimentar en distintos rincones de la ciudad.

A vista de pájaro

Vale. De pájaro de bajos vuelos. Dentro del casco urbano sólo está permitido el globo cautivo y el instalado por la empresa Globotur (que sí ofrece surcar en globo aerostático las afueras de la capital) en el Muelle de las Delicias fue una de las principales novedades de la velada. Sin embargo, atrajo casi más miradas desde tierra firma de grandes y pequeños que público dispuesto a subirse en la cesta para elevarse unos metros sobre el nivel del suelo. Y es que para quienes realmente querían vistas aéreas espectaculares, justo al lado la noria permaneció abierta hasta las dos de la madrugada mientras que espacios como el Museo de Artes y Costumbres Populares abrió su terraza en plena Plaza de América para disfrutar de unas espectaculares y poco vistas estampas del Parque de María Luisa y la Plaza de España.

Oído musical vs silencio

Un templo del silencio como la Biblioteca pública Infanta Elena rompió anoche los habituales susurros de sus callados usuarios por la voz negra de las cantantes de jazz Natalia Rociero y Lola Botella, que interpretaron acompañadas al piano por Chema Tornero clásicos como What a wonderful world de Louis Armstrong. Si en los museos de la Plaza de América dominaba el público familiar, en la biblioteca fue otro tipo de público jóvenes culturetas e intelectuales de mediana edad el que acudió a disfrutar de un recital de jazz y poesía en el que las interpretaciones musicales se combinaban con la lectura de poemas recopilados en el libro Fruta extraña de Nacho Guijarro con el origen de la música negra de Nueva Orleans y la historia de su paso de los clubes clandestinos a las grandes salas de fiesta. En una noche de bullicio, la biblioteca se convirtió en un agradable escenario intimista donde disfrutar de versos escritos y cantados.

Paseo oliendo a flores

Aunque la ruta por la Plaza de España a cargo de los jóvenes guías de la Asociación Sevilla Exposición Universal buscaba descubrir uno de los monumentos más emblemáticos de la muestra de 1929, pasear de noche por el primer pulmón verde que tuvo Sevilla agudiza el olfato para disfrutar del aroma floral que el Parque de María Luisa desprende incluso en otoño y, sobre todo, sin que se imponga el olor algo menos agradable que acompaña a los queridos coches de caballos que por el día pasea a los turistas. Con las consabidas preguntas de locales y foráneos sobre si «esto es gratis o es un tour privado», la ruta arrancó en el Consulado de Portugal, construido como pabellón luso, a las afueras del recinto del parque, para adentrarse luego en éste y cual flautista de Hamelin, ir reuniendo público a su alrededor. Los jóvenes guías retrotraían a los oyentes a ese primer tercio del siglo XX en el que Aníbal González ganó el concurso para diseñar la Plaza de España. Un concurso al que también se presentó, sin éxito, el encargado de convertir el jardín privado de los duques de Montpensier –su Palacio de San Telmo, hoy sede de la Junta, también fue objeto de una ruta guiada– en parque público: el paisajista francés Jean Claud Forestier. A él se debe sobre todo la parte más antigua del parque, en torno al monte gurugú, y las rosaledas cuyo aroma aún hoy disfrutan los sevillanos.

Vino, gustosa costumbre

Además de abrir sus puertas en horario de noche, logrando cada año con esta cita una afluencia de público extraña por estos lares, el Museo de Artes y Costumbres Populares (que lleva años con una planta cerrada) ofreció ayer un aliciente extra al combinar la etnografía de su recreación de oficios, trajes regionales o casas típicas de otras épocas, con la etnología. Y es que tras un espectáculo musical en su privilegiada terraza ofreció a los visitantes más noctámbulos la oportunidad de degustar una copa de vino oloroso. Una gustosa costumbre que copiaron otros espacios en los que se celebraron actividades como en la sede de la Fundación Valentín de Madariaga.

Tejidos al tacto

La sede de esta fundación volvió a decantarse por abrir las puertas de sus patios y salas de exposiciones no sólo al arte contemporáneo de carácter plástico sino al arte de la moda más actual. De la mano de jóvenes diseñadores de la escuela Sevilla de Moda, por la sede desfilaron vestidos que jugaban con las texturas y volúmenes de espectaculares tejidos. Los organizadores hicieron todo lo posible porque la noche de moda en la Fundación Valentín de Madariaga no tuviera nada que envidiarle a las pasarelas de Madrid o Barcelona. Una alfombra roja rodeada de velas recibía a los visitantes. Diseñadores y modelos posaron en un improvisado photocall para los fotógrafos (con pantallas y focos profesionales instalados para la ocasión en el patio). Un DJ ambientaba la pasarela con ritmos que contrastaban con el recital de jazz del edificio de la biblioteca, justo al lado. Y entre el público no faltaban las troupes de diseñadores modernos y jovencitas pijas amantes de la moda. Sin contar con la copa de vino servida para la ocasión, que eso siempre añade un punto de glamour.

Sexto sentido femenino

Hasta aquí el recorrido por los cinco sentidos pero como esta crónica está escrita por una mujer, y dicen que el sexo femenino está dotado de un sexto sentido, nada mejor que terminar este resumen de la mano de unas sacerdotisas tan especiales como las seis vestales de Roma. Anoche a las puertas del Museo Arqueológico realizaron una ofrenda o suplicatio a su diosa Vesta (diosa del hogar y de la propia Roma) echando al fuego sagrado incienso y la mola salsa (una torta de harina sagrada que sólo hacían ellas) para pedirle que la Noche en Blanco de Sevilla fuera un éxito. Y parece que lo fue a tenor de lo que disfrutaron los más pequeños haciéndose selfies con los soldados romanos que custodiaban a las vestales (y que más de uno se preguntó si serían parientes de la centuria Macarena). O de la lección de historia que mientras empezaba el espectáculo del grupo Ego Femina dio a una pareja madura en primera fila uno de los soldados de la XXX Legia Ulpia Victrix (creada por el emperador Trajano) y que está cronista no pudo evitar escuchar embelesada por el entusiasmo que demostraba.

De eso se trata en la Noche en Blanco. De disfrutar de la cultura en forma de monumentos, paseos guiados, conciertos musicales, espectáculos y teatralizaciones. Así que parece que el suplicatio a Vesta dio resultado.